Escribe Pablo Busch
Después de una semana de paro en las 5 plantas.
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Seis de los diez trabajadores despedidos de Linde-Praxair Planta Pacheco no pudieron ingresar el viernes pasado a la planta. Ante el vencimiento del acuerdo de tregua firmado entre la patronal y los trabajadores, la empresa finalmente concretó 6 de los 10 despidos que realizó en diciembre. En respuesta, la asamblea del lunes votó unánimemente la huelga por tiempo indeterminado. Las otras plantas de la empresa, ubicadas en Avellaneda, Ensenada, Pilar y Lanús, se plegaron a la medida, acompañadas por el Sindicato Químico de la Ciudad de Buenos Aires y alrededores (SPIQyP). Sobre la planta de Linde Praxair de Rosario, sin organización gremial, se organizó una agitación, con el apoyo de las organizaciones sindicales y políticas de la zona. La huelga en Pacheco se sostiene con un acampe en la puerta donde cada día llega la solidaridad de organizaciones de la clase obrera. Al prolongarse, el mandato de la huelga volvió a discutirse en asambleas el miércoles y el jueves: los trabajadores ratificaron la continuidad de la lucha, que reúne el apoyo de organizaciones de la zona norte.
La medida continuó hasta anoche en las cinco plantas de Linde Praxair. La patronal pidió a última hora una reunión con el Sindicato Químico que se realizará el lunes próximo, con la condición de que la huelga se levante. Al cierre de esta edición las otras plantas de Linde Praxair habían levantado la medida y los trabajadores de Pacheco discutían en asamblea si continuaban la huelga solos o si levantaban a la espera de la reunión del lunes.
La orientación de la empresa Linde-Praxair es la línea general de la clase capitalista en esta etapa; eliminar la resistencia sindical, avanzar en la precarización laboral y en la flexibilización de las condiciones de trabajo, explotando la reforma laboral y el golpe de Estado económico llevado adelante por el Gobierno de Milei contra la clase obrera. Los despidos en Linde-Praxair tienen un fundamento eminentemente antisindical: los trabajadores de la Planta de Pacheco, cómo resultado de años de luchas, tienen mejores salarios y condiciones de trabajo que los trabajadores de otras plantas de la misma empresa. Los despidos y el achique buscan suprimir o reducir al mínimo todas las conquistas de los trabajadores de Pacheco.
La planta de Pacheco, que produce gases en tubos para la industria y para las empresas de salud, buscaba ser achicada desde hace años, algo que la patronal debió posponer ante la escalada de producción de tubos de oxígeno para los entubamiento para los afectados por la pandemia del COVID. Durante la pandemia, la planta de Pacheco tuvo su pico más alto de producción, algo que le valió a la empresa ganancias extraordinarias a costa de la exposición al COVID de sus trabajadores, considerados esenciales por el decreto del Gobierno de Alberto Fernández. La patronal se monta sobre la baja de la industria automotriz (que utiliza los tubos de oxígeno para soldar) y de la industria de la construcción, provocadas por la recesión autoinducida por el Gobierno de Milei, para volver a la carga con el anhelo de ajustar a los trabajadores de Planta Pacheco.
De ninguna manera la patronal afronta una baja productiva real ni una crisis de mercado, que domina monopólicamente. La fusión de Linde-Praxair le ha valido en 2024 un fallo negativo de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia por ocupar más del 95 % del mercado de gases liquidos. La empresa ha trasladado parte de la producción de Pacheco a las otras plantas: ha reemplazado el transporte del gas entubado por la instalación de cisternas en las empresas de mayor consumo, que son cargadas por camiones propios de la empresa (ubicados en otras plantas). Esto redujo en gran parte la actividad de la planta de Pacheco, que cómo parte de un largo proceso de vaciamiento se dedica sólo a generar gases en tubos.
La huelga de 96 horas de los trabajadores de Praxair no ha logrado torcerle aun el brazo a la empresa, aunque ha reducido en forma contundente su margen de maniobra en la negociación (en algunas industrias el gas empieza a escasear). Se ha comprobado una fuerte reserva de lucha de la clase obrera, a contramano de la idea que domina incluso a buena parte de la izquierda. A pesar de la prolongación del conflicto la Secretaria de Trabajo no dictó la Conciliación Obligatoria, algo que se reserva para cuando la patronal necesite oxigenar sus fuerzas.
El acompañamiento de los trabajadores de las otras plantas de Linde Praxair es un factor fundamental en esta lucha, pero la huelga en solidaridad será muy difícil de sostener si la patronal decide ir a un conflicto prolongado en el tiempo, cómo parece. A diferencia de prácticamente el conjunto de los sindicatos del país, el Sindicato Químico de Avellaneda viene acompañando la huelga desde su inicio. Hay trabajadores y activistas históricos de la planta de Linde Pacheco que integran la Comisión Directiva del gremio. En su momento, el sindicato había dado su acuerdo al plan de la empresa de “4 reincorporaciones, 6 despidos” que se había presentado ante la Secretaría de Trabajo y que fue revertido por la oposición de los trabajadores en una asamblea en planta. Este punto es clave porque del acompañamiento del sindicato depende en buena medida el acompañamiento de la huelga en las otras plantas de Linde-Praxair.
La clave del conflicto es golpear en el momento de ascenso de la lucha. Hay que convertir a la solidaridad masiva que han recibido los trabajadores a través de pronunciamientos, en acción: planteando un paro general de los trabajadores químicos de todo el país - un gremio que viene acumulando procesos de lucha como PR3 en Córdoba, Fademi en Entre Ríos y otras plantas. Un paro general de químicos convierte el problema de los despidos, las suspensiones y la precarización laboral, que actualmente se discuten fábrica por fábrica, en un problema nacional: ejercerá una presión inmensa sobre la patronal para que retroceda en su acción.