Escribe Flavio Pereyra
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El jueves 15 se votó en FOETRA Bs. As., principal sindicato telefónico del país, la Comisión Directiva. Con una participación del 59 %, se impuso la lista Azul y Blanca con el 69 % de los votos. La Lista Granate (un frente entre el FITU y la CTA-A junto a otros sectores proto Azul y Blanca) sacó el 25 % y 3 vocales en comisión directiva. La novedad de la elección, la lista Naranja, alcanzó el 5 % ganando 2 vocalías.
El resultado electoral ratifica el amplio dominio del aparato sindical de la burocracia.
La campaña de la Naranja, mediante su declaración y recorridas, se centró en explicar que el retroceso del salario y condiciones de vida de los trabajadores es el resultado de la política antiobrera de las centrales sindicales que, lejos de ser una voz de los trabajadores, tejen acuerdos políticos en defensa del llamado “modelo sindical”, o sea, sus privilegios políticos y económicos, que en muchos casos asumen un carácter patronal. Señalamos que FOETRA fue integrada a esta política hace tiempo, porque dejó de pelear por el salario y la jornada de 7 horas, donde firma paritarias a la baja y actas flexibilizadoras, y ha generalizado la jornada de 9 horas.
De las 4 elecciones en las que participó, este es su tercer mejor resultado, o el segundo peor depende como se quiera ver. No es realmente independiente del oficialismo; son además colaterales políticas de la burocracia sindical de la CTA, en un caso, o del FITU, en progresiva integración al Estado, en el otro. Se repite en llamamientos y solicitudes para que la Azul y Blanca haga una cosa u otra, de modo que funciona como una mensajera intermediaria de la Azul y Blanca.
No se trata de desconocer las dificultades o problemas actuales para organizar a los trabajadores, sino que se deben motorizar campañas y planteos que ofrezcan un canal de su bronca ante el fenomenal retroceso social. Ante la ausencia, los trabajadores y una parte incluso del activismo se recuestan sobre el aparato sindical.
La Granate no funciona como un canal de repudio a la Azul y Blanca ni como un factor de organización de los trabajadores. Ante cada adversidad electoral, concluye en adaptarse más aún a la burocracia. En su propaganda, omitieron por completo mencionar al gobierno y las centrales sindicales, y el contexto político y social. Los tres agrupamientos del FITU, la agrupación de la CTA y la verde-negra de Sosto aportaron, en un promedio simple, un 5 % a los votos de cada lista –lo mismo que obtuvo sola nuestra lista Naranja-. El FITU prefirió este emblocamiento al llamado a votar a una lista clasista, políticamente independiente.
Como el salario, la reforma laboral y las jubilaciones no están encapsulados en una burbuja, los problemas de los trabajadores son políticos, que hay que buscar aclarar, y no esconder bajo la alfombra. Cómo enfrentaría la Granate al Gobierno y la política de las centrales sindicales, es algo que dejó sin responder a todos los telefónicos.
La agrupación del aparato del Partido Obrero reclama el título de agrupación “clasista” desde una lista que encabezan con la CTA-A, que tuvo varias reuniones debatiendo la incorporación del moyanismo. Se trata de una unión política y no de una acción común en una lucha antipatronal.
La campaña, de conjunto políticamente fraudulenta, fue rematada con un volante y afiche masivo a todo color que, a días de votar, planteaba que “la Naranja llama a votar a la Lista Granate”, para destruir el voto político independiente a la Naranja. El aparato del PO copia el método de los afiches truchos que son tan frecuentes por parte de los partidos del sistema en períodos electorales.
El voto a la Lista Naranja tuvo varios condicionantes: ir con una lista corta, sólo para cargo a Comisión Directiva; que Telecom nos denegara el acceso a edificios sistemáticamente a los que la Azul y Blanca y la Granate pudieron acceder sin mayores limitaciones, nuestros propios límites en varios edificios, y limitaciones en cuanto a redes sociales y mailing. Nos plantea un desafío a superar.
Pero el balance es significativamente positivo. Primero, porque nos dirigimos al gremio de ahora en más con un perfil político propio y reiniciando la lucha de una corriente que se fundó, sindicalmente, hace casi 60 años. El resultado final de nuestra lista se materializa en las vocalías para Flavio Pereyra y Guido Fuentes. Es nuestro compromiso usarlas como tribunas de esclarecimiento y agitación, frente a una Directiva poco menos que unipersonal.
En el gremio telefónico tenemos un primer desafío clave con la fusión de Telecom y Telefónica al servicio de una ‘racionalización capitalista” que podará miles de puestos de trabajo.