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Javier Milei no solamente ha debido afrontar dos paros generales en muy pocos meses de gobierno, enormes marchas y ahora una sublevación del personal policial en Misiones, sino también su primer corrida cambiaria. Todo un récord; nadie lo consiguió en tan poco tiempo. Después de cosechar ganancias del ciento por ciento, los tenedores de bonos de la deuda externa se han lanzado a liquidarla. La estantería política del gobierno liberticida no está en riesgo, todavía, de venirse abajo, pero Milei y Caputo han recibido un ultimátum: hay que devaluar y levantar el cepo, por lo menos para el mercado de servicios financieros, como lo reclama Domingo Cavallo. El peso se devaluó un 15% en una semana y el dólar alcanzó los 1.300 pesos –un 40% del dólar oficial, que en diciembre pasado había pasado de 420 a 830 pesos.
La corrida ha expuesto un agujero de varias decenas de centímetros de diámetro en la política financiera. Los gurúes del gobierno liberticida han convertido a la deuda en pesos del Tesoro en el tacho de residuos de la deuda acumulada por el Banco Central por el equivalente a decenas de miles de millones de dólares. Sostenían que el retiro de circulante en el mercado, mediante el endeudamiento público, ‘secaba’ la fuente de pesos que podían afectar el mercado de cambios. La última licitación de deuda del Tesoro superó en un 80% las necesidades del gobierno, demostrando una aguda liquidez monetaria en pesos. Era dinero que salía de licitaciones anteriores para ser colocado en bonos que ofrecían mayor tasa de interés; lo emitía el Banco Central que ha firmado un seguro de compra a los bonistas. La corrida de esta semana dejó en evidencia el embuste de la sequía de pesos. La venta de esos bonos en pesos del Tesoro, que respalda el Banco Central, se ha convertido en la fuente de demanda de dólares en los mercados paralelos. La afirmación de Nicolás Dujovne, el desgraciado ministro de Economia de Macri, a Clarín, de que “Hoy no hay pesos en la economía con los que se pueda generar inestabilidad cambiaria”, ha sido refutada en los hechos. Llama la atención que un operador financiero como Dujovne desconozca que una escasez de pesos puede convertirse en su contrario, o sea en una súbita abundancia, por medio de la monetización del ficticio superávit comercial y la acumulación ficticia de divisas, al punto de desatar el movimiento contrario –la compra de esos dólares por los tenedores de pesos y el estrechamiento del mercado local.
La corrida cambiaria ha sido un golpe preventivo contra la deuda del Tesoro. En caso de convertirse en una tendencia definida, desataría una corrida contra esos bonos públicos y el estallido de una hiperinflación. La ‘limpieza’ del balance del Banco Central, mediante el ‘ensuciamiento’ de la cuenta del Tesoro, amenaza con destruir la deuda pública en moneda nacional. Esto es largamente suficiente para convertir en papel mojado la Ley Bases que discute el Senado, que es inviable sin moneda propia. Con escasas reservas internacionales, la dolarización sólo se podría imponer ‘a la venezolana’ –con una caída brutal de la economía, el abaratamiento a precios de remate de activos y patrimonios, y el ingreso de dólares para comprarlos a precio vil.
El gobierno ha sido emplazado, mediante la corrida, a una nueva devaluación del peso, con características que se están discutiendo. El Financial Times describe al plan Caputo que se está viniendo abajo, como “altamente técnico”; esto, que podría sonar a un elogio, es una crítica demoledora, en el entendimiento de que la economía capitalista, caracterizada por la anarquía y la volatilidad, no puede encarrilarse con instrumentos de precisión o por medio de la Inteligencia Artificial.
La bancarrota del gobierno Milei se ha convertido en una cuestión política explosiva. Los trabajadores deben desarrollar una comprensión de conjunto de esta bancarrota y ajustar a ella sus reivindicaciones y sus métodos de acción. Exactamente lo que debería discutir este sábado el Encuentro Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados.