Exposición de Federico Fernández en el 3er Evento “León Trotsky”, en un panel junto a Frank García Hernández (Comunistas Cuba), Victor Artavia (SoB), Claudia Cinatt (PTS), Guillermo Kane (PO) y Pablo Almeida (IS).
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Hola, qué tal a todos.
Cuba atraviesa una enorme crisis política, social, económica. Fue conocida, en estos días, la noticia de este apagón, cortes de luz. En estos años, hubo una serie de movilizaciones que tuvieron como pico inicial un levantamiento popular el 11 de julio del 2021. El gobierno cubano enfrenta toda esta situación con una serie de reformas, de apertura al mercado. Ha reformado la Constitución, en 2019, desmantelando buena parte de la economía nacionalizada, permitiendo e impulsando la creación de pequeñas empresas de hasta 100 trabajadores. Permitiendo y consagrando en la Constitución la posibilidad de la inversión extranjera en las empresas, la libre importación de estas empresas privadas. Frente a las empresas mixtas, suprimiendo la cláusula que hacía que menos del 50% del capital tenga que ser privado.
En lo fundamental, el gobierno cubano ha instaurado lo que se conoció como la Tarea Ordenamiento, que no ordenó nada, más bien lo contrario. Ha desatado en Cuba un ´Rodrigazo´ en regla. Porque a través de esta unificación cambiaria que se hizo de los dos pesos que existían en Cuba, el peso convertible y el peso corriente, ha disparado una devaluación, un tarifazo. De alguna forma uno podría decir que el régimen cubano se adelantó a Milei. Porque ha impulsado una dolarización parcial de la economía, todo un sector en el que se encuentra la burocracia, que vive a través de tarjetas dolarizadas de crédito y de débito, y una masa de trabajadores de Cuba que tiene que sobrevivir con los pesos que se devalúan, sin reservas internacionales y en un espiral de devaluaciones y nuevas convulsiones. Se ha reducido enormemente en Cuba la base monetaria, con la conformación de una moneda virtual. Esto vuelve a hacer la comparación con Milei: esta idea de secar el país de pesos, que cumple una función recesiva enorme y toda la consecuencia de una política de fuerte ajuste que todavía no ha encontrado el punto de equilibrio, ha significado, naturalmente, un enorme aumento de la pobreza, los salarios que se han subido corren muy por detrás de la inflación que se ha desatado, que no ha terminado y Cuba atraviesa un deterioro social enorme que no sólo se mide en este problema de los despidos en el Estado, falta de empleo, pobreza, aumento de la diferenciación social entre el sector dolarizado y la amplia mayoría que no lo está; sino que, si uno revisa otro conjunto de situaciones, esto se ha agravado. Suben los crímenes, los femicidios. Bueno, yo me refería al principio a todo este desmantelamiento del sector energético, como consecuencia de un colapso y de un retraso en toda una cantidad de inversiones que no se hicieron y también de problemas como el abastecimiento petrolero, la crisis con Venezuela. Es decir, Cuba está en una gran crisis.
Esta crisis de Cuba hay que colocarla en un impasse general. Todas estas intenciones, uno las puede llamar restauradoras, de apertura a los mercados, aparecen de alguna forma tardías. Es un restauracionismo tardío el que emprende el régimen cubano. En primer lugar, por la categoría fundamental que afecta esta situación, este impasse, que es la crisis mundial. Acá no estamos en los años en el cual lo que fue la restauración en China se colocó sobre un acople con la economía norteamericana, una suba y una asociación del capital que en todo un periodo produjo toda una cantidad de alzamientos de bolsas, de economías y demás, sino que estamos en la etapa de una guerra. De una guerra comercial y de una guerra efectivamente real que hace aparecer a Cuba como el caso más extremo, el ejemplo más extremo, de todo un impasse referido a una restauración del capital que no se puede hacer en un mundo donde sobra el capital. Y donde se están matando en una cantidad de países justamente para ir a una destrucción de capital y un enfrentamiento y una guerra.
El problema del impasse en Cuba tiene que ver con el régimen también que ha armado los últimos años el gobierno cubano. Esto es importante porque acá se dice mucho que Cuba debería seguir el camino de China. Pero las relaciones entre China y Cuba se han empeorado, no han mejorado. Han caído las importaciones y el comercio entre Cuba y China, no se ha cumplido con diferentes cuotas, como la exportación de azúcar, hay deudas incluso que no pueden pagar el régimen cubano a China y hoy aparece una situación muy particular que es que el propio régimen que emprende una restauración, por lo que ha armado en el país, se presenta como un bloqueo para esta tarea.
Cuba tiene una estructura económica que la ha retrocedido a etapas prerrevolucionarias. Hoy Cuba vive esencialmente de turismo, como era antes de la revolución de 1959, sin la industria azucarera que existía entonces. No ha logrado un desarrollo en el campo, un desarrollo en la industria. Todo lo contrario, Cuba importa entre el 80 y el 90% de los alimentos. Es decir que se ha armado un esquema altamente parasitario. Las zonas francas que se han armado, que en su momento a China le sirvieron para un desarrollo de tipo capitalista, económico, en Cuba no han levantado la economía. Los rasgos parasitarios del régimen cubano son completamente exacerbados. El gobierno, por ejemplo, hace de intermediario entre los trabajadores y las empresas capitalistas, embolsando para el Estado un parte significativa de los salarios. Es un régimen que se pretende sostener, especialmente con el turismo, con la asociación con los grandes hoteles, y que ha recibido un golpe enorme con la pandemia. La pandemia de alguna forma aceleró una crisis que ya estaba presente. El principal porcentaje de la inversión se sigue destinando al sector del turismo y no hay acá un desarrollo productivo.
Esta situación, y las protestas que obviamente van creciendo, se da en el marco de una transición política de la vieja a la nueva guardia. El gobierno expone su debilidad ante las protestas y rebeliones y la emigración masiva; la población de la Isla ha retrocedido en número. Es una entrega de las masas cubanas al imperialismo. Al no haber una oposición de tipo comunista, pueden prosperar la que financia el gusanaje de Miami, con un planteo ‘libertario’ tipo Milei.
El régimen represivo hace dificultoso un trabajo revolucionario; el consentimiento que esperaban las oposiciones comunistas para una actividad legal, no ha prosperado. Es necesario, en primer lugar, un programa, que permita una propaganda sistemática, en lugar de la crítica esporádica o la expectativa de encontrar eco en algún sector del aparato de Estado. Es necesario un programa para toda una etapa de violentos giros políticos. La IV Internacional se tiene que presentar en Cuba como la portadora, no sólo de la defensa de las reivindicaciones de los trabajadores cubanos, sino de la posibilidad de sacar a la sociedad de este impasse. Un programa estratégicamente alternativo, de carácter internacional, en lugar de un seguidismo ‘crítico’ a la burocracia gobernante. La virtud de este Evento en Cuba, hace dos años, es haber introducido las ideas de Trotsky en la Isla, superando el trotskismo chavista de varias organizaciones que se reclaman trotskistas y que soplaron a Chávez el planteo de una V Internacional de nacionalismos.
Bueno, la intervención de Guillermo me obliga a hacer una aclaración. En el Partido Obrero no hubo ningún debate sobre la Revolución Cubana; el aparato dirigente no abrió literalmente la boca hasta el día de hoy, salvo una ronda de tweets en ocasión del fallecimiento de Fidel, que expuso la conversión del aparato del trotskismo al castrismo. Hubo una reacción de aparato contra una posición minuciosamente explicada, en varios textos, que ha desarrollado y profundizado toda una tradición de caracterizaciones la propia Revolución. Expulsar a 1.200 militantes por si la revolución cubana fue socialista o no fue socialista, no tiene antecedentes ni en el partido comunista de Cuba. Llama la atención que Guillermo sostenga que no existen situaciones intermedias o transicionales. Lo que justamente no hay son situaciones puras. El desafío es considerar todas las determinaciones, todas las categorías en función de una situación concreta y plantear una ruta política. Acá pasaron más de 60 años de la revolución cubana. ¿Qué gobierno tenemos ahora? ¿Qué tipo de gobierno tenemos? ¿Tenemos un gobierno revolucionario, con deformaciones y demás, o tenemos un gobierno antiobrero que le está dando un mazazo a los trabajadores cubanos? Esto es muy importante. También es importante el debate que apareció sobre la táctica, porque habría que tener mucho cuidado con, por ejemplo, lanzar la consigna “abajo el gobierno”, mucho cuidado.
Hay que explicar qué es un gobierno de trabajadores y su programa. Las masas cubanas van a atravesar experiencias gigantescas, de las que debe sacar conclusiones socialistas. Para eso hace falta un programa y un partido. Porque hoy, por el cuadro que se abre en Cuba, como lo expliqué en mi primera intervención, la burocracia y el régimen económico que organizó hace inviable cualquier tipo de dirección, es evidente que la iniciativa puede concentrarse en el imperialismo, en la derecha. Hay que tener cuidado con el problema de las consignas, de la táctica y cómo enfrentar al gobierno. En Cuba, como en todos lados, nosotros sostenemos que lo que hay que hacer es un trabajo de propaganda, agitación y lucha política, que sistemáticamente vaya preparando las condiciones para una irrupción revolucionaria dirigida por un partido de la clase obrera.