Meloni, Trump, Milei y el adoctrinamiento escolar

Escribe Emiliano Fabris

Una regresión educativa en tiempos de guerra imperialista.

Tiempo de lectura: 6 minutos

El presente texto es un aporte al debate de la Conferencia Docente que convoca la Tendencia Docente Clasista para el 22 de febrero. Se agradecen los aportes y comentarios de los compañeros Mariano Schlez, Fernanda Diaz, Alejandro Barton y Agustina Vaccaroni.

El gobierno de la ultraderechista Giorgia Meloni ha iniciado un proceso de reforma educativa que apunta centralmente a modificar los contenidos tanto en la escuela primaria como en la secundaria. Forma parte de una campaña internacional contra el llamado “adoctrinamiento escolar” que presenta a la escuela como una supuesta usina socialista.

La gran modificación pasa por las asignaturas de Historia. Según, Giuseppe Valditara, ministro de Educación de Meloni, “Abolimos la geohistoria. La historia se convierte con el tiempo en la ciencia de los hombres. La idea es desarrollar esta disciplina como una gran narrativa, sin cargarla de superestructuras ideológicas, favoreciendo también la historia de Italia, Europa y Occidente. Además, en la enseñanza primaria también se centrará en el estudio de nuestro patrimonio histórico. En los últimos dos años, la atención se centrará en particular en los pueblos itálicos, los orígenes y acontecimientos de la antigua Grecia y Roma, sus civilizaciones, los primeros siglos del cristianismo” (ilgiornale.it, 15/01). La reforma supone incluir a la Biblia como “fuente de inspiración de una parte de la cultura italiana” y en este punto, el ministro aclaró que “la intención es ofrecerles la posibilidad de entender a través de ella los fundamentos de nuestra civilización”. Reintroduce también el estudio del latín, base de la lengua italiana que dejó de ser estudio obligatorio en las escuelas italianas en 1978 y es una lengua muerta. Por último, el Gobierno pretende “potenciar la música y la lectura de poesía o literatura en los primeros años de escuela, lo que incluirá memorización de rimas, mitos clásicos y sagas nórdicas”.

Lejos de un retiro de las “superestructuras ideológicas”, según estas declaraciones del ministro italiano, la reforma sería en realidad la introducción de toda una ideología y un programa político reaccionario muy concreto. Por empezar una “gran narrativa” de carácter nacionalista en donde no hay critica alguna al fascismo que acunó Benito Mussolini. La reforma esconde por lo tanto su eventual reivindicación, de parte de un gobierno que se jacta de haber reducido la inmigración un 62 % con medidas como el confinamiento en Albania de los inmigrantes llegados a las costas italianas. Como lo explicó el vicepresidente de la Cámara de Diputados, Fabio Rampelli del partido Fratelli d’Italia (FDI): “La escuela del futuro volverá a concentrarse en materias clásicas, humanísticas, que hacen única nuestra nación en el mundo” (Pagina 12, 17/01). La medida no es aislada porque Meloni venía de armar un bachillerato escolar “Made in Italy” para “explicar el profundo legado de la cultura e identidad de Italia”. Otra reforma escolar ha sido reestablecer una “norma de valoración por conducta” complementada con castigos y sanciones económicas que estuvo vigente hasta el año 2000, tras ser creada en 1924 por Mussolini (elespanol.com). La introducción de la Biblia, sin ninguna justificación pedagógica o científica, es directamente un adoctrinamiento oscurantista y clerical promovido desde el Estado.

Una tendencia internacional

El recientemente electo Donald Trump propuso durante su campaña electoral “la creación de un currículo nacional que fomente una visión histórica y cultural proestadounidense, centrado en celebrar la historia, los logros y los principios fundacionales del país”. Se han presentado cuestionamientos que apuntan a que la medida busca revertir el revisionismo histórico del denominado “Proyecto 1619” cuyo objetivo es “reexaminar la historia de los Estados Unidos con las contribuciones de los afroamericanos en el centro de la narrativa nacional” (Infobae, 21/01). En tanto, en el nivel universitario, Trump manifestó la intención de sancionar económicamente a las instituciones que, según él, promuevan actividades que considera “antipatrióticas”, como protestas relacionadas con la causa palestina. Es decir, inculcar la doctrina de la guerra imperialista. En algunos Estados, como Florida, ya se han prohibidos textos enteros en las escuelas, incluyendo lo del renombrado escritor Stephen King.

Por su parte, Jair Bolsonaro promovió durante su gobierno las “Escuelas sin partido” con las que pretendía combatir la supuesta “sexualización” y el “adoctrinamiento ideológico comunista” que finalmente no prosperó. Llamó también a combatir a los docentes universitarios que difundieran ideas marxistas.

Milei/Argentina

Por nuestros pagos argentinos, el liberticida Milei se ha focalizado más bien en la propuesta bolsonarista de escuelas “anti adoctrinamiento”. Modificó a través de dos decretos la ley 26.061 de protección integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes, aprobada en 2006, para establecer que “La imposición de una manera de pensar y/o actuar político-partidaria, especialmente en el ámbito educativo, vulnera el derecho a la dignidad y la integridad personal de los niños, niñas y adolescentes, constituyendo un trato que afecta su integridad personal”. Desde el infame Ministerio de Capital (Des) Humano anticiparon que “se va a poner a disposición un canal para que los padres y alumnos puedan denunciar el adoctrinamiento y la actividad política que no respete la libertad de expresión” retomando la iniciativa de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal que impulsaron una línea 0800 para “denunciar la intromisión política en las escuelas”. El PRO porteño hoy es avanzada en retirar los contenidos de ESI de las escuelas.

Esta tendencia persecutoria sobre bases “anti-políticas” en las escuelas encubre, no obstante, una explicita actividad de propaganda política de parte de Milei quien no pierde oportunidad de reivindicar a las guerras protagonizadas por la OTAN y el sionismo. En convertir a los economistas de la escuela austriaca (revindicados por el nazismo), Galperin y Musk en nuevas figuras históricas centrales. Es una completa falsedad que los establecimientos educativos actuales sean promotores de pensadores marxistas, pero al liberticida ni se le ocurre contraponerle una libertad de cátedra, que supondría tener más docentes, más cursos cuando lleva a cabo una motosierra implacable con el presupuesto público educativo. Recordemos que Milei estableció al inicio de su gobierno, y por decreto, que el 2024 es el "año de la defensa de la vida, la libertad y la propiedad". ¿Puede haber algo más doctrinario e ideológico que enchufar la explotación capitalista y el oscurantismo como principio rector al conjunto de un pueblo?

El centroizquierda o progresismo ha salido a cuestionar la “antidoctrina” en las escuelas del liberticida Milei en forma vergozante. Según citas de Pagina 12, para Daniel Filmus, ex ministro nacional de educación kirchnerista, “La Ley de Educación ya garantiza que no hay que adoctrinar”. En forma complementaria, María Laura Torre de la conducción del SUTEBA dice que “en las escuelas de todo el país los chicos aprenden porque no hay adoctrinamiento sino cumplimiento de la ley”. El progresismo se suma, de este modo, al campo de una educación “antipolítica”. Es por ello que Kicillof no vaciló en sancionar a una docente de la Matanza que fuera captada por un video en una ferviente discusión en su aula, mientras desarrollaba paradójicamente una defensa del gobierno “nacional y popular”. Cierto que ese accionar poco propiciaba una lectura critica de la realidad, pero ha quedado empequeñecido por el rabioso discurso de Milei en Colegio Cardenal Capello cuando se valió del auditorio estudiantil y una cuasi cadena nacional para montar una propaganda claramente fascistizante y macartista.

Se trata de un verdadero recule político del nacionalismo criollo “popular” que hasta hace poco pregonaba una “batalla cultural” en las escuelas basado en defender “Estado presente, distribuidor de la riqueza” versus un “neoliberalismo de mercado, desigual”. Esto, por supuesto, también es una operación ideológica que pretende ofrecer otra versión del capitalismo, edulcorada, sin cuestionar las guerras imperialistas que constituyen una tendencia histórica del capitalismo o disputando con la derecha conceptos “patrióticos” que tienen como base una incuestionable defensa del dominio político de la burguesía autóctona.

Educación, guerra imperialista y socialismo

En un escenario precisamente de guerra mundial del imperialismo, es clara la funcionalidad para quienes son sus protagonistas de que las escuelas implementen reformas en la enseñanza para entronizar en forma reaccionaria los conceptos “de la patria” y las “grandezas nacionales”. O alternativamente, medidas de persecución “antipolíticas” contra los docentes y estudiantes en las escuelas que se movilicen contra la matanza del ejercito sionista en Medio Oriente. Mientras la “política” (capitalista) se ensaña con la matanza de pueblos indefensos, la destrucción del medio ambiente, la extensión de la pobreza y la precariedad laboral y de la vida, en las escuelas hay que promover una “gran narración” que en nombre de la “desideologización” se convierte en profundamente ideológica para convalidar y justificar este cuadro de barbarie del capitalismo.

En este punto, las diatribas derechistas contra el socialismo expresan en forma deformada las verdaderas tendencias históricas y políticas en curso. El socialismo es la única corriente política que puede desnudar la naturaleza barbárica del capital y su responsabilidad histórica en las guerras, la miseria social y la destrucción de la naturaleza. En definitiva, las contradicciones sociales insuperables de la sociedad capitalista. Pero para ello es necesaria una acción reflexiva, consciente, la estimulación permanente del pensamiento crítico que la burguesía quiere despojar del terreno educativo y de todos los planos en general.

La cuestión central de este proceso reaccionario es el sometimiento pedagógico, intelectual y laboral y hasta penal del trabajador de la educación. En este punto existe también un inobjetable punto en común entre las corrientes patronales “democráticas” y la derecha internacional. El progresismo K ha llevado dirigentes sindicales a las oficinas y ministerios estatales para hacer de correa de transmisión de una política de colaboración de clases y presentarlo como una avanzada de la docencia, que está viendo perder no solo sus derechos y conquistas, sino una vuelta atrás en el terreno educativo hacia contenidos ultranacionalistas, macartistas, fascistas y clericales.

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