Elecciones en Sri Lanka: un partido ’marxista’ aplasta a la oligarquía

Escribe Joaquín Antúnez

Tiempo de lectura: 5 minutos

Los medios internacionales han calificado el resultado de las elecciones en Sri Lanka como “sorpresivo y disruptivo”. Los titulares más repetidos aseguran la victoria del “candidato marxista” Aruna Kumara Dissanayake, postulado por Janatha Vimukthi Peramuna (JVP, Frente de Liberación Popular) y su alianza del Poder Popular Nacional (NPP), como el resultado del desprestigio de los partidos tradicionales de la isla.

La elección misma ha demostrado varias particularidades y "disrupciones" políticas. En primer lugar, ha habido 38 candidatos a la presidencia del país, el mayor número de su historia. En segundo lugar, ningún candidato alcanzó más del 50 % de los votos -lo que da la victoria de manera automática- y debió procederse al sistema de balotaje, algo desconocido por la población en múltiples casos. En Sri Lanka, un elector puede elegir hasta tres candidatos a la presidencia. Si su primera opción no es una de las dos más votadas, en caso de balotaje se le asignará un voto positivo al candidato que figure en segundo o tercer lugar, dependiendo de quién haya alcanzado el lugar en esta segunda vuelta. El escrutinio arrojó que solo 270.000 personas eligieron más de un candidato sobre 13 millones de votantes, dando cuenta del desconocimiento generalizado sobre la propia legislación electoral del país.

En total, el candidato de la NPP se impuso con 5,6 millones de votos (42 %) sobre los 4,4 millones de votos (33 %) del candidato Sajith Premadasa, perteneciente al Samagi Jana Balawegaya (SJB), un desprendimiento del histórico partido Partido Nacional Unido (UNP), que postuló al actual presidente Ranil Wickremesinghe para la reelección, pero quedó tercero con el 17 % de los votos. El Partido de la Libertad de Sri Lanka (SLFP), que ocupaba el gobierno hasta la rebelión popular de 2022, se encuentra virtualmente disuelto en diversos grupos. Su principal escisión, el SLPP, se dividió entre el apoyo a Wickremesinghe y un candidato propio, Namal Rajapakse, que recibió apenas el 2,6 por ciento de los votos.

La campaña electoral estuvo atravesada por la rebelión popular del 2022 y las devastadoras consecuencias que han tenido para la economía de los trabajadores de la ciudad y el campo el sostenimiento del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ninguno de los principales candidatos ha convocado a repudiar dicho acuerdo y el pago de la deuda externa. Incluso el “marxista” Dissanayake ha repetido en varias oportunidades que no va a desconocer el acuerdo, sino que pretende renegociar las condiciones del mismo. La campaña del NPP se ha centrado en la lucha contra la corrupción, prometiendo que acabaría al elegir al NPP porque instauraría un “gobierno del pueblo”. Lo cierto es que su principal partido, el JVP, nunca ha buscado desarrollar una vía para imponer las reivindicaciones populares de los trabajadores del país. Por el contrario, cuenta con un largo expediente de complicidad con el régimen político vigente, desde el apoyo a la guerra civil contra la minoría Tamil -en un claro sentimiento racista- hasta la integración de diversos gabinetes de los partidos tradicionales que ahora denuncia como “casta” y “privilegiados”. El país ha sido dominado por un grupo de familias que se han alternado en el poder por décadas. El JVP se define como un defensor de la unidad territorial y nacional, es decir, de la Constitución vigente, y defiende a ultranza el Budismo como religión oficial del país. Estos planteamientos demuestran que no ha construido ninguna retórica de clase, a pesar de que sean visibles algunos cuadros de Marx y Fidel Castro en sus oficinas centrales. Este partido ha desarrollado posiciones guerrilleras en un comienzo, principalmente en los años 70/80, cuando encabezó levantamientos armados contra los acuerdos firmados por la isla con el gobierno de la India. Hace pocos años, Dissanayake ha prometido públicamente que “nunca jamás volverá a tomar un arma”. Esta promesa no ha impedido que el NPP haya conformado una red de veteranos de la guerra civil.

En el plano de la economía, han centrado su campaña en la discusión del acuerdo con el FMI, pero mostrándose dispuestos a imponer un ajuste en las cuentas estatales. En su plataforma electoral aseguran que privatizará todo, excepto empresas de sectores estratégicos, como la energía, pero sí en cambio la educación. En campaña Dissanayake ha declarado que su programa está lejos de nacionalizar la economía en manos del Estado. En reuniones con grupos empresariales, ha disipado las dudas que propagaba el candidato de la UNP sobre su adversario.

Los trabajadores de Sri Lanka, que fueron masivamente a las urnas, han depositado un “"voto de esperanza” (Efe, France24) en un gobierno del NPP, como una alternativa a las fuerzas tradicionales. El NPP y el propio Dissanayake habían alcanzado solo el 3 % de los votos en 2019, última elección presidencial directa. La situación de las masas es acuciante. Más del 25 % de la población sobrevive con menos de 3,65 dólares al día, sin contar la situación de muchas familias rurales que dependen de su autoabastecimiento cultivando pequeñas porciones de tierra.

La denuncia contra la corrupción como responsable de este desastre económico se ha hecho lugar entre los sufridos trabajadores del país. El gobierno saliente hizo una campaña centrada en defender el programa de austeridad económica que incluyó una fuerte suba de impuestos a los alimentos, los medicamentos y la renta. Todos estos serán derogados o reducidos, aseguraba la plataforma del NPP.

Alineamiento internacional

El gobierno entrante del NPP ha sido reconocido por el resto de los candidatos y partidos principales, que han llegado a desearle éxitos en su gestión. Al mismo tiempo, ha sido reconocido por el gobierno del derechista Modi de la India, algo llamativo debido a la experiencia “anti India” del JVP en el pasado. India integra, junto a Estados Unidos, Australia y Japón, el QUAD, que desarrolla una actividad hostil hacia China en toda la zona del Pacífico. El acercamiento de Modi al gobierno izquierdista electo en Sri Lanka busca involucrar a la isla en dicho entramado, algo que ha sido parcialmente desarrollado bajo la presidencia de Wickremesinghe, con la participación de buques de guerra en varios entrenamientos coordinados. El candidato del JVP fue entrevistado en múltiples ocasiones con la embajada de Estados Unidos, incluso en el pico de la rebelión de 2022. Las elecciones no han recibido la menor insinuación de algún desconocimiento sobre su transparencia o desarrollo, dando cuenta de la tolerancia hacia un gobierno de este tipo.

El JVP históricamente ha defendido un alineamiento de su país con China, pero esto ha sido puesto en tela de juicio por su acercamiento al gobierno de Modi y las entrevistas cordiales con la embajada del imperialismo estadounidense. Algunos dirigentes del JVP han contestado sobre este dilema: “Sri Lanka no servirá a ningún país extranjero”. El desarrollo de la crisis política y económica en Asia obligará a definiciones.

El carácter y las contradicciones que se encuentran asociadas a las aspiraciones de las masas y el programa concreto que desarrollará el NPP bajo su gobierno llevarán a nuevos choques y crisis políticas. El primer desafío es disolver y convocar a elecciones en el Parlamento, buscando una base dentro del Congreso, donde actualmente el partido del nuevo gobierno sólo cuenta con tres diputados.

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