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Cómo los socialistas resisten los golpes de la derecha (II)

Escribe John Riddell

Hacia un Frente Único contra el fascismo.

Tiempo de lectura: 10 minutos

Para 1920, el movimiento de la clase obrera necesitaba con urgencia encontrar un camino hacia la resistencia efectiva a tales amenazas derechistas, incluso cuando estos ataques tomaron la forma de un golpe militar que reemplazó a un gobierno capitalista por otro.

La iniciativa para la acción unificada de la clase trabajadora provino de los comunistas en Alemania (ver “Los orígenes de la política del Frente Único”). El 8 de enero de 1921, el KPD dirigió una carta abierta a todas las demás organizaciones de trabajadores más destacadas, proponiendo una acción común en torno a nueve demandas, que representan objetivos que todo el movimiento obrero tenía en común. Los dos primeros objetivos marcaron la pauta: luchas salariales en nombre de todos los trabajadores y aumento de las pensiones. Una de las demandas abordó la amenaza de los enemigos de extrema derecha de la República de Weimar:

“7. Desarme y disolución de destacamentos burgueses armados y formación de organizaciones de autodefensa obrera” (1).

Conceptualmente, la “Carta Abierta” [Así se denominó al llamado a la unidad obrera] fue, en cierto sentido, un retorno al espíritu del Programa de Erfurt rechazado por Rosa Luxemburgo en diciembre de 1918. Ofreció un “programa mínimo” de metas inmediatas que se fijarían junto con el objetivo revolucionario de derrocar al gobierno capitalista y establecer un gobierno de los consejos de trabajadores. Pero la Carta Abierta planteó el programa de acción de una manera novedosa: como una plataforma para una alianza de las principales organizaciones de trabajadores.

Los líderes del SPD y otras importantes organizaciones de trabajadores rechazaron la iniciativa de la Carta Abierta del KPD. No obstante, los comunistas alemanes siguieron este enfoque y ganaron un apoyo significativo de las bases. Más tarde ese mismo año, el enfoque de la Carta Abierta fue respaldado por toda la Comintern. El llamado de la Internacional al frente único, por sugerencia de Lenin, incorporó una tesis sobre la experiencia bolchevique de unidad con los rivales mencheviques en 1917 y antes. Inexplicablemente, esta tesis no menciona los eventos de Kornilov(2).

La nueva política, denominada “frente único”, se aplicó durante tres años con cierto éxito.

Por ejemplo, el 26 de agosto de 1921, un destacado político burgués alemán y opositor de la clase trabajadora, Matthias Erzberger, fue asesinado por una corriente de extrema derecha. Los comunistas se unieron a la construcción de las protestas populares masivas que siguieron su asesinato. Volvieron a desempeñar este papel durante el estallido de bronca popular que siguió a un asesinato similar, el 24 de junio de 1922, de otro prominente estadista burgués, Walter Rathenau. En esta segunda ocasión, el KPD propuso una serie de medidas por parte del gobierno alemán para acabar con los grupos ultraderechistas, fascistas y proto-fascistas que abogan por la violencia contra la República(3).

Los enérgicos esfuerzos del KPD para construir las protestas de Erzberger y Rathenau mostraron una concepción amplia e inclusiva del frente único. Incluso algunas fuerzas burguesas en ocasiones podrían ser incorporadas en acciones antifascistas, teniendo cuidado de no entregar la independencia política de la clase trabajadora.

Resistencia al fascismo italiano

El siguiente gran asalto a los derechos democráticos de los trabajadores surgió con el ascenso del fascismo en Italia en 1921-1922. Liderados por Benito Mussolini, los fascistas libraron una guerra brutal contra las organizaciones de trabajadores, con el apoyo encubierto de la policía y el ejército, antes de finalmente alcanzar el poder a través de la amenaza de una “Marcha sobre Roma”.

El fascismo era entonces un fenómeno nuevo y el Comintern aún no había elaborado una respuesta adecuada. El Partido Comunista Italiano, formado en enero de 1921, se opuso a una amplia acción unida contra el fascismo, y el liderazgo de la Internacional en Moscú no insistió en la necesidad de una corrección. El error de los comunistas italianos ayudó a allanar el camino hacia la victoria de los fascistas, un revés desastroso para el movimiento obrero. (Ver “Torpeza y recuperación tardía: el Comintern y el fascismo italiano”).

El 30 de octubre de 1922, cinco días antes de la apertura del Cuarto Congreso Mundial de la Comintern, Benito Mussolini asumió el poder en Italia. Los delegados del Congreso de varios de los principales partidos señalaron la necesidad de una respuesta de frente único. Momentos antes de la clausura del congreso, Zinoviev declaró: “Debemos lograr convertirnos en la vanguardia de toda la lucha antifascista”. Poco después de la clausura del Congreso, el Comité Ejecutivo de la Comintern aclaró que la defensa necesaria debería adoptar la forma de un frente único.

Pero, ¿qué era lo que el Comintern buscaba defender contra el fascismo? Los trabajadores y sus organizaciones necesitaban defensa física de los ataques fascistas a la clase obrera, sin duda, pero había más cosas en cuestión. Las campañas de Erzberger y Rathenau habían protestado por el asesinato de unos políticos capitalistas hostiles a la clase trabajadora. Los frentes únicos contra el golpe de Kapp y antes, en Rusia, contra el golpe de Kornilov en 1917, habían bloqueado los esfuerzos de la extrema derecha para derrocar a los gobiernos capitalistas que estaban ellos mismos reprimiendo a la clase trabajadora. Una campaña del Comintern en 1922 sobre Austria defendió, entre otras cosas, la soberanía de esta república burguesa.

Sin embargo, en Alemania, la brutal contrarrevolución de 1919 que incluyó a Luxemburgo y Liebknecht entre sus miles de víctimas se llevó a cabo bajo la bandera de la democracia parlamentaria. En la convención del KPD de agosto de 1922, el líder del KPD, August Thalheimer, habló de “defender a la república [alemana] contra los ataques monárquicos”. Sin embargo, en el Cuarto congreso de la Comintern, Karl Radek, dirigente del Comintern, respaldó las críticas de la líder del KPD, Ruth Fischer, a la conducta del KPD durante la campaña de Rathenau, diciendo en el Cuarto Congreso Mundial que los comunistas “no deberían correr tras el cadáver de Rathenau gritando ‘república, república’”. Zinoviev habló en términos similares.

De hecho, existía una clara distinción entre defender los derechos democráticos incrustados en la república burguesa alemana contra un golpe de derecha y defender la República de Weimar como forma de gobierno. Pero, lamentablemente, la necesidad de una defensa antifascista unida se planteó demasiado tarde en el Cuarto Congreso para explorar esta cuestión(4).

Algunos años después del Congreso, la delegada italiana Camilla Ravera relató un comentario de Lenin sobre este tema en una reunión con los delegados italianos celebrada en vísperas del IV Congreso. “La clase trabajadora siempre lucha por ganar y defender los derechos democráticos, incluso si están limitados por el gobierno burgués”, recuerda que dijo Lenin. “Y cuando los pierde, lucha por reconquistarlos, y busca aliados para esa lucha”. Este relato no tiene eco en otros informes del congreso de 1922, pero es consistente con las opiniones de larga data de Lenin y expresa bien el tema central ante los delegados del Cuarto Congreso(5).

Clara Zetkin sobre la unidad contra el fascismo

Después del Cuarto Congreso, la Comintern lanzó una iniciativa de lucha unida contra el fascismo, que llevó a una conferencia internacional de 250 delegados de una docena de países en Frankfurt am Main, Alemania, del 17 al 20 de marzo de 1923(6).

Clara Zetkin desempeñó un papel de liderazgo en estos esfuerzos, quien ayudó a abrir un camino por el frente único en Alemania y la Internacional. (Ver “La lucha de Clara Zetkin por el Frente Único”). La resistencia unida contra el fascismo se convirtió ahora en el marco en el que los socialistas revolucionarios se unieron a su herencia anterior a 1917 de defender los derechos democráticos contra todas las formas de represión capitalista, y tomaron amplias iniciativas contra la amenaza de la tiranía de extrema derecha.

Cuando el Comité Ejecutivo del Comintern se reunió en un pleno ampliado en Moscú del 12 al 23 de junio de 1923, la resistencia antifascista fue un punto central de la agenda, y Zetkin fue elegida para dar el informe principal al respecto(7).

La urgencia de este informe fue subrayada por la noticia de que un golpe militar de derecha en Bulgaria, tres días antes del pleno, había derrocado el régimen de base parlamentaria de un partido campesino de izquierda. El Partido Comunista Búlgaro, considerado en general como el más fuerte y experimentado fuera de la Rusia soviética, reaccionó declarando su neutralidad, alegando que el golpe representaba una disputa interna dentro de la burguesía en la que los trabajadores no tenían ningún interés.

El pleno del Comité Ejecutivo condenó enérgicamente la pasividad de la sección búlgara. Zinoviev llamó a los trabajadores búlgaros a unirse a la lucha contra el golpe de Estado con las masas campesinas lideradas por Aleksandar Stambolijski y con otros líderes de su Unión Agraria. (Ver “El tercer pleno ampliado”)(8).

La transcripción de Pleno incluye tres breves menciones del episodio de Kornilov, incluido el escueto comentario de Zinoviev: “Ahora debemos aliarnos con el maldito Stamboliyski. Los bolcheviques se unieron a Kerensky contra Kornilov ” (9).

El informe de Zetkin explicó lo que está en juego para los trabajadores en la lucha contra el fascismo y movimientos similares que buscan establecer una dictadura de derecha. La parte final de su célebre discurso resume la evaluación del Comintern de cómo la lucha antifascista unida se vincula con la perspectiva de la victoria revolucionaria.

Los siguientes párrafos, tomados de la conclusión de la presentación de Clara Zetkin sobre la unidad antifascista en el Tercer Pleno Ampliado de la Comintern, merecen ser citados extensamente. Sirven como un resumen adecuado de las primeras conclusiones de la Comintern sobre la unidad contra los fascistas y la extrema derecha:

“En la actualidad, el proletariado tiene una necesidad urgente de autodefensa contra el fascismo, y esta autoprotección contra el terror fascista no debe descuidarse ni un solo momento. Está en juego la seguridad personal y la propia existencia de los proletarios; está en juego la supervivencia de sus organizaciones. La autodefensa proletaria es la necesidad del momento.

No debemos combatir el fascismo como lo hicieron los reformistas en Italia, que les suplicaron que ‘me dejen en paz y luego yo los dejaré a ustedes en paz’. ¡Por el contrario! Enfrentar la violencia con violencia. Pero no violencia en forma de terror individual, eso seguramente fracasará. Sino violencia como el poder de la lucha de clases proletaria organizada y revolucionaria.

Ya hemos comenzado aquí en Alemania hacia la autoprotección organizada de la clase trabajadora contra el fascismo formando los destacamentos de fábrica. Estas unidades de autodefensa necesitan ser expandidas e imitadas en otros países como base para el éxito internacional contra el fascismo [...]

La autodefensa proletaria contra el fascismo es una de las fuerzas más poderosas que impulsan el establecimiento y fortalecimiento del frente único proletario. Sin el frente único es imposible que el proletariado se defienda con éxito. Por tanto, es necesario ampliar nuestra agitación en las fábricas y profundizarla.

Nuestros esfuerzos deben superar sobre todo la indiferencia y la falta de conciencia de clase y solidaridad en el alma de los trabajadores, que dicen: ‘Que los demás luchen y actúen; eso no me concierne’. Debemos inculcar a cada proletario la convicción de que es asunto suyo. ‘No me dejes fuera. Debo estar ahí. La victoria está a la vista’.

Cada proletario debe sentirse más que un simple esclavo asalariado, una hoja al vientos y tormentas del capitalismo y de los poderes fácticos. Los proletarios deben sentirse y comprenderse a sí mismos como parte de la clase revolucionaria, que refundará el antiguo estado de los propietarios en el nuevo estado del sistema soviético.

Sólo cuando suscitemos la conciencia de clase revolucionaria en cada trabajador y encienda la llama de la determinación de clase, podremos lograr preparar y llevar a cabo militarmente el necesario derrocamiento del fascismo. Por brutal que pueda ser la ofensiva del capital mundial contra el proletariado mundial durante un tiempo, por muy fuerte que se enfurezca, el proletariado finalmente se abrirá camino hasta la victoria.

A pesar del fascismo, vemos a la economía capitalista, el estado burgués y el dominio de clase en declinación. Los síntomas de la decadencia y desintegración fascista en la sociedad burguesa nos hablan fuerte y penetrantemente de la victoria venidera, siempre que el proletariado luche con conocimiento y voluntad en un frente único. ¡Eso es lo que debe ser!

Sobre el caos de las condiciones actuales, la forma gigante del proletariado se levantará con el grito: “¡Tengo la voluntad! ¡Tengo el poder! ¡Yo soy la lucha y la victoria! ¡El futuro me pertenece! ” (10).

Epílogo

Un año después del Tercer Pleno Ampliado de 1923, el Quinto Congreso Mundial de la Comintern dejó de lado su política de unidad militante antifascista. El congreso afirmó que la socialdemocracia y el fascismo eran fundamentalmente similares, una posición que cerraba el camino a los esfuerzos por la unidad antifascista con las organizaciones de trabajadores no comunistas. (Ver “El Quinto Congreso olvidado”, de Joel Geier).

Posteriormente, la política de unidad del Comintern vaciló. Una campaña unida en Alemania en 1926 mostró el poder de la acción unida de los trabajadores (ver "Cuando la socialdemocracia y el comunismo actuaron juntos"). Durante 1928-1935, sin embargo, el Comintern volvió a rechazar los esfuerzos por la unidad con otras corrientes antifascistas, que allanó el camino hacia la victoria de Hitler en 1933 en Alemania.

Durante la década de 1930, el auge de la asesina represión estalinista en la Unión Soviética infectó al Comintern. Muchos de sus partidos se vieron envueltos en acciones represivas contra otras corrientes del movimiento obrero y disidentes dentro de las filas comunistas.

El discurso de Zetkin de 1923 sobre el fascismo se erige como el punto culminante de los esfuerzos de la Comintern para dar una expresión revolucionaria al compromiso de larga data del movimiento socialista con la defensa de los derechos democráticos de los trabajadores contra la represión de derecha. Sus palabras conservan su validez para los socialistas de hoy.

LEER MÁS

Cómo resisten los socialistas a los golpes de Estado de derecha (I) Escribe John Riddell

Cómo resisten los socialistas los golpes de Estado de la derecha (III) Escribe John Riddell

Notas

1 Riddell, ed., To the Masses, págs. 1061–3; Broué, Revolución alemana, págs. 468-73.

2 Riddell, ed., Toward the United Front: Actas del Cuarto Congreso de la Internacional Comunista, 1922, Leiden / Chicago: Brill / Haymarket Books, 2012, p. 1171. La convocatoria de 1921 para un frente unido está disponible en línea: desplácese hacia abajo hasta el apéndice de las Tesis sobre tácticas.

3 Broué, Revolución alemana, págs. 615–6.

4 Los tres párrafos precedentes están adaptados de Riddell, ed., Toward the United Front, págs. 18-19.

5 Ibíd., P. 19.

6 Para documentos de la conferencia, vea Clara Zetkin, Fighting Fascism: How to Struggle and How to Win, ed. Mike Taber y John Riddell, Chicago: Haymarket, 2017, págs. 77–88

7 Para las actas del Pleno Ampliado del Comité Ejecutivo de 1923, véase Taber, ed., Communist Movement at a Crossroads, págs. 381–694.

8 Taber, ed., Movimiento comunista en una encrucijada, págs. 29-30.

9 Taber, ed., Movimiento comunista en una encrucijada, p. 479.

10 Zetkin, Fighting Fascism, págs. 64–66.

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