Escribe Corresponsal
Larreta y Emova, responsables.
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La muerte de una agente policial y un trabajador del subte herido es el saldo que dejó el incidente de hoy en la línea C. Pero sería un error considerarlo como un mero “hecho policial”. La indefensión se da en un marco concreto: el vaciamiento de personal –tanto del concesionario como de personal policial- que tiene lugar en el subte. La contracara de esa inseguridad son los negociados de Larreta y del concesionario: mientras se imputan “adicionales” por 800 efectivos, la realidad es que esa presencia no se ve por ningún lado. Del lado del concesionario, los millonarios subsidios no se traducen en el personal necesario, sino en un plantel cada vez más reducido –incluido el necesario para prevención y vigilancia. El único gasto “abundante” en esa materia son las cámaras de seguridad, apuntadas a vigilar a los trabajadores y sus movimientos.
La indefensión de trabajadores y usuarios excede por mucho a la cuestión de la inseguridad: es la misma que se vive a causa de los vagones contaminados con asbesto, el deficiente mantenimiento y la presión patronal sobre la carga de trabajo, a riesgo de la seguridad obrera y de los usuarios.
La línea C paró espontáneamente frente a un hecho que conmovió a la Ciudad. Pero la bronca era mucha en todas las líneas: a las 17, se resolvió el paro general. En apenas unos días, los trabajadores desconocieron en dos oportunidades el “reglamento de huelga” firmado entre la empresa y la directiva del sindicato, y debieron ir a la lucha por reivindicaciones urgentes. En “defensa propia”, es necesario votar el desconocimiento de ese reglamento antiobrero y resolver un plan de lucha por todos los reclamos vigentes –la contaminación de vagones, la inseguridad, el salario y la incorporación de personal, entre ellos.
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