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La presentación y show de Javier Milei en el Luna Park llenó los espacios de los programas políticos de la TV en la noche del miércoles. Pero no ocurrió lo mismo con el espacio del estadio. Clarín atribuye una concurrencia de 5.000 personas, para una capacidad de 8.000 que informa el Luna; muy lejos de una base reaccionaria de masas. En definitiva, la noche de Milei sólo reunió a la pandilla “libertaria”, a pesar de la propaganda previa y la gratuidad de la entrada. Los trolls sirvieron de poco en el dominio de las redes. Los Milei aprovecharon la volada para montar mesas de afiliación. Pero una cosa es un sello electoral, otra muy distinta un movimiento de masas. La concentración del Luna fue una versión empeorada del pasado 10 de diciembre, cuando Milei tuvo el atrevimiento de darle las espaldas del Congreso para atender a una multitud de 15.000 individuos.
El apogeo del show gratuito tuvo lugar cuando la voz de Milei acometió contra algunos éxitos del rock nacional. Sus autores -como La Renga- ya protestaron contra esa utilización de sus temas. Ahora, a esa protesta se suman los investigadores del CONICET que han denunciado a Milei por plagio, por varios pasajes de su libro. Milei copia al CONICET, ¿dónde se inspirará si lo cierra?
Ya al comentar su libro, el bufón de la derecha mundial se superó a sí mismo. Equiparó sus lecturas sobre la teoría subjetiva del valor con “la primera revista Playboy que tuve en mis manos”. En una libre asociación de ideas, la subjetividad abstracta en economía se equipara a la autosatisfacción sexual.
Abusando de la impostura, Milei reivindicó una postura teórica que choca con su gestión política. En el escenario del Luna, abominó del “maldito Estado que arruina a la economía con sus intervenciones”. Esto lo dijo el hombre que ha aumentado las tarifas por decreto; que ejecutó una devaluación brutal y luego impuso un cepo draconiano sobre todas las operaciones de cambio; que demolió por decreto a las jubilaciones y que pisa los salarios a través de la intervención despótica del hombre de Techint que ocupa la secretaría de Trabajo. El famoso superávit cambiario depende crucialmente de un impuesto proteccionista. El gobierno Milei ha apelado al Estado -esencialmente, como socorrista del capital, subsidiariamente, como bombero de un estallido social- cuando paró los aumentos de las prepagas- y ahora de los aumentos de luz y de gas.
El estatismo de Milei-Caputo, en cualquier caso, no ha eximido a su gobierno de las contradicciones insuperables de una bancarrota financiera del Estado y, en última instancia, de todo el régimen social que ese Estado sustenta. Mientras “Javi” maltrataba a los clásicos del rock, el “mercado” llevaba el dólar paralelo a 1.300 pesos, abriendo la ruta de una corrida cambiaria. La caída simultánea en los títulos de deuda y en las acciones argentinas adelanta un fenómeno de conjunto -la salida de los fondos especulativos del “mundo Milei”- después de meses de haber cosechado ganancias extraordinarias en el país. Mucho más al norte, una rebelión trabajadora y campesina en Misiones, fundada en los métodos de la autoconvocatoria, anticipaba otra tendencia -la de una irrupción independiente y de carácter nacional contra el gobierno antiobrero.
Milei terminó el show cantando “se viene el estallido” - otra usurpación, en este caso a la Bersuit. Más de un observador percibió que se trataba de una profecía autocumplida.