Escribe Mariano Hermida
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En una reunión informal entre veinte representantes sindicales y el ministro de Economía de la provincia de Buenos Aires, Pablo López, el gobierno les advirtió que “los aumentos no podrán mantener el ritmo de la inflación que tuvieron en los primeros meses del año” (LetraP 9/4). Kicillof abre el paraguas porque en los últimos acuerdos salariales se acordaron paritarias mensuales y hasta ahora no ha convocado a ninguna reunión.
El gobierno y los sindicatos del FUDB (Frente de Unidad Docente Bonaerense) pactaron dos aumentos en lo que va del año que dejaron el salario mínimo actual de una docente de primaria que recién se inicia en $176.464 (Calculador de Haberes de SUTEBA). En el caso del nivel secundario, tomando el cargo de preceptor (la referencia para el nivel) es de $160.422 miserables pesos (ídem). A este salario ultra mínimo se le suman un sinfín de sumas en negro que hacen llegar el salario de bolsillo a los $332.000 para la secundaria y a los $394.000 para el nivel primario en promedio. El salario de maestras y profesores arrastra un retroceso sistemático que ya va por el noveno año consecutivo. A este proceso de confiscación “nacional y popular” hay que sumarle la quita del FONID (incentivo docente) que realizó el gobierno de Milei y que Kicillof se niega a pagar con los fondos de la provincia. Se tratan de sueldos de pobreza, que obligan a trabajar hasta que la salud psíquica y física lo permitan.
Uno de los sindicalistas que participó de la reunión con el gobierno de Kicillof le dijo al medio LetraP (ídem): “Dijo que la discusión salarial no la van a poder mantener como lo venían haciendo. Nos dijeron básicamente que no va a haber un mango. Me dio la sensación de que no va a haber aumento y si hubiere va a estar por debajo de la inflación”. El gobernador que en palabras de Roberto Baradel (SUTEBA) es “amigo de los docentes” justifica su propia motosierra contra los trabajadores de la educación y la escuela pública. En el último cobro hubo miles de irregularidades y miles de compañeros no cobraron la totalidad de sus módulos y horas, sin que el SUTEBA abra la boca al respecto. Kicillof aplicó su propia motosierra.
A las paupérrimas condiciones salariales hay que sumarle el vaciamiento de la obra social IOMA, el estado calamitoso de los edificios escolares, la imposibilidad cada vez mayor de acceder a horas por los altos puntajes en los actos públicos, la rebaja de comida para los comedores escolares y una presión sistemática de inspectores y directivos por garantizar “los 190 días de clases” sin importar en qué condiciones se desarrolla el acto pedagógico.
El último paro nacional de la CTERA (4 de Abril), aunque fue sin preparación y asambleas de base, recibió una adhesión masiva en la provincia de Buenos Aires, lo cual refleja el enorme malestar que recorre a los trabajadores y trabajadoras de la educación, en un contexto de luchas obreras cada vez más crecientes.