Escribe Pablo Busch
Después del acuerdo de la CGT con el gobierno de Milei.
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La paritaria 2023-2024 de los trabajadores de la alimentación finalizó ayer con un acuerdo del 16%: 9% en marzo y 7% en abril. Los aumentos no son acumulativos. El acuerdo firmado por los dirigentes del STIA y la Cámara Empresarial fija un salario básico inicial para marzo de 680 mil pesos y de 720 mil para el mes de abril. La rama avícola, también en discusión, pasó a cuarto intermedio.
El acuerdo salarial, notablemente a la baja respecto de la inflación, no puede leerse por separado del acuerdo político entre el Gobierno y la CGT, que ha llevado a desactivar la conflictividad en las paritarias, especialmente las de la UTA, Camioneros y UOM. La movilización del aparato del sindicato a la cámara empresaria se realizó sin salirse del marco del protocolo de Bullrich. El aumento de “un dígito” por mes es una reivindicación de la política económica de Milei y Caputo.
Lo concreto es que, en los meses de los tarifazos en el gas, la luz y los boletos, los trabajadores de la alimentación percibirán salarios reales inferiores a los de febrero. La conducción del STIA, con Daer y Morcillo a la cabeza, salieron a vender este acuerdo como un triunfo: “contra la inflación interanual de mayo de 2023 a abril de 2024, hemos cerrado un 304% de aumento, por arriba de la inflación”. Nos quieren vender el mismo verso de Milei y Caputo, porque el cálculo que hacen da por sentado que la inflación del mes en curso será de un dígito. Cuando los acuerdos bimestrales son más altos que la inflación, pero pierden con la interanual, la burocracia hace publicidad con el bimestral y se olvida de la interanual. Ahora que el acuerdo bimestral es a la baja, salen a reivindicar la interanual. Por otra parte, Daer y Morcillo no explican por qué un aumento salarial que no pierde con la inflación, deja los salarios de la escala por debajo de la línea de pobreza.
Como hemos repetido, el acuerdo salarial a la baja es clave para forzar a los trabajadores a aceptar cláusulas de flexibilidad laboral, algo que está a la orden del dia en la industria alimenticia. Los premios al presentismo, a la producción, las jornadas en turnos rotativos y las horas extras permanentes, son parte integral de los salarios de los trabajadores, obligados a someterse a este régimen para llegar a una mínima canasta.
No es un detalle menor que el acuerdo, al ser “no remunerativo” a fines previsionales, contribuye al desfinanciamiento de las cajas jubilatorias. Un interés común entre la burocracia y el gobierno de Milei sobre la reforma laboral en discusión se trata justamente de volver a los regímenes privados de jubilación. Desfinanciar a la ANSES en forma sistemática como lo hace la burocracia de la CGT, abre la puerta a la entrada de las AFJP. No extraña a nadie: Daer y compañía ya tuvieron su propia caja de jubilación privada en los 90s, la AFJP Más Vida.
Un punto que ha despertado bronca entre los trabajadores es que, además, de firmar la paritaria en los términos del gobierno, los dirigentes de la Federación se aseguraron un ingreso de $2.300 por trabajador bajo convenio durante los meses de marzo y abril. Se trata de una suma multimillonaria que va a la caja de la Federación en concepto de “formación profesional, acceso a la vivienda, cultura, recreación y turismo y mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores de la alimentación”, todo aquello a lo que la burocracia del STIA no le ha dado ni cinco de pelota.
Para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, necesitamos un aumento salarial del 100% para todos los trabajadores de la alimentación y actualización por inflación. Para derrotar al gobierno de Milei, su reforma laboral, necesitamos una intervención en la escena política de los trabajadores.
Los desafíos que presenta la paritaria de la Alimentación Cómo intervenimos. Por Pablo Busch, 16/04/2024.