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Sólo 30 días atrás el Partido Justicia y Desarrollo de Erdogán (AKP) había adelantado a mayo los comicios previstos para junio, a fin de dividir a la oposición y obtener un nuevo mandato. Si bien la oposición burguesa es pusilánime, aun así, en las principales ciudades, como Estambul y Ankara, el AKP hace ya varios años venía perdiendo las elecciones.
Pero ahora “cuando estamos experimentando el peor desastre de nuestra historia, no podemos celebrar elecciones en mayo o junio. Simplemente no puede suceder”, dijo Bulent Arinc, ex presidente del parlamento y miembro destacado del AKP. Así Erdogán se despoja de sus últimos oropeles ´democráticos´ y todo indica que anulará o postergará indefinidamente las elecciones.
“En una situación en la que el presidente es visto como la persona responsable en última instancia, lo último que Erdogán necesita en este momento es una elección” —dice Zvi Bar'el, en Haaretz, 17/2. El AKP “quiere posponerlas al menos un año para tener tiempo de demostrar su capacidad para reconstruir y desviar la ira pública. La constitución establece que las elecciones solo pueden posponerse durante una guerra, por lo que Erdogán tendrá que modificar el artículo correspondiente. No se espera que sea demasiado difícil para él, incluso si todos los partidos de la oposición se oponen. La pregunta es si el público aceptará esta decisión y no exigirá que la elección se realice a tiempo para que pueda cobrarle el precio político al presidente y su partido” por la nula previsión y la falta de respuestas frente al terremoto (ídem).
El sismo más que sacudir la tierra desnudó que la Turquía potencia
de Erdogán es poco menos que un castillo sobre la arena. Las autoridades “ignoraron y eludieron las leyes de construcción para permitir que los contratistas cercanos a ellos construyan de forma rápida y económica y, por lo tanto, puedan obtener grandes beneficios”. Bajo la dictadura de Erdogán se sancionó “una innovación conocida como exención regional
que contribuyó significativamente a la devastación. Se otorgaron permisos a grandes empresas constructoras para construir en violación de las normas que exigen que los edificios sean capaces de resistir un terremoto: desde 1999, cuando se pusieron en vigor estrictos códigos de construcción tras un terremoto que mató a unas 17.000 personas, hasta el año pasado, las autoridades otorgaron aproximadamente siete millones de exenciones de este tipo” (ídem).
Después del terremoto el gobierno, acosado por las críticas, se lanzó a una caza de brujas contra supuestos responsables: “ha identificado y detenido a 221 contratistas, supervisores de obra e ingenieros”. Pero se trata de puro circo: “un informe de investigación de la Unión Europea detalla los resultados de los procedimientos judiciales tras otros terremotos o derrumbes de edificios de varios pisos en Turquía” demostró que en el caso de otro terremoto “se presentaron inicialmente 2.100 acusaciones. Ese número se redujo rápidamente a 300, y de ellos, solo 110 terminaron en condena. Pero incluso entonces, las sentencias fueron suspendidas en la mayoría de los casos” (ídem).
La catástrofe del terremoto, evitable en lo fundamental si se aplicaran las normas antisísmicas pertinentes, provocó ya “según UNICEF, que más de siete millones de niños necesiten atención inmediata en Turquía y Siria. Estos incluyen 4,6 millones de niños que vivían en las zonas más afectadas por el terremoto y otros dos millones y medio de niños que son víctimas de daños colaterales
: sufren traumas, escasez de alimentos y desorientación, incluso si no fueron afectados directamente por el terremoto” (ídem).
No menos grave que la violación de las normas de construcción es que mientras se producen “cientos de miles de solicitudes para adoptar bebés y niños desamparados desde Turquía y otros lugares, existe preocupación por el potencial de secuestro y tráfico de niños, como sucedió durante eventos similares en Turquía y otros países. Los medios de comunicación turcos ya han informado sobre las detenciones de presuntos traficantes de niños” (ídem).
Las catástrofes humanitarias bajo el capitalismo son expresión de la descomposición y putrefacción de este régimen social. Ahora la eventual caída de Erdogán, pieza fundamental de la OTAN, complica a la alianza imperialista y lleva las contradicciones de la crisis capitalista al paroxismo.
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