EE.UU.: la cultura y la ciencia, víctimas de la guerra imperialista y el fascismo

Escribe Eugenia Cabral

Tiempo de lectura: 4 minutos

En el “manual del buen fascista”, de Donald Trump y Elon Musk figura un calendario que corresponde a un método simple y brutal: despidos, cierres y desfinanciaciones. Milei empezó a aplicarlo apenas ascendió a la presidencia, un año antes que Trump, pero es obvio que había leído el folleto original porque su método es idéntico al de Trump-Musk, cuya impronta intelectual es inconfundible.

Calendario de despidos, cierres y desfinanciaciones

La semana pasada se conoció el despido de la directora de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, la Dra. Carla D. Hayden, cuyo mandato duraba hasta 2026, ¡mediante el envío de un correo electrónico! Se trata de una de las bibliotecas más grandes del mundo y la institución cultural estatal más antigua de Estados Unidos: 225 años de historia, durante los cuales solo ha tenido 14 directores. Hayden, designada en 2016 por Barack Obama, ha sido la primera mujer y la primera persona de raza negra en ocupar el cargo de dirección; promovió la digitalización de la Biblioteca del Congreso y amplió su alcance a zonas rurales.

Dos días después, también fue removida de su cargo Shira Perlmutter, que dirigía la Oficina de Derechos de Autor desde 2020 -a propuesta de C. Hayden- cuya gestión introdujo una modificación parcial del sistema de derechos de autor, frente a los desafíos que plantea la inteligencia artificial. Su despido habría ocurrido tras la publicación de un informe de dicha Oficina, donde se plantean dudas técnicas y éticas sobre la cantidad de datos que un sistema de IA necesita para mejorar su rendimiento y si ese incremento se traduce o no en beneficios reales para la sociedad. Aquí parece decisiva la mano de Musk, moviéndose enérgica sobre el teclado para criticar en X la negativa de Perlmutter a apoyar ciertos usos de obras culturales protegidas como insumo para entrenar algoritmos de IA, por parte de empresas como xAI. Musk dirige el Departamento de Eficiencia Gubernamental, para reducir en masa al personal del Estado, así que “tiene la lapicera” en cuestión de despidos en la administración federal, además de capacidad de presión en decisiones estratégicas relacionadas con la regulación tecnológica.

En febrero el despido había caído sobre Deborah F. Rutter, directora del Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas, en Washington D. C. En su lugar, Trump, muy orondo, asumió el cargo de presidente de la Junta Directiva y sustituyó a los miembros por un grupo de sus aliados: el cantante de country Lee Greenwood (cuya canción “God Bless the USA” se ha convertido en un himno republicano), Susie Wiles (jefa de personal de la Casa Blanca), Cheri Summerall, madrastra de Wiles, y Dan Scavino, antiguo ayudante de Trump.

En abril destituyó a los miembros del patronato del Museo del Holocausto de Estados Unidos nombrados por el anterior Gobierno de Joe Biden (2021-2025), entre ellos Doug Emhoff, esposo de la ex vicepresidenta Kamala Harris.

También firmó una orden ejecutiva para eliminar lo que denominó “la ideología inapropiada, divisiva o antiestadounidense de los museos” del Instituto Smithsonian, el complejo museístico, educativo y de investigación más grande del mundo, fundado en 1846. En realidad, prohíbe hablar de los conflictos raciales, el genocidio de etnias originarias, etc. El chovinismo es la insignia inconfundible de los fascistas.

La Universidad de Columbia ya perdió 400 millones de dólares en ayuda federal y eliminó 180 cargos de investigación. En este y otros ámbitos académicos el recorte presupuestario es la herramienta persecutoria contra el apoyo al pueblo palestino y la oposición al genocidio perpetrado en Gaza por el Estado de Israel, durante protestas de estudiantes y profesores. Marco Rubio, el secretario de Estado, los denomina como “matones de Hamás” y acusa a las universidades de permitir que florezca el “antisemitismo”. A ello se suma la persecución a los migrantes y, también como parte del ataque a la salud pública, amén de la discriminación social, han desfinanciado incluso proyectos de investigación sobre el autismo. Matthew Connelly, profesor del Departamento de Historia, especializado en secretos de Estado y su desclasificación, fue notificado de la retirada de dos subvenciones del Fondo Nacional para las Humanidades (NEH), "sin dar ninguna razón". Según la psiquiatra Rebecca Muhle "Es un caos. Y no se hace ciencia en el caos" (AFP, 11/ 5).

Bye bye, “sueño americano”

Por su propia esencia la así llamada “cultura” (artes y literatura, en realidad) y la ciencia son vehículos de transmisión ideológica y movilización política. Por tanto, las derechas, las ultraderechas y hasta los nacionalistas populares siempre las consideran potencialmente “peligrosas”. Siglos tiene la tradición de científicos, artistas y escritores cuyas vidas fueron sacrificadas por causas ideológicas y políticas, en diversos puntos del orbe, y Donald Trump ni Elon Musk iban a ser ingenuos frente a ese fenómeno histórico. El “sueño americano” de democracia, pleno empleo y alto nivel de consumo se va esfumando, como la última imagen de alguna película e Hollywood.

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