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El jefe de la CIA, William Burns, arribó al país este miércoles, de manera sorpresiva, como suele hacer, por las medidas de seguridad que demandan su cargo. La gacetilla oficial informa que mantuvo reuniones con el jefe de gabinete, Nicolás Posse, el titular de la AFI, Silvestre Sívori, y con la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en compañía del hiperactivo embajador norteamericano, Marc Stanley. La última vez que un jefe de la agencia norteamericana visitó el país fue hace 14 años.
La repentina presencia de Burns se inscribe en una intensa actividad del gobierno de Joe Biden dirigida a la gestión de Javier Milei. En febrero, estuvo en Argentina el secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken; poco después, también hizo un viaje repentino Gita Gopinath, la número dos del Fondo Monetario Internacional; y en abril volverá al país Laura Richardson, la jefa del Comando Sur. En enero de este año, apenas asumió Milei, Posse y Sivori visitaron las oficinas de la CIA en Washington.
Varias preocupaciones recorren al imperialismo norteamericano. El programa de Milei genera dudas sobre la viabilidad de su proyecto político. Los representantes norteamericanos auscultan cotidianamente el estado de situación a través de intercambios frecuentes con funcionarios y con representantes de la oposición y de la burocracia sindical. El “pacto de mayo” que Milei anunció el 1 de marzo fue inducido por los operadores yanquis para ampliar los acuerdos con los gobernadores y los bloques legislativos.
La posición argentina es muy cara a los intereses estratégicos del imperialismo, una pieza clave en la reorganización de la cadena de suministros y los dispositivos de guerra internacional que Estados Unidos promueve con dirección a Rusia, pero, sobre todo, China.
“La llegada del funcionario de alto nivel del gobierno estadounidense forma parte de una agenda de trabajo común entre ambos países en materia de inteligencia y de lucha contra el terrorismo”, reza la información oficial. “Para el caso, hace unas semanas, estuvo en la Argentina una alta delegación de agentes israelíes conversando con sus pares argentinos sobre las relaciones estrechas que mantienen ahora Irán y Bolivia”, apunta Clarín (20/3). Clarin involucra también al Mossad en la reorganización de los servicios de Inteligencia. “Posse y Sívori conocen este complejo asunto transnacional y se mostraron inclinados a compartir información y trabajar de manera conjunta con los espías de la CIA desplegados en la Argentina”, apunta Infobae (20/3). “En cuanto a Estados Unidos, que acaba de firmar con la Administración General de Puertos de Argentina (la AGP) un acuerdo histórico para que ingenieros militares del Ejército de ese país participen en la capacitación y programas de cooperación en la Hidrovía del Paraná-Paraguay, les preocupa la participación china en las telecomunicaciones, en la licitación del 5G. Le importan las actividades de la base de exploración lunar China en Neuquén y recela de cualquier presencia militar y logística china en Tierra del Fuego” (Clarín, ídem). La embajada norteamericana vetó, bajo el gobierno anterior, que el dragado de la Hidrovía del Paraná quedara en manos de una empresa china. Por allí pasa el 80 % de las agroexportaciones del país e involucra en el comercio mundial a Argentina, Paraguay, Brasil y Uruguay.
Simultáneamente con la visita de Burns al país, la vice Victoria Villarruel aprovechó una entrevista televisiva para diferenciarse de Bullrich, su rival en la interna palaciega por el control de los resortes de Seguridad y Defensa. Dijo no estar de acuerdo con el involucramiento de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad interior, debido a que el “plexo jurídico” no avala el enfrentamiento de militares con civiles. Señaló que “En los ‘70 se combatió al terrorismo, y ¿dónde están los que lo combatieron? Presos”, dijo en referencia a los represores. Más tarde, Bullrich y Luis Petri, el ministro de Defensa, le respondieron que para eso propiciaban una reforma de la ley de Seguridad interior. El narcotráfico ha sido redefinido como “terrorista”- para justificar el conflicto armado interno. Bullrich ha protagonizado, en poco más de 100 días, varias provocaciones en su búsqueda incesante de ´complots´ terroristas.
Las versiones, sin embargo, hablan de una fractura más profunda. Villarruel quiere devolver a las FFAA un protagonismo estratégico. Milei, Mondino, Bullrich, Posse, en cambio, pretenden convertirlas en sucursal del Pentágono. La purga de generales que propició el gobierno apenas asumió no resolvió ese conflicto, aunque propician un rearme en alianza con Washington: los altos mandos se han involucrado en la compra -todavía pendiente- de 24 aviones de combate F 16 estadounidenses que tiene Dinamarca y se pronunciaron abiertamente por la negativa para la adquisición, en su lugar, de las aeronaves chinas Thunder en tiempos de Jorge Taiana en el Ministerio de Defensa (Letra P, 5/1).