Bergoglio en la yugular de Milei

Escribe Comité Editorial

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Jorge Bergoglio ha recibido en el Vaticano a individuos y delegaciones de Argentina de todo tipo, pero con la característica coincidente de que cuando no son miembros del gobierno de Milei e incluso a Milei mismo o apoyan al gobierno liberticida, son caciques peronistas de distinto nivel que desarrollan una oposición pasiva al gobierno, o sea que son sus cómplices en las condiciones de crisis política de todas las fuerzas patronales en presencia en el país. Recientemente acogió en una audiencia a una delegación de la burocracia de la CGT, que acaba de acordar la sustitución de las indemnizaciones por despido por un fondo de cese laboral, en el cual pugna por participar, que manejarán las compañías de seguros que acompañan a Caputo. Juan Grabois, casi un delegado papal, se acaba de declarar ferviente partidario de la derogación del derecho de huelga de los docentes, porque, dice, perjudica a los niños pobres. Grabois deambula entre Grobocopatel, un gran empresario de los “pool de siembra”, con quien negocia “empleos productivos”, y el mismo Bergoglio, el jesuita que profesa “la doctrina social” de la Iglesia.

Ahora, sin intermediarios, Bergoglio se ha despachado fuerte con una denuncia al Gobierno sin tintas medias: “en vez de pagar justicia social, dice, pagó el gas pimienta” - “más caro que una jubilación mínima”, concluyó. Contra lo que escriben los profesionales de Clarín, Bergoglio no es nuevo en este tipo de lides, es decir que no improvisa –el Arzobispado de Buenos Aires aportó dinero, bajo el gobierno capitalino de Mauricio Macri, al fondo de huelga de los trabajadores del Casino, en una noche de Navidad-.

El interrogante se impone: ¿qué es lo que ‘está viendo’ el inquilino del Vaticano, para despacharse de esta manera? La Iglesia no es solamente una resaca medieval que se ha adaptado al capitalismo en forma extraordinaria, sino una red capilar que toma el pulso a las masas en forma cotidiana por medio de parroquias, escuelas, centros de salud y otras instituciones. En la semana que precedió a los dichos mencionados, la opinión pública boicoteó la cadena nacional del domingo 15 pasado, luego de que el gobierno vetara la ley de jubilaciones y prometiera lo mismo con la ley universitaria. La sede argentina del Vaticano debe haberle advertido que el horno se está poniendo caliente para bollos. La llamada ‘tolerancia’ con la miseria social empieza a ser registrada incluso por el medidor infiel de las encuestas. Encima, el gobierno anuncia que está dispuesto a disolver el sindicalismo aeronáutico y a desguazar, para ello, a Aerolíneas Argentinas. Aunque la clientela de la aviación comercial no incluya a muchos obreros, una eventual huelga indefinida de aeronavegantes y pilotos, y personal de tierra y tercerizados, sería el sonido de llamada de un giro en el desarrollo de la crisis política.

En los bastidores de la situación argentina, las cosas no son menos sino más graves. Milei tiene la intención, el próximo domingo, de empalidecer a la cadena del domingo pasado con un discurso en la Asamblea de la ONU que declare el apoyo de Argentina a la masacre de palestinos por parte del sionismo y al inicio de la escalada militar contra el Líbano y Siria. El Vaticano, no sólo Bergoglio, militan en el campo imperialista que busca frenar el desarrollo de una guerra mundial de alcances sin precedentes. Hoy, sábado 21, Natasha Niebleskikwiat, columnista de Clarín, con acceso a información reservada, escribe que “crece la preocupación en la Casa Rosada” por lo que sus informantes describen como un acercamiento de “Lula a Irán”. La verdad es que Lula, en sus presidencias anteriores, ha firmado acuerdos estratégicos con Israel, no con Irán, como también lo hizo Cristina Kirchner. La penetración de Israel en los cuatro países del Mercosur es formidable. Es Milei quien constituye una amenaza a la paz en América Latina, como consecuencia de los acuerdos con el Pentágono con relación al Atlántico sur y la Hidrovía, y al propósito de entregar Fabricaciones Militares a una empresa estadounidense para producir municiones para la guerra en Ucrania. La campaña antiiraní y antiLula es fomentada por el sionismo para apuntalar el ingreso de Argentina al bloque de la OTAN y al apoyo a la limpieza étnica que ejecuta el sionismo en el Medio Oriente.

Las declaraciones de Bergoglio contra “el gas pimienta” no absuelven a la burocracia de la CGT, a Grabois y al peronismo de su complicidad con la política del liberticida, incluida la represión.

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