Escribe Grupo Independencia Obrera
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La operación de rescate y exilio en España del candidato a presidente de Venezuela del opositor Edmundo González Urrutia extremó las divisiones políticas en España y la Unión Europea. El Partido Popular ha forzado una votación en el Congreso para un voto no vinculante reconociendo al candidato presidencial opositor como legítimo presidente de Venezuela y ha logrado su aprobación con el apoyo del Partido Nacionalista Vasco (PNV). El voto se repitió en el Senado donde también obtuvieron la aprobación. Mientras tanto el gobierno de Pedro Sánchez se mantiene fiel a la postura de la Unión Europea (UE): el gobierno de Maduro debe mostrar las actas que ratifiquen el triunfo electoral que ha reconocido la Corte Electoral de Venezuela controlada por el gobierno de Nicolás Maduro. Pero tanto el Gobierno de España como la Comisión Europea se ajustan al guión y evitan reconocer al candidato de la oposición como legítimo presidente. Es la misma posición que sostiene Washington a cuyo dictado se somete el gobierno “más progresista de la historia de España”.
De acuerdo con el periódico El País el proceso fue gestionado directamente con el presidente de la Asamblea Nacional venezolana Jorge Rodríguez y su hermana, la vicepresidenta Delcy Rodríguez, a través de diversos contactos y la intermediación de un político exiliado en España. De lo que no cabe duda a estas alturas es que la búsqueda de un pacto para desalojar a Maduro de su cargo con algunas medidas de transición para dar paso a un gobierno de la oposición no ha prosperado. Pero, de momento, tampoco el Gobierno de Joseph Biden ha procedido a revocar el levantamiento parcial de sanciones que se materializó antes incluso del Pacto de Barbados por el cual el gobierno venezolano y la oposición acordaron en octubre de 2023 la realización de elecciones libres y competitivas en el país en 2024.
A finales de noviembre de 2022 el gobierno estadounidense autorizó a la petrolera Chevron a reanudar su actividad de extracción de crudo en Venezuela. La intensa actividad de lobby de Chevron le permitió entonces reanudar la extracción y venta de crudo abriendo una vía para recuperar los 4.000 millones de dólares que el país le debe por operaciones anteriores. Pero ahora, tras las elecciones, Chevron ha vuelto a defender ante el gobierno de Biden la necesidad de la permanencia de la empresa en Venezuela “para incrementar el suministro global de petróleo y la seguridad energética estadounidense” de acuerdo con el Wall Street Journal (5/9/24). La petrolera fue recibida por el gobierno nacionalista de Maduro con los brazos abiertos.
El periódico además afirma que los ejecutivos de la petrolera señalaron al gobierno que su presencia sirve a los intereses estadounidenses frente a los adversarios geopolíticos al evitar que estos refuercen sus posiciones en el país. Vale la pena recordar que la española Repsol está presente en Venezuela desde 1993 en operaciones que considera de interés estratégico, al igual que la Italiana ENI. Ambas han mantenido contacto con el gobierno estadounidense para mantener la presión en favor de la continuidad de la actividad de las petroleras allí según el Wall Street Journal. Tanto la intervención española como la continencia estadounidense hablan a las claras de un pacto.
La existencia de diversas negociaciones en torno al desenlace del proceso electoral no es ningún secreto. El 6 de septiembre el secretario de estado Blinken lo ratificó durante su visita a República Dominicana para conversaciones con el presidente Luis Abinader. Durante esas conversaciones Blinken señaló que dichas negociaciones contaban con la colaboración de Brasil y México además de Dominicana. La situación de hecho es que Estados Unidos más allá de su verborragia contra la persecución de las fuerzas opositoras y por la libertad de los presos políticos no ha tomado ninguna medida de fuerza. Tampoco lo ha hecho España, más allá de las protestas por vía diplomática. La cuestión de fondo desde el punto de vista del marxismo revolucionario es que la dirección venezolana de hecho ha pactado con el imperialismo la presencia de las petroleras en el contexto del desarrollo de una guerra mundial.
Está claro que la operación española de rescate del candidato opositor a la presidencia debe leerse en este contexto de pactos entre Maduro y el imperialismo, y que las evoluciones españolas en ese teatro de operaciones son parte de los acuerdos para preservar el negocio de las petroleras estadounidenses y europeas. Algo que no es secundario para el gobierno de Nicolás Maduro que lleva adelante un proceso de devaluación interna, un ajuste a expensas delas masas trabajadoras, mediante la dolarización de la economía, que ha sumido al 60% de la población por debajo de la línea de la pobreza. De momento su tabla de salvación es preservar la entrega a las petroleras extranjeras. Chevron representa el 20% de las exportaciones nacionales de crudo y el 31% de los ingresos petroleros totales del estado venezolano.
En España el estruendo subió varios decibelios cuando el 19 de septiembre el Parlamento Europeo a propuesta del PP español volvió a votar por mayoría el reconocimiento de González Urrutia como presidente electo de Venezuela. La intensa campaña de la derecha española y europea tuvo como respuesta por parte del gobierno venezolano la publicación de una carta firmada por González Urrutia en la que el político opositor reconoce el triunfo de Maduro en las elecciones presidenciales. La declaración fue acompañada de una foto en la que se ve al político opositor junto a la vicepresidenta Delcy Rodríguez y a su hermano Jorge Rodríguez presidente de la Asamblea Nacional en un salón de la embajada española. El candidato opositor se vio obligado a salir a la palestra para enfatizar que su firma fue resultado de la coacción del gobierno venezolano.
González Urrutia explicó entre otras cosas que consideró que era “más útil para su país” estando libre en el exilio que preso en Caracas. Omitió decir sin embargo que tenía la opción de rechazar la firma de la carta y mantenerse asilado en la embajada de España manteniendo el pulso con Maduro. Es decir una posición de principio en defensa de su presunto triunfo electoral. Lo que habla a las claras del poder de convicción del gobierno estadounidense y sus aliados sobre la oposición en Venezuela. Está claro que el rescate y exilio del candidato es un plan que tiene por objetivo diluir la fuerza de la oposición en un intento de mantener un status quo en el cual los intereses económicos imperialistas no se vean amenazados.
El PP de inmediato acusó al gobierno español de haber montado el escenario para “un golpe de estado en Venezuela” contra el candidato electo, según declaró en un programa de radio el responsable de política exterior del PP, el parlamentario europeo Esteban González Pons. El barullo organizado oculta sin embargo algunos hechos relevantes de la política internacional. Mientras tanto, tras el voto en el Congreso del reconocimiento de González Urrutia como legítimo presidente de Venezuela, Caracas decidió llamar a consultas a su embajador en España y acusó a este país de agitar un golpe de estado contra su gobierno. Fuego cruzado.
La operación de rescate de Gonzalez Urrutia tiene sin embargo un sentido profundo porque es una manifestación de que la dirección de la oposición en Caracas se aviene a una salida negociada de la crisis abierta con el fraude electoral del partido de gobierno. El acuerdo entre oficialismo y oposición para la celebración de elecciones en 2024 se firmó el 17 de octubre de 2023 en Barbados. El acuerdo de entonces fue saludado por el secretario de estado estadounidense Anthony Blinken, y por el Alto Representante de la Unión Europea para política exterior y seguridad, Josep Borrell, la ministro de exteriores británica en ese momento, y por el ministro de exteriores de Canadá. La perspectiva de un acuerdo se desplaza ahora a unas posibles elecciones locales o legislativas en 2025 con la presencia de la oposición.
Mientras tanto la derecha europea se ha escindido entre los que pugnan por un golpe de estado ahora y los que están dispuestos a esperar al desarrollo del proceso político sobre el desgaste “bolivariano”. Por su parte la izquierda del régimen en España, entre ellos los aliados del PSOE en la coalición de gobierno que han defendido de forma manifiesta al régimen de Caracas también en su periodo de declinación y descomposición, callan. El papel manifiesto del Chavismo como promotor de un ala de la burguesía que se ha enriquecido con la expoliación de los recursos públicos, su papel de árbitro entre las masas venezolanas y los intereses imperialistas para el beneficio de la casta administrativa y sus aliados empresariales, ha sido desnudado de forma extrema por su descomposición. El fraude electoral es una manifestación más de este proceso que de momento se resuelve por la vía de las concesiones mutuas con el imperialismo y sus lacayos.
El conjunto de los intereses en pugna, que por fuerza debe incluir a Rusia y China con fuertes inversiones en Venezuela, en ningún caso vela por los intereses de los trabajadores. El régimen bolivariano liderado por Maduro se encuentra en un grado de descomposición extrema y su única alternativa es lograr una estabilidad a la nicaragüense, en la cual Maduro sea conceptualizado por el imperialismo como “nuestro hijo de puta en Caracas” al cuidado del patio trasero de las petroleras. El discurrir del tiempo va a replantear la tendencia hacia la guerra civil en una sociedad profundamente escindida en la cual no hay expectativa de mejoría para las masas pauperizadas.
El problema de la organización de los trabajadores en función de sus propios intereses, es decir de la lucha por un gobierno obrero, es la cuestión capital en Venezuela. No hay acta electoral que valga lo que una huelga general contra el gobierno hambreador y la derecha entreguista, por la libertad de los presos políticos y la expropiación del imperialismo. La expropiación de la banca, la nacionalización del comercio exterior, la reorganización de la industria petrolera bajo control de consejos obreros y la expropiación de tierras para la colectivización de la producción agraria es el programa de la defensa de los intereses de los trabajadores. Solo un partido de la clase obrera podrá llevar adelante una lucha consecuente contra el gobierno y el imperialismo por los intereses de los trabajadores.
El teatro de operaciones del imperialismo se inscribe desde luego en la crisis global desatada por el empuje a la guerra detonado por el escenario bélico en Ucrania largamente preparado por la OTAN. Con el Próximo Oriente al borde de una extensión de la guerra en Gaza a Líbano y en última instancia a Irán.