Escribe Cristian Vargas
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Desde la semana pasada se ejecuta en la planta de Volkswagen Pacheco un plan de despidos que no ha trascendido en ningún medio de comunicación, ni comunicados ni en declaraciones de dirigentes del SMATA. Tampoco trasciende de forma oficial la cantidad de despidos, aunque la empresa filtra el rumor de entre 400 y 1000 bajas.
Volkswagen en 2023 fue una de las terminales con más producción de unidades -incluso había incorporado trabajadores-, pero para 2024 bajó un 10 % las proyecciones de producción, y llevó adelante en los primeros meses del año un plan de jubilación anticipada para trabajadores de 59 años.
Según la patronal los despidos son consecuencia de la caída de ventas y la recesión impulsada por el gobierno liberticida de Milei. “La producción de vehículos disminuyó durante el primer cuatrimestre un 22,6 % respecto al mismo periodo de 2023, cerrando el periodo con 146.267 unidades fabricadas. Al comparar el mes de abril contra marzo de 2024 se verificó una caída de 0,4 %, mientras que, si se lo compara con el mismo mes de 2023, la baja fue de 21,0 %” (ámbito financiero 12/6).
En el marco de esta caída, las terminales obtuvieron de Luis Caputo un paquete de medidas para la industria automotriz compuesto de rebajas de aranceles para mejorar la competitividad y estimular las exportaciones; ahora se aprestan a poder acceder al RIGI. “Asegurémonos que, yo terminal, que estoy hace 110 años en Argentina, tengo las mismas reglas que cualquiera de cualquier origen que va a venir ahora. Con eso en la mesa, para mí está fantástico”, detalló Galdeano presidente de Ford de la región Sudamérica (infobae 7/6).
Los recortes del plantel de trabajadores de las terminales mediante retiros voluntarios, suspensiones y prejubilaciones son moneda corriente desde la década del 90. La paz social que conquistaron las terminales en las últimas décadas tuvo como base el papel cómplice de la burocracia, que a fuerza de patotas y persecución aseguró el control político y sindical de las terminales en particular y de todo el gremio en general. La lista verde fue la garante de una reforma laboral de hecho a medida de las necesidades de las automotrices; el caso más cercano en el tiempo es la obligatoriedad de trabajar los sábados en Toyota, con un franco rotativo semanal. En momentos de suba de producción las contrataciones de personal se hacen mediante una bolsa de trabajo controlada por la burocracia. En momentos de achique de personal, los retiros voluntarios funcionan como despidos encubiertos, disimulados con doble indemnización, las prejubilaciones también se presentan como beneficiosas para los alcanzados y las suspensiones, en la mayoría de los casos sostenían el salario de bolsillo. Esta metodología pautada con el SMATA desnaturalizó cualquier tipo de organización sindical en los lugares de trabajo; la burocracia se ha degradado a una agencia de colocación de las patronales.
Pero la dinámica de despidos actuales en Volkswagen es una novedad. No son retiros voluntarios sino despidos, impuestos mediante un ultimátum, a una selección de trabajadores armada por la patronal en función de la productividad y ausentismo de los últimos años, sin importar condición ni justificaciones médicas ni de ningún tipo. Entraron en esta lista desde enfermos crónicos, operarios que se habían accidentados en la propia planta, mujeres que habían tenido licencia por maternidad en los últimos 4 años, y hasta los militantes ultraverdes del SMATA e incluso parte del personal jerárquico. La ingeniería que estableció la patronal para este propósito incluyo la tercerización de la tarea de confeccionar la lista de despidos y los ofrecimientos, en una empresa externa, es decir que no lo hizo mediante su oficina de Recursos Humanos. Lo propio hizo el Consejo Directivo Nacional del SMATA, que realizó un golpe de estado a la comisión interna (ultra oficialista) sacándola de la planta y enviando a sus miembros a distintas tareas fuera de planta, y desarmando de hecho el cuerpo de delegados, para dar una señal del compromiso con la metodología de los despidos. No salvarán ni a los propios, el compromiso es solo con el ajuste patronal.
Estos despidos de VW y el SMATA están en sintonía con el golpe al derecho laboral consagrado por el Congreso el miércoles 12/6, y con un reclamo histórico de la patronal para mejorar a cualquier costo la productividad obrera. En la semana de inicio de este plan de despidos el ausentismo cayó en picada a mínimos históricos y el servicio médico estuvo desierto, no porque hayan mejorado los índices de seguridad y medicina laboral sino por el terror impuesto por el tándem VW-SMATA en su solución final a los trabajadores que osen mostrarse “improductivos”.
El accionar del SMATA es una muestra del papel que juega la burocracia. Mario “Paco” Manrique es uno de los diputados “combativos” de UXP, secretario general adjunto y vocero principal del SMATA, surge como dirigente de la planta de VW Pacheco y la dirige históricamente con el control absoluto de la comisión interna, VW es su patria chica. Mientras cacarea contra Milei y su plan de “venta de la patria” garantiza la liquidación del derecho laboral y del convenio en VW, sin necesidad de modificar una coma del texto, a costa incluso de entregar a su propia base de militantes y a los ejecutores políticos del control que ejerce.