Escribe Norberto Malaj
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“Líbano es ahora un país financieramente en bancarrota. La mayoría de sus ciudadanos vive por debajo o apenas por encima del umbral de la pobreza. Los servicios públicos como la electricidad, la educación y la salud son en gran parte teóricos, y el gobierno es esencialmente nada más que el edificio en el que se encuentra” (Zvi Bar'el, Haaretz, 20/3). Pero si bien “esta descripción también podría encajar en lugares como Sudán, Yemen o Libia, afortunadamente para el Líbano, tiene un estatus diferente al de esos países. Una serie de países, incluidos Francia, EE. UU., Arabia Saudita, Qatar y, por supuesto, Irán, no quieren ver el colapso del Líbano y están tomando medidas para salvarlo” (ídem).
El Líbano ocupa un lugar especial en el Medio Oriente. Supo ser, primero, la colonia francesa más importante allí; después, una especie de Suiza mesoriental, donde la burguesía cristiana maronita gobernante del país operó un sistema bancario que dominó las finanzas de las naciones musulmanas circundantes. Después de la guerra civil de fines de los ´70 el Líbano se desbarrancó a una velocidad mayor que la decadencia argentina de los últimos 100 años.
¿En qué consiste el supuesto salvataje que ahora se le presenta al Líbano? El Líbano sobrevive merced a un acuerdo entre la fracción minoritaria de aquella burguesía y Hezbolá, la milicia pro-iraní que gobierna virtualmente sobre las masas empobrecidas del país y, especialmente, sobre la vasta diáspora palestina que vive en campamentos de refugiados. Desde mediados del año último el país está virtualmente acéfalo. El FMI y varios países imperialistas reclaman la puesta en pie de un ´plan de ajuste´ que la propia burguesía resiste a su manera.
La fenomenal crisis libanesa no ha impedido, sin embargo, que avanzaran los planes de explotación de una especie de ´Vaca Muerta´ en un campo submarino de gas, Quana: “el gigante energético francés TotalEnergies anunció la publicación de un proceso de licitación internacional que cuenta con el consentimiento de Israel como parte del acuerdo de gas más grande con el Líbano”. El proyecto cuenta con el apoyo de Hezbolá. Como ´broche´, “EE.UU. está dispuesto a contribuir con su parte al rescate del Líbano y aceptar que Egipto y Jordania le vendan gas y electricidad que se transportará a través de Siria, a pesar de que EE.UU. ha impuesto fuertes sanciones a Damasco” (ídem).
O sea que el Líbano sería ´rescatado´ de la mano de un saqueo imperialista sin precedentes, con el respaldo de las burguesías de Egipto, Jordania y los sionistas y el aval de Hezbollá. De ahí, dice el cronista de Haaretz, que en la actualidad “Hezbolá tiene asuntos más urgentes que una guerra con Israel”. La explotación del gas y el petróleo del Mediterráneo que hizo antes las mieles entre Egipto, Jordania y los sionistas, ¿operará ahora como gran prenda de ´pacificación´ del Líbano?
El arreglo político que viabilizaría el ´rescate´ libanés está patrocinado por Francia: propone como presidente a un viejo líder maronita, Sleiman Frangieh, “a quien Hezbolá está presionando para nombrar” (ídem). Hasta ahora Arabia Saudita se opone. Al parecer, dos factores serían el escollo. Por un lado, los sauditas quieren prenderse del emprendimiento gasífero de Quana (los saudíes no tienen ninguna participación en las explotaciones gasíferas de los sionistas y los yankis sobre el Mediterráneo). Pero, además, “se ha sumado recientemente una nueva carta negociadora”. Tras la renovación de relaciones entre Arabia Saudita e Irán, Líbano es uno de los temas centrales de ese acuerdo … Irán tendrá que decidir qué le parece más importante: si su presidente preferido en el Líbano o las relaciones amistosas con los saudíes. Por lo pronto Irán se apresuró a informar que, de acuerdo con los nuevos acuerdos con Arabia Saudita, había decidido detener el suministro de armas a los rebeldes hutíes en Yemen” (ídem).
El Líbano y todo Medio Oriente están en el centro de la crisis desatada por la guerra en Europa. Arabia Saudita e Irán habrían acercado posiciones como fruto de las relaciones que ambos sostienen con Rusia y China. La principal provisión petrolera del ´gran gigante´ asiático proviene en la actualidad de esos dos países. El pato de la boda sería una vez más EE.UU.
De modo que más allá de las intenciones belicosas y partidarias de una nueva Nakva del gobierno de ultraderecha sionista, el establishment que se le opone en la crisis que sacude a Israel obra en sentido inverso. En consonancia “del equilibrio de la disuasión en Gaza, merced a las buenas gracias de Egipto”, por un lado; mientras “en Cisjordania, el equilibrio depende de la administración en Washington” que ha subordinado a la Administración Palestina a sus designios. “En estas circunstancias, con Hezbolá a punto de formar el gobierno que quiere en el Líbano, con el consentimiento de la mayoría de los países involucrados en la crisis libanesa (Israel incluido), es difícil encontrar alguna razón por la que la que Hezbolá quiera iniciar una guerra con Israel” (ídem).
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