Tiempo de lectura: 4 minutos
La lucha del sindicalismo aeronáutico podría representar un punto de viraje en la situación política y del movimiento obrero. El Gobierno es consciente de este desafío. Apuesta a que su desenlace evoque la derrota de la huelga ferroviaria bajo el gobierno de Menem y el consiguiente cierre de ramales y estaciones de ferrocarril. En aquella ocasión fue acompañada por la derrota de una enorme huelga con ocupación de edificios por parte de FOETRA, el sindicato telefónico. Para los historiadores del movimiento obrero internacional, ese mismo punto de viraje lo produjo la derrota de los controladores aéreos norteamericanos, en 1982, que dio aire al gobierno de Ronald Reagan y abrió un período entero de reflujo sindical en Estados Unidos. Lo mismo vale para la huelga del carbón en Gran Bretaña, en 1986, que fue derrotada al cabo de un año. Emparenta a los casos citados la circunstancia de que los gobiernos del momento, con la excepción de Margaret Thatcher, iniciaban su mandato en un cuadro de aguda crisis capitalista y más concretamente de hiperinflación. Otra característica común, verdaderamente clave, fue la nula intervención de las centrales sindicales que preferían, definitivamente, una derrota incluso estratégica del movimiento obrero a la desestabilización de los gobiernos patronales. Mediante la privatización o el desguace de Aerolíneas, el Gobierno pretende meter a fondo la motosierra en la clase obrera organizada; la cuestión de los costos es presentada en forma adulterada y ocupa un lugar secundario.
En efecto, el Gobierno ha comenzado con los despidos en AA y anunció que establecería la llamada "esencialidad" en el transporte aeronáutico, o sea, un ultimátum para que los sindicatos levanten su plan de lucha, cesen las huelgas votadas en asambleas y esto alcance al conjunto de la actividad aerocomercial. La CGT no ha abierto el pico, mientras el kirchnerismo prefiere desviar la atención hacia la “economía bimonetaria”. La privatización de AA no se encuentra en la agenda votada por el Congreso; ha sido puesta, en cambio, en una lista de concesiones o privatizaciones parciales. Milei y sus trolls, en este caso toda la prensa comercial, explotan la circunstancia de que la clientela del servicio aeronáutico es mayoritariamente de clase media para arriba, para desatar una campaña macartista y fascistizante.
Los trabajadores aeronáuticos perdieron en lo que va del año el 72 % del salario. La conducción kirchnerista de los sindicatos aceptó pactar salarios a la baja como ha ocurrido con numerosos sindicatos para evitar, de un lado, una huelga aeronáutica y, del otro, con la expectativa de defender la semiprivatización votada en el Congreso. El Gobierno ha respondido, sin embargo, con una oferta salarial igual a cero. El conjunto del personal aeronáutico percibe salarios muy bajos, en tanto que el de los pilotos es inferior al de la media internacional. Biró, Brey y compañía –los dirigentes sindicales– disimulan la envergadura estratégica del conflicto y no han emplazado a la CGT a declarar una huelga de apoyo, a pesar de la cacofonía de que “la Patria no se vende”.
Lombardo, el presidente de Aerolineas Argentinas nombrado por Milei, no se cansa de repetir que para llegar a una privatización primero hay que convertir a la empresa en competitiva. Esto significa mayor flexibilización laboral y también desguace de rutas. De todos modos se trata de un castillo de arena, porque el negocio del cabotaje exige una tarifa dolarizada a lo largo de un período prolongado de tiempo. Para Sturzenegger, la huelga de los pilotos es un "excelente momento para avanzar con el proyecto de privatización de la aerolínea”, aun cuando sabe que no se encuentra autorizada por ley; nadie compraría tampoco una aerolínea en huelga en un país donde el giro de utilidades se encuentra bloqueado por el cepo, salvo que se incorpore esa compra al RIGI, violando sus disposiciones, porque no se trata de una inversión nueva. En cuanto a la "esencialidad", el "coloso" anunció que "Cuando los trabajadores decidan hacer una medida de fuerza van a tener que mantener una provisión del 50 % del servicio". Además, precisó, la aerolínea va a tener que anunciar la medida de fuerza con cinco días de anticipación y se abrirá una comisión para definir cuáles son los servicios esenciales entre los trabajadores de la empresa. Si no logran hacerlo, intervendrá la Secretaría de Trabajo, que definirá esos servicios que deben cumplirse durante la medida de fuerza. La regimentación de las huelgas demuestra que la "libertad" es sólo para las patronales.
APLA, la Asociación de Pilotos, difundió un comunicado donde anuncia que "las medidas de acción gremial se irán incrementando en impacto y diversificando en su metodología". APLA llamó a sus afiliados y a los no afiliados que trabajan en Aerolíneas Argentinas a mantener la lucha y los reclamos. "El conflicto finaliza cuando se acuerde el monto de recomposición salarial, y todos/as los compañeros sancionados (apercibimientos, suspensiones, despidos) se encuentren en sus puestos laborales y se retrotraigan esas medidas disciplinarias”. Un sector de los sindicatos aeronáuticos, también conducidos por el peronismo, ha negociado, sin embarrgo, por separado aumentos en los términos establecidos por Milei-Caputo.