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El presidente de Ecuador, el empresario Guillermo Lasso, ha respondido al juicio político en su contra con la disolución del Parlamento y la convocatoria a elecciones generales legislativas y presidenciales. El Consejo Nacional Electoral (CNE) deberá fijar la nueva fecha, que se presume para fines de agosto, aunque podría extenderse hasta 360 días. Los ganadores de esos comicios completarán el actual periodo presidencial y legislativo hasta 2025. Mientras tanto, Lasso gobernará por decreto, bajo la supervisión de la Corte Constitucional.
Este recurso, conocido como "muerte cruzada" porque disuelve ambos poderes del Estado, fue incoporado a la constitución ecuatoriana en 2008, por la reforma promovida por el ex presidente Rafael Correa. Lasso lo activó ante la inminencia de su destitución por el parlamento. Es acusado de peculado, por haber continuado un contrato petrolero, sancionado antes de su asunción, a pesar de las advertencias de la fiscalía. El monto en cuestión es de 6 millones de dólares. El correísmo es el principal promotor de la destitución de Lasso. “Venían por mí, luego por la fiscal, luego por el contralor, por el procurador y por más instituciones del Estado”, acusó para justificar el autogolpe. Correa se encuentra exiliado en Bélgica, luego de haber sido condenado a 8 años de cárcel por delitos de corrupción. Correa propició la reforma constitucional que habilita la disolución del Parlamento para sortear sus disputas con el viejo sistema parlamentario (bicameral) copado por la oligarquía terrateniente y las cámaras empresariales. Ahora, el oficialismo, en abrumadora minoría en la Asamblea Nacional, enfrentaba un impasse debido al continuo veto del parlamento a sus medidas, pero esta vez bajo la dirección del bloque que responde a Correa. Por su parte, Lasso había decidido estancar todo el trabajo parlamentario que contrariara su política económica – baja de impuestos a las patronales, indexación de la deuda pública y privada, suba de precios de combustibles y gas, entre otras.
Lasso es un empresario de derecha que llegó a la presidencia luego de la caída de Lenin Moreno, quien lo había vencido en las presidenciales de 2017. Los capitalistas lo acogieron con entusiasmo pero éste se fue enfriando a medida que aparecían las primeras dificultades políticas. En febrero pasado, Lasso perdió por paliza un referéndum, que precipitó la crisis terminal de su gobierno. Actualmente, la deuda ecuatoriana cotiza por el piso.
La decisión de Lasso ha contado con el apoyo inmediato del gobierno golpista de Perú. Estados Unidos también le ha dado su respaldo y aseguró que sus relaciones diplomáticas "siguen fuertes". En el mismo sentido se han expresado la cámara de comercio de Quito y las asociaciones industriales. Lasso ha respondido a este apoyo decretando una rebaja de impuestos a las empresas y a la clase media acomodada de las ciudades. Las Fuerzas Armadas, que habían permanecido expectantes, también han dado su apoyo al gobierno asegurando que “defenderán la Constitución contra todo acto de violencia".
Ecuador atraviesa una severa crisis política desde hace años. Su empobrecida población ha protagonizado dos rebeliones populares en el último período. Además, la violencia narco, principalmente en los poblados fronterizos y en los cordones urbanos, se ha convertido en un flagelo. Lasso ha respondido a la crisis social habilitando el uso de armas por parte de la población y militarizando la vida cotidiana.
El decreto de muerte cruzada ha sido denunciado por la Confederación indígena (CONAIE) como la instalación de una dictadura. Correa, por su parte, ha denunciado en esta misma línea a Lasso y ha asegurado que de resultar ganadora su formación política, Unión por la Esperanza, retornará al país “para sacarlo del abismo”.
Por lo pronto, ninguno de los bloques políticos opositores ha convocado a movilizarse contra el gobierno. La CONAIE, apuesta a una presentación electoral mediante su brazo político, Pachacutik. Ha rechazado realizar alianzas electorales, aunque luego en el Parlamento oscile entre el gobierno y la oposición. El gobierno sabe que se encuentra en el peor momento de su gestión. Los niveles de aprobación de Lasso están por el suelo. El apoyo internacional a su gestión es su mayor baluarte. El correísmo apuesta a que su victoria en las municipales de febrero -cuando conquistó las alcaldías de Quito y Guayaquil, las ciudades más importantes- sea un peldaño para su retorno a la presidencia.
La inexistencia de un partido obrero y un polo revolucionario acentúa la crisis de las masas, que ha sido traicionada por la CONAIE en las últimas rebeliones populares. Ecuador se encuentra a las puertas de un nuevo choque entre las masas y el Estado, el correísmo y el indigenismo nacionalista.
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