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El ágape de los ochenta y siete diputados en Olivos ha sido presentado, previsiblemente, como un intento de blindar a futuros vetos presidenciales – en primer lugar, el de la Ley de Financiamiento Educativo. Se ha consagrado un “bloque del veto” en las movedizas arenas de la política criolla. Hubo, sin embargo, faltazos, y no porque la cena fuera “a la americana” y con un considerable descuento por parte del locatario de Olivos.
La razón es que el asado suscitó bronca en la población, que ya había boicoteado la cadena nacional. Una manifestación improvisada de jubilados y vecinos expresó la indignación popular frente al festín de los criminales sociales reunidos puertas adentro. El que piense que unos cuantos jubilados no mueven el amperímetro, no advierte que como muestra basta un botón.
Este cuadro explica el empeño oficial en conformar el “bloque de los 87”. Patricia Bullrich, a quien se atribuye la operación del veto jubilatorio, le había advertido a Milei que “Con dos tercios te voltean”. Según relatan los diarios, Bullrich trajo a colación la destitución de Anibal Ibarra en 2004, precisamente, por carecer del ¨tercio salvador” en la Legislatura porteña. Karina Milei se encargó de armar un escándalo político, aun no resuelto, cuando cuestionó la presidencia de la Comisión de Juicio Político para Marcela Pagano. Bullrich, una sobreviviente del gobierno del 2001, bajó a Milei a tierra: no solamente en Argentina se cuestionan los mandatos presidenciales o las jefaturas de gobierno. Acaba de ocurrir en Gran Bretaña; en Francia, se ha oficializado un pedido de destitución para Macron; lo piden a gritos en Israel todos los sábados a la noche; en Alemania, el gobierno difícilmente llegue al final del mandato; e incluso Zelensky es un presidente con mandato vencido, lo cual lo inhabilita para firmar acuerdos con Rusia. Maduro es un capítulo aparte.
Los vetos y decretazos no marcan un sendero estable. El capital financiero desconfía de la capacidad de los mesadineristas de la Rosada para evitar un default sin devaluación del peso. Para algunos observadores, Patricia Bullrich se ha convertido en una “jefa de gabinete” sin cartera; en su escala reciente con la Gendarmería en Neuquén, le dio con un caño al presidente de la Unión Industrial, Funes de Rioja, un ajustador con más prontuario que Milei. La aventura deflacionaria de Milei y la depresión que ha inducido, no lo ha alejado de un estallido inflacionario precedido por una devaluación.