Escriben Julián Asiner y Daniela Magoc
Tiempo de lectura: 4 minutos
No solo los hospitales públicos de salud mental están bajo amenaza de cierre, del Bonaparte (ex Cenareso) al Centro 1. La política liquidadora de Milei, replicada en la ciudad de Buenos Aires por Jorge Macri, tiene en el cierre de las paritarias a la baja y en el derrumbe del salario un aspecto nodal. Es lo que descubrió la denodada lucha de los trabajadores del Garrahan, que dependen de ambos gobiernos y reclaman la recomposición de sus ingresos como un dique indispensable para frenar el vaciamiento, las renuncias y la fuga de profesionales. Finalmente, el negocio capitalista sobre la salud exige seguir rebajando el llamado ‘costo laboral’ en el sistema privado, y la pulverización del piso salarial en la salud pública es una condición necesaria para ese proceso.
La brutal desvalorización del salario es el elemento que unifica todos los ataques a la salud pública en los bolsillos de profesionales y trabajadores. La burocracia sindical es cómplice y partícipe de este rumbo antiobrero. Según la Federación de Profesionales de CABA (FP), solo entre noviembre de 2023 y enero de 2024, el poder adquisitivo se derrumbó en un 30%. Esto no impidió que la propia FP estampara su firma en acuerdos paritarios junto a SUTECBA y Médicos Municipales (AMM), a pesar de admitir que esa caída se mantuvo intacta. Los últimos ‘aumentos’ firmados junto al ministro Quirós fueron de un 3% en noviembre y otro 3% en diciembre, que ni siquiera son calculados sobre el mes anterior, sino sobre la base devaluada de junio. A eso se viene sumando un monto fijo, que naturalmente también se deprecia mes a mes.
El común denominador de estos tres sindicatos, además del sometimiento a la política de Milei y Macri-primo, es su filiación política pejoto-kirchnerista. En el caso de SUTECBA, ‘compensa’ el propio desguace salarial al que somete a sus afiliados con la tercerización del manejo discrecional de los llamados ‘módulos’ en enfermería. Es al servicio de este sistema punteril que se erige como principal opositora al pase de los compañeros a la carrera profesional. La conducción de la AMM, por su parte, hace de su colaboración activa en la destrucción salarial una moneda de cambio para la selección de las direcciones hospitalarias, el reparto de cargos de funcionarios y puestos de gestión. Para los trabajadores, la ruina salarial es la contracara del multiempleo, que coloca al estrés y el desgaste laboral en salud entre los más elevados de la clase obrera argentina.
El último aumento real que recibimos los profesionales y trabajadores de la salud de CABA, a contrapelo de estas paritarias empobrecedoras, fue aquel que conquistaron residentes y concurrentes con la huelga general autoconvocada por tiempo indeterminado, que se extendió por un mes y medio en 2022 y arrancó un 80% de incremento en una sola cuota. En aquel entonces, SUTECBA, AMM y FP también habían cerrado paritarias a la baja, pero la lucha decidida de los residentes y concurrentes obligó a reabrir la cuestión salarial para toda la carrera hospitalaria. Luego, las direcciones sindicales se encargaron de reconducir el proceso hacia el declive actual, donde el salario inicial de un residente se ubica junto a la línea de la pobreza.
Tomando como punto de aglutinamiento la ocupación contra el cierre del Bonaparte, fueron los residentes y concurrentes quienes se encargaron de rechazar en asamblea el último cierre paritario y votar un pliego reivindicativo por un salario mínimo inicial de 2.500.000 pesos -la canasta familiar real en CABA- y el pago de las guardias. Sin embargo, al momento de desplegar un plan de acción, primó la orientación del kirchnerismo y los partidos del FITU, que impulsaron el envío de cartas a las seccionales de AMM de los hospitales, para “sensibilizar” con el reclamo a la misma burocracia que venía de firmar la paritaria con el gobierno porteño. Como podía descontarse, este intercambio epistolar quedó en el olvido hasta para sus propios impulsores.
Lo que está planteado es retomar, por el contrario, la política histórica de la asamblea de residentes y concurrentes de formular su pliego de reivindicaciones de forma directa al poder político, sin cortapisas ni intermediarios, y movilizarse de forma autónoma hasta conquistarlo. Esto debe extenderse al conjunto de los y las trabajadoras de los hospitales y centros de salud, incluyendo a la planta profesional, enfermería y administrativos. Sería una manera de darle continuidad a las asambleas y delegaciones autoconvocadas que se movilizaron en ocasión de la toma y el abrazo del Hospital Bonaparte. Finalmente, sin recomposición salarial, el pase a carrera profesional de enfermería es un reconocimiento formal vacío de contenido.
La política destructiva del gobierno liberticida y sus laderos en el macrismo porteño está provocando una fuerte deliberación política entre profesionales y trabajadores de la salud. Es necesario emprender una pelea por el triunfo de todas las luchas en curso, del Bonaparte al Centro 1, del Garrahan al pase de enfermería. Acompañemos esta movilización colocando en agenda la cuestión salarial, por una recomposición para todos los trabajadores que, como reclaman los residentes, coloque al piso mínimo en el nivel de la canasta familiar. El triunfo de estas causas plantea el desafío de unificarnos y desarrollar un movimiento de lucha autoconvocado, eligiendo delegados para formar comités y coordinadoras que superen todas las ataduras políticas y gremiales vigentes. En un contexto de degradación social generalizado, que agrava todos los padecimientos y colapsa el sistema sanitario, la defensa del salario en la salud pública es una medida de protección indispensable para toda la clase obrera.