Una nueva crisis financiera mundial “en tiempo de descuento”

Escribe Jorge Altamira

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Una nueva crisis financiera ocupa a los diarios especializados. En momentos en que la Fed, el Banco Central de Estados Unidos, prevé el comienzo de una onda de reducción de su tasa de interés de referencia, las miradas se centran en las hipotecas del sector inmobiliario comercial de Estados Unidos, que acumula deudas declaradas en situación de impago por 270.000 millones de dólares (Financial Times, 20/3). La mora afecta, principalmente, a los bancos regionales, pero alcanza al conjunto del sistema financiero por cuanto una masa de los créditos destinados a la compra de oficinas comerciales fueron transformados en bonos que se cotizan en el mercado abierto. El año pasado, por esta misma fecha, se desató una cadena de crisis de bancos regionales, que amenazó a todo el sistema bancario, y se cobró en Europa la vida del legendario Credit Suisse. La razón más destacada de esas bancarrotas había sido la desvalorización sufrida por la cartera de títulos públicos de esas entidades como consecuencia de la suba de tasas de interés de la Fed. Cuando sube la tasa de interés de un título en circulación, su cotización baja en los mercados secundarios, donde los especuladores buscan igualar esa mayor tasa comprando a un precio menor los títulos emitidos a tasas menores. Para hacer frente a esa crisis, las autoridades de Estados Unidos salieron a garantizar la totalidad de los depósitos bancarios, cuando la ley autoriza a hacerlo para depósitos inferiores a 250.000 dólares. El Financial Times estima que hay 250 bancos vulnerables a una crisis y que se registran caídas en los bonos que agrupan a esos créditos. El New York Community Bank se vio forzado a recurrir a una inyección masiva de nuevo capital para evitar una corrida contra su pasivo.

La expectativa de que la Fed reduzca la tasa de interés oficial a mediados de año ha llevado a la mayoría de los bancos comprometidos con estas hipotecas a extender el pago de la deuda a lo largo de 2024. La misma expectativa explica una subida de la compra de los títulos del Tesoro norteamericano e incluso de obligaciones privadas, pues una reducción de la tasa de interés incrementaría la cotización de esos bonos sobre su valor actual. La consecuencia de todo esto sería un incremento fenomenal de la deuda pública y privada, cuando el tamaño alcanzado por esta deuda es el talón de Aquiles mortal del sistema financiero. Una corriente de las finanzas internacionales aboga, para evitar nuevos niveles de endeudamiento, para que los bancos centrales prosigan con una política de tasas de interés elevadas, de forma de obligar a los deudores a cancelar pasivos y ‘limpiar’ sus balances, incluso si el precio a pagar fuera desencadenar algunas quiebras financieras. El Financial Times alude expresamente a “la resaca creada por décadas de endeudamiento barato”. Denuncia, asimismo, que una reducción de la tasa de interés oficial equivaldría a “un rescate” por parte de la Fed. Los mercados financieros, añade, se encuentran acosados por una pila enorme de créditos hipotecarios comerciales baratos, a menudo empaquetados en obligaciones colaterales”.

En resumen, la crisis mundial de 2007/8, seguida en los años ulteriores por otras crisis severas y agravada por último con la enorme asistencia financiera brindada por el Estado a las corporaciones y bancos en la pandemia, se encuentra cada vez más próxima a un nuevo y más alto punto de eclosión. “Estamos en tiempo de descuento”, osa caracterizar el Financial Times. Denuncia el peligro de extender los créditos cuestionados, del orden de los 250 a 300.000 millones y la pretensión de que son recuperables de dólares. “Los defaults se encuentran en aumento”, en comparación con el primer trimestre de 2023. “El número de bancos con problemas, en Estados Unidos, ha aumentado un 19 por ciento, en tanto que las provisiones por incumplimiento son débiles” (Financial Times, 7/3). Las valuaciones de la propiedad comercial se ha derrumbado y los espacios disponibles oscilan en un 20 por ciento. La crisis no se confina a Estados Unidos: “La calamidad hipotecaria norteamericana ha llegado a Europa” (13/3). Alude a la situación del Deustche Pfandbrief Bank, que “sufre por las tasas de interés y el colapso de la demanda de oficinas”.

The Wall Street Journal (22/3) no augura una salida fácil a esta situación. Incluso si la Fed redujera las tasas de interés, “la nueva normalidad para las tasas hipotecarias será alta”. Señala que la Fed no saldría a comprar bonos respaldados en hipotecas y que, probablemente, venda la totalidad de los que tiene en su reserva. En cualquier caso, aunque baje la tasa de interés, la Fed no recurriría a una venta de los títulos públicos e hipotecarios que compró para financiar el rescate de las grandes corporaciones. Produciría un colapso de los activos de bancos y corporaciones. De un stock de títulos por valor de 400.000 millones de dólares, la Fed acumuló, en su pico, un inventario de 8 billones. Esa masa de dinero sigue, en su mayor parte, rumiando por el mercado a la búsqueda de inversiones lucrativas en descenso. Básicamente, la suba de tasas y la política monetaria han fracasado en el propósito de desinflar los balances empresarios y reequilibrar la economía. En el proceso, Estados Unidos pasó de un superávit fiscal, bajo la administración Clinton, a un déficit anual de alrededor de dos billones de dólares y una deuda pública de 23 billones, el ciento por ciento del PBI. Estados Unidos ha perdido el poder de fuego para operar como garantía última del sistema financiero mundial, incluso del propio del país. Un 25 % de la economía mundial está conformado por empresas ‘zombies’, que no reúnen ingresos suficientes para pagar sus deudas corrientes, con independencia del mercado hipotecario.

El pretendido “aterrizaje suave” que busca la Fed se encuentra comprometido. O sea, una normalización de tasas sin recesión. La recesión ya ha comenzado en Europa, en especial su locomotora alemana. La expansión de los sectores tecnológicos o de Inteligencia Artificial no aseguran ningún tránsito atenuado, en primer lugar porque no son todavía un sector con tracción de la economía mundial. Pero el obstáculo, por sobre todo, es la guerra económica mundial, que bloquea el mercado de China al comercio de semiconductores. En el caso de la Unión Europea, el ‘jamoncito’ entre China y Estados Unidos, la salida elegida a la crisis parece ser la economía de guerra.

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