Escribe Myriam Álvarez
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El próximo encuentro nacional de mujeres se realizará en Bariloche, hermosa ciudad y atractivo turístico de fama mundial.
Pero, ¿cuál es la situación de las trabajadoras en este lugar paradisíaco? Percibe bajos salarios y debe cumplir extensas jornadas laborales. Las horas extras son poco menos que obligatorias, cuando no se trabaja a destajo, superando las horas de cualquier convenio, sin reconocimiento dinerario, para tratar de cubrir la olla, cuando la inflación destruye la economía familiar, o para no perder el trabajo.
El empleo se distribuye mayoritariamente entre la industria del chocolate, el comercio y el turismo -que incluye a hoteles y gastronomía- y los hospitales y toda el área de Salud, además de múltiples variantes de trabajo informal. Las jornadas ´normales´ no bajan de diez a doce horas. “No tengo vida, estoy enterrada en la fábrica”, es la sentencia habitual de las obreras del chocolate. Lo mismo cabe para la compañera del hospital que cumple doble turno. Si alguna no quiere sumarse a la extensión laboral, sufre represalias. Está implícito en el diseño de producción y, en el caso de la Salud, es exigido para cubrir los puestos vacantes y la falta de personal. Así como cada año llegan nuevos habitantes a la ciudad, también se produce un éxodo sistemático por los bajos salarios, la falta de alquileres y acceso a la vivienda.
La vida en Bariloche es dura, pero no sólo por su riguroso clima. Otro factor perjudicial en la rutina laboral son las graves falencias del transporte público, que atraviesa una crisis cada vez más profunda. Hasta 2010, había dos empresas de transporte urbano que empleaban a 450 trabajadores; hoy, hay una sola, con la mitad del plantel, casi 250 empleados, mientras la población y el ejido urbano se expanden cada vez más. Esta brusca disminución del servicio repercute deteriorando las condiciones de vida. Todos los gobiernos -desde el "Frente para la Victoria" en su oportunidad y hoy "Juntos Somos Río Negro"- han contribuido en el perjuicio del servicio. Las compañeras y compañeros gastronómicos y hoteleros, desde la pandemia, ya no cuentan con colectivos por la noche, a la salida de sus trabajos, para volver a sus hogares.
Un kilo de chocolate cuesta entre 16.000 a 20.000 pesos. Hay 20 fábricas instaladas en la ciudad, con sus respectivas tiendas y derivados, pastelería y confitería. Si bien cinco son las que lideran el negocio, ninguna pierde, como resultado de una ecuación que combina la explotación laboral y los altos costos en la venta del producto, prohibitivo para la clase obrera. Es una de las industrias más prósperas más allá de Bariloche: las marcas se expanden en franquicias en el país, en el exterior y en el negocio inmobiliario.
Alrededor de 2 000 trabajadores y trabajadoras producen más de 2 000 toneladas de chocolate al año.Es una industria que emplea bajo diferentes modalidades: efectivos, efectivos temporarios -los primeros en ser llamados en cada temporada, tanto en verano como en invierno-; contratos de temporada sin vínculo laboral permanente, contratos eventuales de 15 días, y toda clase de abusos en la modalidad de contratación. El gobierno municipal de "Juntos Somos Río Negro", las patronales, la cámara empresaria, los colegios de oficio y el sindicato de la alimentación STIA, acordaron explotar a estudiantes con la modalidad de pasantías. El estado municipal paga un porcentaje significativo de las mismas. No existen jardines de infantes, en un ámbito donde predominan las mujeres a cargo del hogar.
La situación de la mujer en Bariloche reproduce las relaciones de opresión que sufrimos todas en todo el país, en todo el mundo. En el próximo encuentro batallaremos por un plan de lucha por todos nuestros derechos.
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