Escribe Olga Cristóbal
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Mientras la prestigiosa revista británica de Lancet afirma que Israel asesinó a 1 de cada 35 habitantes de Gaza sin contar los miles que están bajo los escombros, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó una ley que sanciona a los funcionarios de la Corte Penal Internacional. The New York Times lo califica como “un ataque frontal al tribunal por su decisión de acusar a altos dirigentes israelíes de crímenes de guerra” en Gaza. La votación -donde se impuso por 243 a 140- sumó el voto afirmativo de los republicanos y 45 demócratas (NYT, 9/1).
La promulgación de la ley es segura por el apoyo de Trump, que asume el 20 de enero, y los republicanos que controlan el Senado. Los congresistas republicanos intentan tomar medidas enérgicas contra la CPI desde mayo, cuando su fiscal jefe, Karim Khan, solicitó órdenes de detención contra el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, y su entonces ministro de Defensa, Yoav Gallant. También contra tres dirigentes de Hamas ya asesinados por Israel.
La ley ordena al presidente congelar activos inmobiliarios y denegar visados a cualquier extranjero que haya contribuido material o financieramente a los esfuerzos del tribunal por “investigar, arrestar, detener o procesar a una persona protegida”.
“Personas protegidas” en la jerga imperialista son los funcionarios militares y gubernamentales actuales y anteriores de Estados Unidos y de países aliados como Israel, que no hayan aceptado la jurisdicción del tribunal. Solo 7 países en el mundo desconocen al tribunal.
El senador John Thune, republicano de Dakota del Sur y líder de la bancada, dijo: “Las acciones irresponsables de la CPI (Corte Penal Internacional) solo favorecen a los terroristas que buscan borrar a Israel del mapa, y no se puede permitir que sigan sin control".
"Estados Unidos está aprobando esta ley porque un tribunal ilegítimo está buscando arrestar al primer ministro de nuestro gran aliado", vociferó Brian Mast, republicano de Florida y presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara, que acusó a la CPI de antisemitismo, de sabotear el éxito del ejército israelí y obstaculizar los esfuerzos para liberar a los rehenes que están en manos de Hamás. Otro argumento fue que el fallo de la CPI ponía en riesgo a los miembros de las fuerzas estadounidenses que actúan en conflictos externos.
La andanada de los sionistas ha tomado mayor brío con la victoria de Trump. El Comité de Servicio de los Amigos Estadounidenses (AFCS por sus siglas en inglés), una organización cuáquera, anunció que canceló sus avisos en el The New York Times después de que el diario se negó a publicar uno que decía: “¡Dile al Congreso que deje de armar al genocidio de Israel en Gaza ahora! Como organización cuáquera, trabajamos por la paz. Únete a nosotros. Dile al Presidente y al Congreso que detengan la matanza y el hambre en Gaza”. El New York Times les propuso que cambiaran la palabra “genocidio” por “guerra”.
El AFSC ha sido una voz fuerte que ha pedido un alto el fuego y el fin del apoyo militar estadounidense a Israel. Joyce Ajlouny, su secretaria general, afirmó que “la negativa de The New York Times a publicar anuncios digitales pagados que piden el fin del genocidio de Israel en Gaza es un intento indignante de eludir la verdad. Los palestinos y sus aliados han sido silenciados y marginados en los medios de comunicación durante décadas, ya que estas instituciones eligen el silencio en lugar de la rendición de cuentas” (Consortionnews, 8/1).
Los estudiantes propalestinos han sido excluidos de los organismos estudiantiles de la supuestamente ultrademocrática Universidad de Michigan y es solo una de las medidas con ellos.
El sionismo utiliza los crímenes de Hamas para aniquilar a los palestinos mientras todo el andamiaje de “las aberraciones” que habrían cometido las milicias palestinas que entraron a Israel el 7 de octubre se desmorona sin retorno.
Moran Gaz, la mismísima fiscal que investiga las violaciones y asesinatos de Hamas, una nazi que reclama la pena de muerte para cualquiera que haya sido detenido por el ingreso a Israel el 7 de octubre, “aunque fuera para llevarse paltas” después de los hechos (sic), tuvo que admitir que no hay ni un solo testimonio que confirme las violaciones de mujeres. Ni una sola denuncia. Tampoco hay nada sobre bebés decapitados (Ynet, 1/1).
Una investigación basada en testimonios de soldados, oficiales y civiles concluye que Dikla Arava y su hijo Tomer no fueron asesinados por Hamas sino que “fueron aparentemente baleados por error por tropas de las FDI en dos incidentes separados durante las batallas del Kibutz Nahal Oz”.
Es la ultima de una cadena de testimonios, que incluyen los de altísimos jefe militares,que confirman que los helicópteros Apache y la directiva Haanibal fueron la principal maquinaria de muerte contra soldados y civiles israelíes.
Por supuesto, el imperialismo no renuncia a las escandalosas patrañas que intentan justificar que Estados Unidos ha enviado a Israel cargamentos de armas por valor de miles de millones de dólares desde el inicio del conflicto armado, a pesar de la condena internacional de su asalto a Gaza y de las acusaciones de grupos de derechos humanos de que sus acciones allí equivalen a un genocidio. Trump dijo esta semana que si Hamas no liberaba a los rehenes israelíes antes de su toma de posesión, “estallará el infierno en Oriente Próximo”.
Más de 1.600 familias palestinas han sido completamente exterminadas y borradas de los registros en la Franja de Gaza tras la muerte de todos sus miembros, en quince meses de invasión. Además, 3.471 familias han quedado con un único miembro vivo (EFE, 11/1).
Un estudio publicado ayer por la revista científica británica The Lancet estima que la cifra oficial de muertes podría ser un 41 % superior a los datos difundidos por las autoridades gazatíes, que pidieron ayuda internacional para poder recontar los fallecidos, ya que muchos siguen bajo los escombros, sobre todo en el norte.
Los investigadores calculan que el número probable de muertos es de 64.260 personas, un 41 % más que el saldo oficial. La cifra representa un 2,9 % de la población de Gaza antes de la guerra, “un habitante de cada 35”, asegura el estudio.
Los palestinos no solo mueren por los bombardeos y el hambre, una mortífera herramienta de aniquilamiento. En el último mes, una docena de bebés han muerto, empapados por las lluvias y congelados por las bajas temperaturas.
Esos son los socios del gobierno argentino.
Un genocida en el Capitolio Por Olga Cristóbal, 29/07/2024.