Escriben Matías García y Fede Fernández
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El día jueves 31 se llevó a cabo una asamblea en la facultad de Sociales de la que participaron 400 estudiantes y el conjunto de organizaciones con excepción de la UES, actual conducción del centro de estudiantes, la “pata peronista” del espacio yacobittista en la UBA. Esta conducción del Centro, desde su victoria en 2019, no convocó jamás ninguna instancia de organización. La numerosa asamblea dio cuenta de un estado de deliberación que recorre al conjunto de los estudiantes.
Se produjo un debate político. Para el kirchnerismo la función de la asamblea estudiantil se circunscribía a un apoyo a la candidatura oficialista de Sergio Massa, esto en un cuadro de disolución del aparato del estatal y del régimen político, como lo expresa la reciente “rebelión” de intendentes y gobernadores peronistas ante la negativa a pagar el bono decretado por Massa. Esta consigna representa un cheque en blanco a los ajustadores “nacionales y populares”, que a cuenta del FMI están conduciendo a la Argentina a un escenario hiperinflacionario y de mayores confiscaciones contra los trabajadores. El argumento de “lo que viene con Milei es peor que lo que hay ahora” (osea ellos mismos) y “hay que defender nuestros derechos y la educación pública”, ignorando la responsabilidad total de su gobierno en la avanzada privatista en la educación, en el vaciamiento educativo y su responsabilidad en el cercenamiento de los derechos democráticos del movimiento estudiantil como la suspensión de las elecciones universitarias. A cuarenta cuadras, en Filosofía y Letras, los propios kirchneristas que dirigen esa facultad y ese centro de estudiantes huyeron de una asamblea autoconvocada como consecuencia del rechazo que produjo la eliminación de dos franjas horarias diarias.
El papel del FITU y NMAS se centró en advertir la inminencia de un ascenso fascista en Argentina. Su consigna “Enfrentar a Milei es una necesidad”, por un lado, omite el papel del actual gobierno en la destrucción de las condiciones de vida de los trabajadores. “La noche negra” que presagia esta izquierda, por otro lado, se adelanta demasiados casilleros a la hora de sacar conclusiones: no hay, por el momento, rastro de ningún movimiento fascista de masas en el país. De imponerse en las urnas, los votantes de Milei deberán primero confrontar con su programa una vez que se ponga en práctica, el hipotético gobierno libertariano deberá resolver sus alianzas parlamentarias, eventualmente desplazar al parlamento mediante la acción callejera... Pero incluso si todo esto se precipitara ahora mismo, como indica la izquierda democratizante, los planteos que ella ofrece no se corresponden con el alcance que le dan a los planes de Milei. En pocas palabras: frente al “avance del fascismo”, la política de los izquierdistas es… exigirle un paro y un “plan de lucha” a la CGT, es decir al principal aliado del gobierno Fernández-Massa. La centralidad que la izquierda democratizante asigna a Milei hace caso omiso del derrumbe de los partidos históricos de la burguesía genera y de las posibilidades que esto ofrece para una intervención general de los trabajadores. Estamos, en definitiva, ante un guiño al voto a Massa. Mientras Gabriel Solano dicta cursos sociológicos en Twitch sobre las condiciones sociales para que surja el fascismo, la “juventud” del PO oficial se abraza con lo que le queda a la “campaña del miedo” del oficialismo K.
La resolución más importante de la asamblea fue un plan de “denuncias y exigencias” a la UES, la conducción pejota-radical del centro que ya dejó varias veces en claro que no representa ninguna posibilidad de organización para los estudiantes. Los K exigieron que el Centro de Estudiantes “se ordene institucionalmente”, al menos en lo que ellos consideran; que convoque a comisiones directivas, a la comisión revisora de cuentas, que presente los balances de las actividades comerciales del centro, etc. El FITU y NMAS aportaron la exigencia a “una asamblea” del Centro para votar en bloque el paquete completo. En otras mociones se comprobó que la asamblea no era dominada enteramente por el kirchnerismo; de hecho, a medida que pasaba el tiempo algunas mociones -repudio al recorte en Filo, justicia por Facundo Molares- fueron victorias del sector independiente. De conjunto, esta primera asamblea no resolvió ningún plan de lucha. Política Obrera votó en contra de la línea de exigencias a la burocracia sindical y estudiantil.
Como ocurre ya desde hace un tiempo, kirchneristas e izquierdistas tenían anudada con anterioridad una cantidad absurda de larguísimas mociones y contramociones. En su mayoría no fueron discutidas ni planteadas en las intervenciones de la asamblea, lo que terminó desvirtuando el resultado, ya que el armado de mociones y la votación dura mucho más que la propia deliberación. Este problema “de método” revela el enorme desinterés por organizar un movimiento real de lucha.
La intervención de Política Obrera contrastó con el conjunto de intervenciones. Planteamos que el voto a Massa era un suicidio colectivo, porque se trata de la variante de continuidad de un gobierno en disolución, responsable del desmadre economico. Sobre el debate alrededor del fascismo, expresamos que en cualquier escenario este se va a resolver con la lucha de clases, no con la papeleta electoral. Propusimos la convocatoria a una gran movilización el 16 de septiembre ante el aniversario de La Noche de los Lápices y convocamos a impulsar las autoconvocatorias y asambleas que discutan la crisis nacional y preparen un Congreso Obrero y una huelga general que ponga en pie al país y luche por el poder político.
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