Escribe Pablo Busch
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Los trabajadores de Laboratorio Rivero, ubicado en el barrio de Flores de la ciudad de Buenos Aires, se encuentran en paro por tiempo indeterminado desde hace más de un mes, porque la empresa lleva acumulada una deuda de pago de diez salarios y 8 aguinaldos en promedio por cada trabajador. Los trabajadores de la otra planta de la empresa, en Junín, también afrontan la misma situación.
Los trabajadores pertenecen al sindicato de Sanidad, que encabeza Héctor Daer, que también es parte del triunvirato de la CGT. Durante largos años de atrasos el sindicato no apoyó el reclamo salarial de los trabajadores, aunque en los últimos meses viene acompañando la huelga.
La empresa produce medicamentos, material descartable y biomédico. Lo que dicen los trabajadores es que Rivero está muy lejos de perder plata: “Es el único productor de bolsas para transfusiones de sangre, que provee a clínicas y hospitales, exporta a distintos mercados y tiene un catálogo amplio de fármacos”, Nacida como un emprendimiento familiar, creado en 1932 por Pedro Luis Rivero, su primera sede aún funciona en el barrio porteño de Flores, pero décadas después se expandió a Junín. Rivero padre la condujo hasta su fallecimiento en 1980. Desde entonces quedó en manos de la siguiente generación.
La patronal del laboratorio Rivero juega sucio para quebrar a los trabajadores: solamente le paga parte de los salarios a los trabajadores que trabajan a pesar de la huelga. A los trabajadores de licencia tampoco les paga un mango, incluso a trabajadores que arreglaron su desvinculación tampoco les paga.
Como en Alijor o Granja Tres Arroyos, la patronal va pagando semana a semana el salario en partes, acumulando deudas mes a mes. Está situación que se prolonga desde el 2021 ha llevado a los trabajadores a una situación desesperante, que desató la huelga general. Un trabajador de la planta de Junín declaró a Página/12: “Nosotros vemos que quieren vaciar el laboratorio o dejarlo morir y no sabemos exáctamente por qué. La consecuencia lógica de esta falta de pago es que los trabajadores más jóvenes, los de menor antigüedad, se van. Se están yendo por goteo, a medida que consiguen otros trabajos. Y obviamente no toman a nadie en su lugar. El tema es que la mayoría tenemos antigüedades muy altas, que van de veinte a treinta y cinco años, y no estamos dispuestos a regalar eso. No queremos irnos gratis después de tanto esfuerzo.”
Durante la tarde de hoy los delegados de los trabajadores tenían pautada una audiencia con la empresa, por lo que antes iban a realizar una asamblea de planta.