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La “campaña salarial” llevada adelante por la Federación Papelera, mediante actos relámpago en algunas de las fábricas más grandes, va en línea con el acuerdo del techo salarial del 60% que firmó el conjunto de la burocracia con el gobierno, en línea con la exigencia de ajuste del FMI.
La “negociación” de la Federación parte de un piso de un salario papelero de $134.136 en enero, cuando la canasta básica (de pobreza) se encontraba en $161.000, es decir, el acuerdo paritario anterior finaliza con una goleada de las patronales contra los trabajadores.
Si bien, según dejó trascender el portal digital PilaraDiario, la exigencia para el último tramo de la paritaria 2022/2023 se ubica en $193.000, ningún papelero puede precisar a ciencia cierta cuál es el porcentaje concreto que reclama la burocracia. En un escueto comunicado ésta señala las distintas proyecciones de la canasta básica de acá a algunos meses y remata que “ningún papelero puede caer por debajo del Salario Mínimo”, es decir, consagra la “campaña salarial” a una nueva derrota del salario.
Como si fuera poco, a este cuadro de entrega, la Federación propone un paro de 24hs para el próximo lunes 13 de la “Rama Fabricación”, es decir, dirigida sólo a los trabajadores encuadrados en las empresas de esta rama. La burocracia con esta medida pretende dividir al movimiento obrero papelero y así contener hasta cierto punto el descontento que recorre todo este sector.
En los actos relámpago no se discute la precarización laboral que sufren los trabajadores del papel. Los aumentos del ritmo de la producción, que recorre la mayoría de las fábricas, reduce los espacios en las plantas por la acumulación de materia prima y los autoelevadores tienen que funcionar más rápido para poder abastecer a las máquinas. A partir de esos problemas, se empezaron a generar accidentes con mayor frecuencia.
Las altas temperaturas en sectores de corrugadoras, la falta de ventilación en un cuadro de temperaturas extremas, son el caldo de cultivo que suman a los mayores accidentes laborales. Los nuevos trabajadores que ingresan, precarizados, son empujados a realizar tareas de personal especializado, es decir, no le pagan por la tarea que hacen y además los exponen a accidentes por la falta de conocimiento de la seguridad y operación de las máquinas.
El último tramo de la paritaria papelera es parte de una política general que se encuentra en el centro del plan estratégico de las patronales, el gobierno y el FMI, cuyo vehículo es la burocracia sindical; esto es, no sólo consagrar un salario de miseria sino garantizar, junto con las patronales, un sistema de trabajo continuo dentro de las plantas, con jornadas que alcanzan las 12 horas diarias.
La lucha por la jornada de 8 horas, la eliminación de los turnos rotativos y la indexación mensual de los salarios partiendo de que ningún trabajador esté por debajo de la línea de pobreza (trabajando 8 horas) tiene que ser el motor de un paro de todo el gremio del papel que parta de las asambleas por lugar de trabajo.
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