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Las elecciones parlamentarias en 2025, preocupan, razonablemente, a los círculos financieros y políticos internacionales. Una victoria de Milei en los comicios es considerada vital para el destino del plan económico. Milei, por otro lado, necesita ‘corregir’ su exigua presencia en el Congreso y legislaturas. La ‘inquietud’ plantea varios problemas: uno económico -la salida de la recesión- sin la cual es difícil enfrentar un desafío electoral, y el otro político –o sea, la necesidad de dividir a los opositores, y cooptar a los gobernadores con ‘derecho de pase’, para derrotar al justicialismo kirchnerista. LLA necesita derrotar electoralmente al kirchnerismo y evitar el recurso a sacarle la tarjeta roja judicial contra la doble ex (presidenta y vice).
El oficialismo ha colocado en la agenda la reforma electoral desde el cambio en el régimen de financiamiento de partidos hasta la eventual suspensión de las PASO. Milei está interesado en terminar con las PASO para justificar el rechazo a una alianza con Macri y el Pro; fue lo que hizo con Patricia Bullrich. Quiere ganar con “fuerzas propias”, y no como parte de una coalición. La privatización completa del financiamiento de las campañas lo tendría como el receptor principal de los aportes empresarios. Digamos que quiere una elección “ensobrada”.
Los medios conjeturan que la eliminación de las PASO podría llevar a un pacto con CFK, que tiene los votos del Senado y una porción significativa en Diputados. Cristina pretende usar el cortejo que recibe de Milei, para negociar con Kicillof, que no desdoble la elección bonaerense de la elección nacional y para imponer una mayoría de candidatos cristinistas en la lista nacional. También para arrancar a Milei un acuerdo para zafar de su situación judicial y para repartir los cargos vacantes en el Poder Judicial e incluso en la Corte Suprema entre unos y otros. Para Milei, la plataforma negociadora de CFK le pone la alternativa de un acuerdo acerca de las PASO muy cuesta arriba. En el campo de los grandes capitalistas, un acuerdo de este tipo no goza de simpatías. Ya iniciado el año electoral, una reforma de las elecciones es difícil.
El plan B, para el gobierno, sería arribar a un pacto con los gobernadores: la lista nacional para LLA, y las provinciales para los jefes provinciales de turno. Es lo que parece estar ocurriendo en Salta, a la luz de ciertas salidas políticas recientes de Gustavo Sáenz, un ex massista. En definitiva, lo que está en juego en la lucha en torno del régimen electoral es la forma que tomará el régimen político, cuando Milei busca convertirse en el árbitro excluyente para imponer un plan económico confiscatorio y alinear a Argentina a la OTAN en el marco de una guerra imperialista.
La crisis político electoral que se insinúa es un terreno muy auspicioso para una campaña política socialista contra el ajuste, la entrega y el alineamiento con la OTAN. Esta crisis denuncia la pérdida de raíces de los viejos partidos entre las masas, y los obstáculos insalvables para que una nueva fuerza patronal hunda raíces en ellas, en las condiciones históricas presentes.