Caída del consumo e inflación en dólares

Escribe Aldana González

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La última cuota del “aumento” por decreto del Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) impactó en noviembre y lo llevó a miserables $271.500.

El SMVM se utiliza para calcular el Fondo de desempleo, el Plan Acompañar, algunas jubilaciones, y sirve como tope para otras asignaciones como las becas Progresar o el programa Hogar.

Con esta última actualización, el salario mínimo apenas alcanza a cubrir la mitad de la canasta de indigencia, y una cuarta parte de la canasta de pobreza. Por lo tanto el SMVM que debería estipular el Consejo Nacional del Empleo, Productividad y el Salario Mínimo -formada por la tríada gobierno, patronales y sindicatos- está completamente desfasado de las necesidades alimentarias mínimas. Un informe de la CTA calcula en más de $590.000 el valor del salario mínimo si no hubiera habido pérdida del nivel de compra desde 2015, una suma que casi duplica la actual pero que, de todas maneras, apenas representa media canasta de pobreza.

Es que desde la dictadura, la pobreza y la caída en el poder de compra de los salarios no pararon de crecer. Con altibajos pequeños, la curva siempre fue hacia abajo.

Según un estudio del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, el poder adquisitivo del SMVM sufrió una disminución del 28% en el último año. En términos reales, se ubica incluso por debajo de los niveles de 2001 y acumula una pérdida del 60% respecto a su pico máximo registrado en septiembre de 2011. (GrupoLaProvincia.com, 21/11)

Los salarios

Según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), el salario de septiembre del 2024 del sector privado registrado alcanzó 98,5% del nivel de noviembre de 2023, mientras que el sector público se quedó en un 84%. Los ingresos de los trabajadores no registrados se calcula que sufrieron un derrumbe mucho mayor.

Sin embargo, para la percepción de los trabajadores, la pulverización salarial es más aguda. Esto tiene bases reales y contantes.

La inflación también es un dibujo

La trampa reside en la forma en que se calcula la inflación, la cual quedó desactualizada. En la canasta de bienes y servicios de 2004 -que el INDEC toma actualmente para medir el costo de vida, basada en la Encuesta Nacional de Gasto de los Hogares (ENGHO)- el peso de los servicios públicos era del 10%.

En encuestas más actuales el mismo rubro pasa a ocupar el 14% de la canasta, debido al peso que los supertarifazos de este año tuvieron en los bolsillos familiares. Razón por la cual, si se tomase en cuenta una canasta más actualizada -que considerase la mayor incidencia del gasto en servicios públicos- la inflación sería mayor. Algunas consultoras calculan que, desde diciembre hasta el último dato de octubre que publicó el INDEC, podría haber 15 puntos más de inflación acumulada. En octubre, la cifra del 2,7% que festeja el gobierno, llegaría alrededor de un punto más si se utilizara esta otra canasta.

Con la medición actual del INDEC ni siquiera los salarios de los trabajadores privados logran recuperar el poder de compra preMilei, pero si la inflación medida contemplara el real impacto de los servicios, el derrumbe se vería transparente.

Salarios en dólares

Otra trampa recurrente en el discurso del presidente es aseverar que los salarios crecieron en dólares -dando cifras inverosímiles- omitiendo que en Argentina hay una inflación en dólares, algo alertado por los mismos laderos liberticidas como Juan Carlos de Pablo, y que es el resultado del cepo y de mantener artificialmente bajo al dólar en una virtual convertibilidad.

A consecuencia de esto el costo de la canasta básica medida en dólar blue pasó de casi u$s 600 a u$s 790. Mientras que el aumento del dólar blue a septiembre fue del 21%, en el caso de la canasta medida en la misma moneda, fue del 33%. Los remedios en Argentina están entre los más caros del mundo, medidos en dólares.

Y esto también causa que el derrumbe del consumo todavía no haya encontrado piso. Para los mayoristas, la caída de las ventas alcanzó un 21,7% interanual, acumulando más de un 14% en el año. Los supermercados acumulan un 12% de caída. Entre los rubros más afectados están los lácteos, que a pesar de derrumbarse sus ventas, las empresas maximizaron ganancias gracias al remarcado de precios. La carne está en su piso histórico. Son caídas del consumo de productos de primera necesidad que solo se vieron en situación de guerra.

Lo que demuestran los datos es que el superávit fiscal no es garantía contra la inflación. No solamente porque en este caso es un dibujo -el superávit- sino porque el gobierno que no emite para gasto público, sí lo hace para intervenir en el mercado de cambios para planchar el dólar.

El gobierno enemigo de la mano del Estado defiende a capa y espada fijar dos precios: el dólar, y los salarios.

En la paz de los cementerios sigue habiendo inflación, en parte velada -originada por la emisión para garantizar el carry trade y que los fondos del blanqueo no huyan en estampida– mientras que los salarios siguen atrasados por el techo que el Ministerio de Trabajo le impuso a las paritarias de la mano de la burocracia sindical que se puso al servicio de los liberticidas incluso antes de haber llegado a un acuerdo por sus propias cajas y los mandatos perpetuos.

Estamos frente a una transferencia de recursos gigantesca, un verdadero robo a mano armada, pero no solo a través de la mano velada del mercado -como le gustaría presumir a Milei- sino que es la mano del Estado quien directamente llena las cuentas de la burguesía condonándole impuestos o subsidiándole el dólar, casi tan transparente como Luis XVI cuando aumentaba los impuestos a los hambrientos para comprarle más vestidos a Maria Antonieta.

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