Universidad de Quilmes: el Consejo Superior vota una reforma reaccionaria del coeficiente

Escribe Joaquín Antúnez

La Cámpora y Estudiantes x UNQ - Franja Morada forman un frente común.

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La gestión universitaria se prestó a tratar en el último Consejo Superior de la universidad una serie de medidas arbitrarias y de ajuste contra los estudiantes y trabajadores de administración y servicios de la misma. En el caso de los trabajadores, se decidió una redistribución del presupuesto -amparado en la emergencia económica votada en febrero pasado- para adicionar sumas en negro en el salario. La gestión argumenta este negreo en el ajuste de Milei al presupuesto universitario. En el caso estudiantil, la gestión intentó votar una reforma del coeficiente -sistema utilizado para administrar la falta de cupos y comisiones- “ultrareaccionaria”, que penaliza a todo estudiante que se vea obligado a abandonar una materia. Finalmente, la fórmula aprobada sólo merece el título de "reaccionaria”.

El problema del coeficiente y los cupos de las materias no es una novedad para ningún estudiante de la UNQ, lo sufrimos cuatrimestre tras cuatrimestre. En el pasado, era un método para racionalizar el ajuste en el presupuesto educativo y la falta de nombramientos docentes, que marcha a la par de ese ajuste. El aumento de las inscripciones y la “motosierra” planteada por el gobierno de Milei-Caputo han llevado esta situación a un nivel intolerable.

La fórmula del coeficiente, hasta este cuatrimestre, valoraba en partes iguales el trayecto de la carrera avanzado (créditos obtenidos) y el promedio. En la nueva fórmula propuesta, la gestión buscaba penalizar los ausentes -que actualmente no tenían lugar en el cálculo- y “premiar” la realización de deportes o pertenencia a centros de investigación/extensión. Esto era defendido como una manera de valorar a los estudiantes que se comprometen con sus carreras. Este comentario, de origen libertario, era presentado por la gestión al margen de los malabares y la situación acuciante de los estudiantes de la universidad. La falta de cupos y comisiones llevan a una reducción de la cursada -“alarga la carrera”- o a dejar el trabajo, algo cada vez más impensable para cualquier estudiante.

Finalmente, tras un tenso debate que incluyó la presencia de activistas, agrupaciones de la izquierda y ATE, nucleados en la asamblea interclaustro de la universidad, la gestión debió dejar en pausa el grueso de la reforma. La presión estudiantil no se hizo sentir en el recinto, el tratamiento casi secreto hacía que el estudiantado desconozca la magnitud del ataque a la que estaba expuesto. Finalmente, las agrupaciones estudiantiles del rectorado -en un pacto con Franja Morada- presentaron un proyecto propio, que contempla en un 90 % a los créditos obtenidos y un 10 % al promedio del estudiante. Es una reversión para penalizar a todos los ausentes, puesto que la única manera de sumar créditos es aprobar las materias. Lo que pretende ser vendido como una defensa de los estudiantes es un ataque en regla. Con este nuevo cálculo, cualquier estudiante que recién se inicia deberá esperar largas horas (y hasta días) para ingresar a la cola de las inscripciones, mientras genera un desfasaje enorme entre los estudiantes que se encuentran a mitad o finalizando la carrera. Como se ve, es un sistema donde para cursar hay que pisar cabezas de los compañeros.

Está planteada una lucha por la eliminación del coeficiente y toda restricción a la cursada y su “reemplazo” por un aumento de los cupos y comisiones, sobre la base de un nombramiento docente acorde a las necesidades estudiantiles bajo salario y convenio. La lucha por el presupuesto universitario tiene este componente estratégico.

La gestión de Alfredo Alfonso se ha cansado de realizar e imponer sacrificios presupuestarios a trabajadores y estudiantes de la universidad. Este nuevo episodio no va a garantizar de ninguna manera que la UNQ se salve del ahogo presupuestario. Alfonso, junto al resto de los rectores universitarios, ha decidido colocarse en el terreno de la administración del ajuste mileísta.

Las conducciones de los centros de estudiantes (La Cámpora/Alianza Universitaria) se han colocado al servicio de esta orientación, ahora integrando en un frente de acción común a la Franja Morada. En una campaña burda, han intentado denunciar a la única consejera superior que rechazó la modificación del coeficiente y han atacado a la militancia de izquierda en redes y grupos. Entre la izquierda y el macrismo (Franja Morada), el kirchnerismo universitario ha dejado en claro que prefiere a las bandas de Bullrich (y sus métodos) en las universidades.

Las conducciones estudiantiles y gremiales de la universidad, ligadas íntegramente a la gestión universitaria, no han promovido ninguna deliberación ni acción decisiva para luchar contra el ahogo presupuestario del gobierno. Por el contrario, se han desvivido en defender el “autoajuste” impuesto al interior de la universidad. En este contexto, la asamblea interclaustro -que ha logrado movilizarse ante diversos ataques y articular un espacio de acción común para activistas y luchadores- debe impulsarse como una referencia política, para llevar a fondo la lucha contra el gobierno nacional. El próximo paro de la docencia universitaria, convocado para el 10 y 11 de abril, debe ser el puntapié para una lucha de conjunto, que incluya el debate por una huelga general universitaria hasta tirar abajo los ataques de Milei-Caputo contra la universidad.

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