Una política para enfrentar los despidos y cierres en la industria textil

Escribe Daniel Blanco

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En los últimos 15 días se acaban de producir 500 despidos de obreros textiles. 124 de la filial catamarqueña de Textilcom, 143 en la filial de la misma firma en La Rioja, y 45 obreros de la empresa AlpaCladd también de La Rioja. A estos 310 despidos, en las últimas horas se sumó la situación laboral de unos 200 empleados de la fábrica textil «Hilanderia Alal» de la localidad de Goya, Corrientes, pues los dueños de la empresa anunciaron el freno total de producción a partir del 1 de junio. Mientras tanto, los trabajadores sólo cobrarán entre el 50% y 70% de sus sueldos.

Previo a esta situación, prácticamente a partir de enero-febrero comenzaron, las suspensiones, despidos por “goteos”, como ocurrió, para citar un ejemplo, con la empresa Australtex de Tierra del Fuego que despidió 15 trabajadores en primera instancia y posteriormente otros 20 y a medida que se fue profundizando la caída de los ingresos de los trabajadores, las empresas se encontraron afectadas en sus ventas, sumando stock.

Según las cámaras empresariales del sector, la caída de las ventas ha llegado al 60 %.

El golpe de gracia lo dio el gobierno al liberar las importaciones agravando todo el panorama.

De acuerdo con un relevamiento realizado por la Fundación Protejer, “el 87% de las empresas del sector textil registró en el primer bimestre de este año una caída de ventas. Además, las firmas consultadas señalaron que tuvieron un retroceso del 35% en la demanda. Casi la totalidad atribuyen esta dinámica a la pérdida del poder adquisitivo de la población”.

Recientemente se realizaron una serie de eventos que reunió al empresariado textil en la Sociedad Rural. Las conclusiones sobre el panorama actual no fueron buenas. Un empresario textil, lo resume así: “Nadie está vendiendo. Los empresarios están muy preocupados. Los gastos fijos subieron entre un 70% y 80%, y las ventas cayeron 60%”. Esos números redundan en el peor final: “Estamos achicando empleados (despidos) porque no sabemos cómo pagarles.

Por su lado, Raúl Hutin, dirigente pyme y fundador de la empresa textil SCALTER, le pone número al apagado de maquinaria: “La recesión afecta profunda y religiosamente. Estamos trabajando al 37% de la capacidad instalada”, lamenta y asegura que “lo peor aún no llegó, como dice el Presidente”.

A esto se suma que las industrias ya no cuentan con tarifas subsidiadas, pagan el costo mayorista real de los insumos, lo que las lleva a pagar tarifas entre tres y siete veces más caras respecto a diciembre del año pasado.

El golpe de gracia vino con la decisión de parte del gobierno de liberar las importaciones lo que retrajo más profundamente las ventas, y con ello se aceleraron la ola de suspensiones, despidos y cierres.

El papel de las burocracias

En todo este escenario están interviniendo la burocracia de la AOT (Asociación Obrera Textil) y el SOIVA (Sindicato Obrero de la Industria del Vestido y Afines) quienes señalaron que “Entre Tucumán, Corrientes, La Rioja y Catamarca hay alrededor de seis mil obreros suspendidos y más de tres mil trabajadores despedidos” dando cuenta que la crisis se está descargando brutalmente sobre las condiciones de vida de los trabajadores, sobre sus fuentes laborales y también los salarios de los obreros que permanecen en la actividad.

En este sentido, la AOT sigue sin poder cerrar la paritaria con los empresarios. El último acuerdo salarial de la AOT venció a fines de abril y a casi un mes no hay novedades sobre nuevas subas. Los trabajadores percibieron incrementos en enero y marzo, cercanos al 34%, con una inflación acumulada anual del 65%.

La conducción al mando del burócrata Benítez tuvo que admitir que hoy el sector exhibe «salarios de miseria que en todos los casos se ubican por debajo de la línea de pobreza según los guarismos publicados por el INDEC y resultan menores que los de otras actividades que ni siquiera utilizan mano de obra especializada».

Con este panorama, Benítez salió al cruce del sector empresarial y culpó a la representación de la Federación de Industrias Textiles Argentinas (FITA) por la actualidad de sus trabajadores. Sin embargo, más allá de los discursos, la dirigencia textil, no ha tomado en todo este tiempo ninguna iniciativa de lucha contra las patronales y el gobierno. En todas las fabricas donde se están produciendo cierres y despidos, se limitan a intervenir en función de disputarle a las empresas el monto de las indemnizaciones, los que les permite sacar una tajada para el aparato del sindicato. Frente a los conflictos que espaciadamente se han producido han intervenido para aislarlos, llevarlos a un cuadro de desgaste y finalmente de derrota.

La ocupación de Textilcom

Frente a todo este escenario, se ha producido la irrupción de los obreros y obreras de la filial catamarqueña de Textilcom que decidieron impedir el desmantelamiento de la empresa que conllevaba el cierre y despido de los 124 trabajadores. Para ello ocuparon la fábrica, que ya lleva varios días. La casa matriz se encuentra en Villa Soldati y la otra filial instalada en La Rioja corrió la misma suerte de su cierre, pero los trabajadores llegaron tarde y no pudieron ocuparla, manteniendo un bloqueo para impedir que puedan retirar las maquinarias.

En la ocupación de la empresa catamarqueña, los obreros se han organizado para cumplir turnos. Ya han realizado varias movilizaciones por la ciudad. En la Casa de Gobierno no fueron recibidos por nadie. En la Legislatura fueron recibidos por varios diputados que prometieron gestionar ayuda.

La política de la patronal ha sido en estos dos años completamente negrera y parasitaria. Las plantas, de gran capacidad y especialización, realizaba tareas de diseño, moldería, confección, estampado, bordado, apliques y terminación y producía para grandes marcas, como Grisino, Cristóbal Colón y Cheeky.

La empresa ocupaba a 134 operarios y operarias (la mayoría son mujeres de entre 20 y 54 años) hoy despedidas. “No queremos subsidios, ni planes. Queremos seguir manteniendo nuestro trabajo”, remarcaron.

La apertura de TEXTILCOM en Catamarca requirió una inversión de 15 millones de dólares para la primera etapa en su planta de tejidos e hilandería, y de otros beneficios en los últimos meses. El gobierno celebraba entonces el empleo privado registrado que iba a generar la textil.

La fábrica se instaló en Catamarca en agosto de 2022, con un beneficioso régimen de promoción para la industria textil y del calzado que el Gobierno Catamarca promocionaba como auspicioso. Sin embargo, a menos de dos años de su funcionamiento ha caído en bancarrota. Sus trabajadores se sienten estafados: “Aquí tiene la culpa la empresa, y el gobierno por hacer política con su apertura en época electoral. El gobierno tiene que poder darnos una solución, ya que ellos tuvieron intervención en el programa de inserción laboral”, resaltó Vanesa Gerez, vocera de la fábrica. De los 130 trabajadores con los que inauguró la fábrica, 30 pertenecían al programa nacional Potenciar Trabajo.

Mientras, la fábrica habría recibido beneficios de Capresca, subsidios provinciales, y créditos del Banco Nación, según los operarios.

Son precisamente las obreras de mayor edad, las que ya tienen una experiencia de lucha y de traiciones de las burocracias, las que ofrecen mayores resistencias a distintas ofertas que se están haciendo para llevar la ocupación a un pantano y a su derrota.

Son también las que han denunciado que el Ministerio nunca controló a esta fábrica. "Tenemos obras sociales impagas, no tenemos descuentos jubilatorios, no nos pagaban las horas extras, y no nos pagaron ahora; nadie controló nunca. Si teníamos que venir los fines de semana veníamos, porque Vilariño siempre alegó que le dábamos pérdida, que la fábrica no rendía”.

Hoy, la intención de las y los trabajadores, que rechazaron la indemnización del 50 por ciento propuesta por la empresa, es conseguir un nuevo inversor para que puedan seguir produciendo. El Ministerio de Industria planteó dos alternativas a la situación: buscar una marca interesada en tomar la mano de obra desocupada, o concretar una cooperativa.

Otra trabajadora sostuvo que “estamos esperando a que aparezca el Gobernador y nos dé una solución, porque cuando se hizo la inauguración, él estuvo acá, se sacó fotos con nosotros y todo. Qué consiga los empresarios para que podamos seguir trabajando; las máquinas están, la mano de obra está. Tienen que traer la materia prima para que trabajemos”.

La ocupación se sostiene por la solidaridad de la población que ha aportado para poder contar con los alimentos y los elementos para movilizarse.

Política Obrera está interviniendo activamente. Plantea que el gobierno estatice la empresa sin pago y que la empresa retome el funcionamiento bajo control obrero: se está debatiendo. En ese contexto, la Juventud de Política Obrera está impulsando un festival solidario, colectas en la UNCA, una campaña de pronunciamientos que se está expresando en las redes.

En paralelo está en discusión la elección de un comité de lucha y la coordinación con los trabajadores textiles riojanos, que ya dispusieron viajar recíprocamente para dar a conocer el desarrollo de sus luchas y un llamado a los trabajadores de las demás textiles instaladas en la provincia para que se sumen a la lucha.

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