Escribe Pablo Busch
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Los trabajadores de Bagley, que a mediados de abril paralizaron la planta de Córdoba Capital en rechazo al despido de un trabajador, enfrentaron contra su huelga un verdadero operativo político entre el gobierno y la patronal del grupo Arcor. La conciliación obligatoria vino a frenar una respuesta contundente de parte de los trabajadores cuando pasaron del paro de advertencia a la huelga indefinida, a la ocupación de la planta y al desalojo del personal jerárquico y a piquetes sobre la ruta 9, contando con la solidaridad de delegados y activistas de la alimentación de Córdoba, especialmente de las del mismo grupo empresario.
La decisión de dictar la conciliación bajó, según funcionarios del Ministerio de Trabajo, directamente del gobernador Schiaretti, quien ordenó resolver el conflicto y terminar con la huelga a cualquier costo. Por eso mismo, al dictarse la conciliación, la empresa cedió terreno, reincorporando al compañero despedido a las tareas, sin que esto signifique su reincorporación definitiva. La patronal envió una tanda, ahora, de 30 telegramas de despido, que no se hacen efectivos por la instancia conciliatoria. La empresa busca propinarles una derrota aleccionadora a los trabajadores y quebrar su unidad, sellada en esta última huelga. Una fábrica rebelada, con capacidad de fuego y con una Comisión Interna de lucha, es intolerable para un grupo que se caracteriza por cooptar, aislar o corromper a los delegados y dirigentes sindicales que levantan cabeza y cuya política es atropellar sistemáticamente los derechos de los trabajadores. Los despidos no tienen ningún vínculo con la marcha de la producción: se trata de una maniobra antisindical para romperles el lomo a los trabajadores rebelados y aleccionar a todas las plantas del grupo.
Hoy, martes 9 de mayo, vence la primera instancia de conciliación, que será postergada por cinco o 10 días hábiles más. El STIA de Córdoba emitió ayer un comunicado donde denuncia la actividad ilegal de la empresa, aunque no plantea a los trabajadores la necesidad de una huelga de conjunto contra los despidos antisindicales. El grupo Arcor tiene plantas en Catamarca, Buenos Aires y San Luis, además de Córdoba: una medida convocada por la Federación de Trabajadores de la Alimentación podría quebrarle el brazo a la maniobra de la patronal.
Los trabajadores de Bagley se aprestan a una confrontación de clases de gran alcance. La experiencia reciente indica que recogerán las mejores tradiciones del proletariado cordobés.
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