Escribe Grupo Independencia Obrera
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El presidente del Gobierno Pedro Sánchez ha comprometido el voto de España para el candidato a la Comisión Europea (CE) de la primera ministra fascista italiana Giorgia Meloni. Este es el precio para preservar a Teresa Ribera, su candidata a vicepresidenta de la Comisión Europea para Competencia y Transición Justa y Limpia. El socialdemócrata se adaptó sin reparos a la presión del Partido Popular Europeo (PPE), presidido en el Parlamento Europeo (PE) por Manfred Weber, quien a instancias del dirigente del Partido Popular español, Alberto Núñez Feijoo, amenazó con impedir que Ribera fuese ratificada en ese cargo.
El objetivo de Weber era obligar al gobierno “más progresista de la historia de España” a someterse a la realidad surgida de las elecciones al Parlamento Europeo este año que han dado una mayoría al PPE con 188 escaños además de un fuerte crecimiento de la extrema derecha. Esto da la posibilidad de una alianza electoral que puede barrer con cualquier oposición. El grupo encabezado por Fratelli di Italia de Meloni, Conservadores y Reformistas Europeos, cuenta con 77 escaños; Patriotas por Europa encabezada por el Fidesz de Viktor Orbán, en el que milita el español Vox, tiene 84 escaños; y el grupo Europa de las Naciones Soberanas promovido por Alternativa por Alemania cuenta con 25 escaños.
La maniobra de Weber ha quedado en la sombra en España mientras el gobierno festeja su “triunfo” y considera que ha derrotado la operación de Núñez Feijoo para hacer caer a Ribera. Pero en los hechos Sánchez y su gobierno “de progreso” han pasado por el aro de la nueva mayoría que ha dejado en agua de borrajas el principio de que los acuerdos en el seno de la UE pasan por el pacto entre las fuerzas otrora más representativas de la vida política europea: socialistas, populares y liberales. Como aperitivo el 14 de noviembre la nueva mayoría aplicó el rodillo y retrasó un año la Ley de Deforestación de la UE a la que además recortó con saña las uñas.
Pese a que la fuerza del Parlamento Europeo es relativa, porque por encima tiene a la CE y al Consejo Europeo -la cumbre de jefes de estado de la Unión- el lance de Weber ha sido eficaz, doblegando no solo a los socialistas, también ha enviado un mensaje claro a liberales y verdes. El mensaje también ha llegado a sus propias filas -es un dirigente del CSU- en particular a su aliado la CDU. Úrsula von der Leyen miembro de la CDU, que repite mandato como presidenta de la CE, había pactado en junio la composición de su gobierno precisamente con socialistas, populares y liberales. Aunque había admitido entonces al candidato de Meloni, Raffaele Fitto, cuyo grupo Conservadores y Reformistas Europeos cuenta con simpatía generalizada dentro del PPE. Von der Leyen también promovió como Comisario de Sanidad al húngaro Oliver Varhelyi quien ya tuvo un cargo bajo su primera presidencia.
La geometría política de la UE ha variado de forma significativa con el incremento del peso de la derecha no sólo con las elecciones al PE de este año. Incremento que refleja el ascenso de las corrientes de derecha como Agrupamiento Nacional de Francia, de quien de hecho depende el gobierno de Emmanuel Macron, Hermanos de Italia con Meloni al frente y el fuerte caudal de Alternativa por Alemania, además de la española Vox y la aplastante mayoría de Fidesz en Hungría este año. Esta semana Rumanía se ha sumado a la saga ultraderechista. En paralelo la izquierda ha perdido peso con la caída electoral de Sumar y Podemos en España y la debilidad extrema del socialismo europeo, empezando por la pérdida de peso del SPD en Alemania. En junio la presidencia del Consejo Europeo, un cargo simbólico, se pactó para el socialista portugués Antonio Costa. El mandato de este cargo es de dos años y medio, pero siempre se daba por descontada su reelección para dos mandatos. Weber ya ha advertido que eso no ocurrirá esta vez.
En cualquier caso las posibilidades de negociar acuerdos en la Unión Europea entre los bloques parlamentarios, la Comisión y el Consejo Europeo se han hecho mucho más complejas y la posibilidad de decisiones por acuerdo han quedado seriamente cuestionadas. Basta recordar que la mayoría al menos dos bloques de ultraderecha rechazan la guerra en Ucrania y mantienen una profunda simpatía por Rusia. Las tendencias centrífugas por el cúmulo de contradicciones en el seno de la UE se han agudizado.
Los sondeos de opinión dan como vencedor de las elecciones anticipadas de febrero en Alemania a Friedrich Merz, el nuevo presidente del CDU, que va en coalición con la CSU. Pero también anticipan un crecimiento de la ultraderecha de Alternativa por Alemania (AFD). Las elecciones anticipadas de febrero son el resultado de la caída de la gran coalición de Scholz en medio del descalabro económico del país. En gran medida la crisis es una consecuencia de la pérdida de competitividad de la producción alemana por el rápido aumento de los costes energéticos. Pero el incremento de esos costes es el resultado colateral del empuje del imperialismo estadounidense y la OTAN que desembocaron en la guerra de Ucrania.
Alemania perdió de un plumazo la ventaja del gas barato ruso que entraba por los gasoductos Nord Stream I y II. La sociedad conjunta germano rusa con mayoría de capital de la rusa Gazprom sufrió fuertes ataques de Trump primero y su definitiva paralización con el inicio de la guerra de Ucrania. Un ataque destinado a frustrar la inserción a la economía mundial de Rusia de la mano de Alemania. La inversión es además irrecuperable por que la infraestructura submarina fue volada en septiembre de 2022 en una operación coordinada por la CIA y ejecutada por un grupo de ucranianos amparados por Polonia. La competitividad internacional de la producción industrial de Alemania ha quedado supeditada al precio del gas natural licuado procedente de EEUU y de los emiratos.
La política belicista de la socialdemocracia y sus aliados de la izquierda institucional, del mismo tono que la que despliega el centro derecha en Francia y el resto de la Europa en la que gobierna, es identificada de forma creciente por los trabajadores como el origen de la pérdida de poder adquisitivo, con la inflación que golpeó de lleno sus ingresos, y con la severa reducción del gasto social, en salud, educación, vivienda, o pensiones. Mientras las prestaciones sociales se reducen crece el gasto militar de forma disparada. En España el gasto militar pasó del 0,9% del producto interior bruto en 2019 al 1,4% nominal en 2024. De acuerdo con los cálculos del Instituto Internacional de investigación sobre la paz de Estocolmo, Sipri, ese gasto nominal es inferior al gasto real al que incorporan partidas excluidas por la Administración española.
Alemania se ha lanzado de lleno al rearme y ha incrementado de forma espectacular su gasto militar. Un futuro gobierno de la CDU CSU no reducirá el gasto del rearme, pero si acelerará un ajuste presupuestario lo que va a repercutir sobre el gasto social alemán. La crisis de la industria del automóvil en Europa supone un duro golpe a países en los que la industria automotriz alemana y francesa suponen una importante fuente de empleo y exportaciones. El caso de Hungría es un ejemplo claro de ese efecto. En el contexto de la exacerbación del freno a las luchas obreras por parte de las burocracias sindicales europeas, de un recrudecimiento del desempleo, y una reducción de las prestaciones sociales, las izquierdas no han hecho más que adaptarse al discurso de la extrema derecha. En particular endureciendo los controles y represión de la inmigración calificada de ilegal, y amenazando de forma creciente las libertades democráticas y sindicales de los trabajadores con leyes que castigan la protesta social.
La desorganización y desmovilización consciente de los trabajadores por sus direcciones, el empeoramiento de sus condiciones salariales y el aumento del coste de la vida, los recortes sociales, han creado un profundo malestar social que ante la capitulación del centro y la izquierda y las presiones fascistizantes y la traición de las direcciones sindicales cree ver en la ultraderecha una salida a sus reivindicaciones.
La geografía política española refleja esta situación, con una economía que se sostiene a expensas de la miseria salarial que permite su competitividad internacional en la industria, la producción primaria y los servicios como los ingresos por turismo. El gobierno PSOE-Sumar exalta el crecimiento económico del país, pero oculta la distribución de rentas que ese crecimiento supone. Los trabajadores tienen salarios de miseria y pierden poder adquisitivo, crece la pobreza y el acceso a la vivienda se ha convertido en un problema explosivo. Las manifestaciones en contra del precio de la propiedad y de los alquileres se suceden en las principales ciudades españolas y los grandes centros turísticos como Málaga y Mallorca. Los trabajadores ya no encuentran alquileres que les permitan trabajar en la hostelería en temporada sin morirse de hambre.
La crisis política encubierta del gobierno y su inestabilidad escapa por las rendijas. Las acusaciones de corrupción contra altos cargos del gobierno, y la crisis en el seno del PSOE de Madrid no hacen más que alimentar a la derecha. Frente a la crisis provocada por la Dana en Valencia lejos de caer el Gobierno autónomo del PP encabezado por Carlos Mazón, este se mantiene y pasa a la ofensiva sobre la base de una tregua ofrecida por el gobierno del PSOE-Sumar. El presidente Pedro Sánchez ha desarrollado la estrategia del encubrimiento mutuo sin resultado. Perdona la vida a Mazón y los suyos en un intento de diluir su responsabilidad por no haber decretado el Estado de Alarma tomando el control de la situación el día en que se inició la catástrofe.
En consonancia con el giro a la derecha de la escena internacional la burguesía en España prepara el relevo del gobierno. Ese relevo supondrá más pobreza y menos gasto social. Es necesario hacer frente a esta situación explicando a los trabajadores que sólo construyendo la independencia de las organizaciones obreras de la burguesía y de la burocracia se podrá avanzar en la lucha por una sociedad sin explotación del hombre por el hombre.
Por el gobierno obrero.
Socialismo o barbarie.