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Un globo de observación, lanzado por el gobierno de China, ha servido de pretexto al gobierno de Biden para anular una visita programada del secretario de Estado, Anthony Blinken, a Pekin. El artefacto recorrió el espacio de China hasta Canadá y Estados Unidos, por el Pacífico, y acabó derribado cuando abandonó el territorio norteamericano hacia el mar. La acusación oficial del gobierno norteamericano es que se trataba de un objeto de espionaje que violaba la soberanía de Estados Unidos.
No solamente China negó que se tratara de una operación de espionaje y que su misión era recoger material meteorológico. Lo mismo han dicho voceros oficiosos del Pentágono y analistas militares. El espionaje por medio de globos aerostáticos es un anacronismo en un mundo de satélites. Los Starlinks lanzados por Elon Musk han servido para blindar la red de informaciones del comando militar de Ucrania. Para el Financial Times, ese medio ineficaz para el espionaje ha servido simplemente para crear un nuevo conflicto diplomático entre las dos potencias. “Poco antes de lo ocurrido, el Pentágono había dicho que la decisión de no derribar el globo reflejaba el hecho de que proveería de poca información que China no pudiera obtener mediante satélites”. La crisis tiene lugar en el marco del boicot de Estados Unidos a la provisión de semiconductores y equipos de capital de alta tecnología a China, que ha significado un golpe severo al desarrollo de esa industria por parte de Pekín. Un especialista ha señalado que EEUU ha optado por este bloqueo para mantener su superioridad tecnológica, en lugar de hacerlo por medio de un mayor desarrollo de su propia industria.
El derribamiento del aerostato y la suspensión del viaje de Blinken a Pekín son atribuidos a la presión del Capitolio y de las fracciones más recalcitrantes de demócratas y republicanos, que reclaman el desarrollo en el teatro asiático de la política de guerra que la OTAN estuvo impulsando en Ucrania y Europa del este contra Rusia. Lo atestiguan la repetición de viajes de legisladores demócratas a Taiwán, que Estados Unidos ha reconocido como parte de China hace cincuenta años. La inminencia de grandes choques militares en Ucrania, como lo atestiguan los tanques y aviones que la OTAN ha decidido enviar al campo de batalla, es otro factor de esta crisis, toda vez que Pekín no ha vacilado en proseguir su alianza con el Kremlin. El objetivo del gobierno de China en la ahora frustrada reunión con Blinken era poner un piso a un conflicto que puede desmadrarse en cualquier momento.
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