Escribe Flavio Pereyra – Naranja Telecomunicaciones (Mayoría)
Sólo la Naranja se presenta como fuerza clasista
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Próximamente tendrán lugar las elecciones en FOETRA, donde se presentan tres listas: una, la Azul y Blanca oficial, que va por el octavo mandato de Claudio Marín; el Frente Granate, que reúne a la CTA 'Autónoma', a un antiguo resabio conducido por Sergio Sosto y al FITU; y a la Lista Naranja, que se presenta en forma independiente de las burocracias de la CTA y de sus frentes. Nuestra agrupación ha concentrado en la Lista Naranja a más de ochenta candidatos. Más importante que todo esto, si se puede decir así, es que hemos producido una Declaración Política y un Programa en las condiciones actuales de crisis del sindicalismo que, incluida FOETRA, ha permitido un deterioro histórico de las condiciones y conquistas sociales y laborales de la clase obrera. El gobierno de Milei representa otro estadio en este deterioro, porque pretende ir hasta el hueso en la liquidación de los derechos sindicales, laborales y previsionales. Nuestra Lista Naranja ha presentado una caracterización de esta situación extraordinaria y un programa para superarla en todos los planos. Los telefónicos enfrentamos el desafío que representa la adquisición de Telefónica por Telecom.
El grupo del Partido Obrero se ha inscripto, en estas elecciones, como parte del frente Granate. En estas condiciones ha salido con un artículo que no tiene el propósito de discutir nuestro planteo ni nuestro programa, ni el suyo propio, o sea, de la Granate. Travestidos deinitivamente en “granates”, denuncian la presentación de nuestra agrupación, La Naranja, como un acto de usurpación. No fue esto lo que vio la Junta Electoral de FOETRA, a quien le debe haber parecido un caso de daltonismo que un Granate pretenda al mismo tiempo ser considerado Naranja. El procedimiento de este grupo Granate es cuestionable. ¿Por qué? Porque ensucia una elección sindical que constituye una gran oportunidad para debatir el destino del movimiento sindical y del sindicato de los telefónicos. Pero este mismo grupo Granate ha anunciado, al igual que el resto de los granates, que se servirá del próximo 1 de Mayo para marchar, aunque un día antes, con Daer, Martínez y Rodríguez, en una misa de celebración al día del “trabajo”, no del Día Internacional de los Trabajadores, que es algo muy diferente. Al día siguiente, los granates ‘usurpados' competirán con un acto propio contra sus aliados del FITU, pero no por divergencia de programas o principios, sino por una razón de cartel. Disputan ‘visibilidad’ en un año de elecciones parlamentarias. ¿Por quién se sienten usurpados los granates del PO, cuando nuestra Naranja es opuesta a esta política y a estos métodos?
¿Qué sentido puede tener que una agrupación granate, que defiende el programa de la CTA y Sosto, acuse de usurpación a quienes levantamos a la Lista Naranja? Estamos ante dos programas, dos políticas, dos colores opuestos. Califican de “usurpadores” a quienes recogemos el legado clasista de la Naranja y de los principios clasistas sobre los cuales se fundó nuestra agrupación. Nuestros descalificadores se han disuelto en un agrupamiento permanente -cuyos principios no son por supuesto los del clasismo-. Quienes hemos mantenido la continuidad clasista de la Naranja levantamos el color de nuestra historia política y sindical. Cortito y al pie.
Para probar lo que pretende ser una denuncia y es solamente una difamación, nuestros difamadores no son capaces de esgrimir una sola idea, un solo planteamiento. El apoderado de nuestra lista, Luis Farías, es un fundador de la lista Naranja en los años 70.
La Naranja ha señalado a la burocracia sindical de la CGT y las dos CTA como quintacolumna del gobierno liberticida; son responsables de la miseria social que ha desencadenado la ultraderecha libertaria y encubren (y hasta ejecutan) la liquidación del derecho laboral. Los granates con pretensión de anaranjados no dejan pasar un momento sin hacer seguidismo a la burocracia sindical; donde nosotros la caracterizamos como una agencia de la patronal, ellos la caracterizan como una representación defectuosa de la clase obrera. En FOETRA, nuestro sindicato, nuestra Naranja caracteriza a la Azul y Blanca como la extensión de esas centrales burocráticas y de sus políticas en nuestro gremio. Firma las paritarias a la baja, para bloquear la pelea; introduce la reforma laboral de los pulpos de las telecomunicaciones; no enfrenta las presiones patronales por el vaciamiento y los retiros voluntarios.
Para revertir esta situación y cambiar el rumbo, nuestra conclusión es elevar un programa asentado en la independencia política de toda la burocracia sindical de la CGT y las CTA. ¿Firmaría la Granate un programa de esta característica? Claro que no.
La Granate tiene agrupaciones que integran y reivindican la CTA-A. Discutieron en varias reuniones integrar al moyanismo, parte de la médula espinal de la burocracia sindical. El ADN de la Granate es la reconstrucción de otra Azul y Blanca. La Granate no es un frente oportunista ocasional, se ha convertido en un agrupamiento permanente. Las agrupaciones del FITU, que son parte del ‘granatismo', dan un permanente “apoyo crítico” a las ficticias “acciones de lucha” de la burocracia. Este sometimiento ha conducido a que terminaran incorporando los métodos burocráticos a su propia acción. En los sindicatos dirigidos o influenciados por partidos del FITU, se ha extendido la práctica de perpetuar a sus dirigentes en sucesivos mandatos, como ocurre con Claudio Marín en nuestro sindicato (o Roberto Pianelli en el subte). Los dirigentes sindicales que nunca vuelven al trabajo se convierten, como consecuencia de ese cambio de status social, en una burocracia, o sea, en un sector que desarrolla intereses propios que son independientes o ajenos a los de la clase obrera. La Naranja propone que los estatutos de FOETRA establezcan la revocabilidad de los mandatos, la rotación periódica de los cargos directivos y la vuelta al trabajo. También proponemos la periodicidad mensual de los plenarios de delegados, la abolición de la asamblea “informativa” por la asamblea siempre resolutiva. Es lo que la Naranja defendió siempre, como también lo hicieron las agrupaciones del FITU, claro que de palabra. El abandono de este planteo convierte, a quien sea, en una colateral de la burocracia. No puede haber una dirección sindical revolucionaria que viva de rentas.
Precisamente, los ataques de la Granate por haber presentado nuestra lista han residido en consideraciones de aparato. Por caso, porque podrían perder sus cargos de congresales por la minoría y los fueros gremiales que conllevan. En el último ataque de suspensiones de cientos de trabajadores de Telecom en el edificio Paseo Colón, la campaña de la agrupación Violeta, en la Granate, puso el eje en que no suspendan los fueros de sus dirigentes. Plantearon defender la “organización”, no una huelga general para rechazar las suspensiones. Esto no ocurre sólo en FOETRA: también en otros sindicatos se oponen a la huelga general porque llevaría a la ilegalización del sindicato. La Granate reclama a la Azul y Blanca y a la dirección sindical que se movilice, pero no toma la iniciativa de esa movilización por medio de una campaña de agitación y medidas de lucha parciales.
La rutina y el declaracionismo sin consecuencias prácticas ha llevado a la Granate, que se presenta por cuarta vez desde 2013, a un retroceso sin pausa: desde el 42 % en su primera elección hasta el 20 % la última elección de 2021. No se ha molestado, sin embargo, en presentar un balance de esta desautorización político-sindical.
Nos auto-criticamos por no haber realizado nuestra presentación de forma independiente con anterioridad, y haber sido parte de una lista que no jugó ningún papel. Sin embargo, lo peor no es cometer errores sino no corregirlos a tiempo.
Naranja hay una sola. Se presenta de forma independiente y clasista, porque necesitamos otro rumbo, no un refrito. Quienes reclaman ser “la naranja" son, insólitamente, los principales candidatos de la Granate. No defienden el programa histórico de la Naranja sino otro rumbo político con la confusión que generan. Como el tero, ponen los huevos en un lado y el grito en otro.
Ante la fusión de Telefónica y Telecom, que apunta a reventar la estabilidad laboral, la Naranja plantea el reparto de las horas de trabajo, sin tocar el salario, y la puesta en acción del gremio para defender todos los puestos de trabajo. Reivindicamos, en oposición a este monopolio cuasi absoluto, la nacionalización de las telecomunicaciones y la defensa de una Arsat pública. Mediante su nacionalización y un plan industrial, en manos de los trabajadores y en conjunto con una Arsat pública, planteamos transformar la industria de las telecomunicaciones, incrementar las fuentes laborales y su calidad, y abrir el camino para un frente internacional clasista en las telecomunicaciones.
Por un salario básico igual al costo de la canasta familiar. Por un porcentaje anual de mejora del salario real de todas las categorías. Por la integración al convenio telefónico de todas las ramas (por ejemplo construcción) que sirven a telecomunicaciones.
La mejora salarial, el freno a los retiros y nuevos puestos laborales debe servir para financiar la obra social y los servicios prestados a activos y jubilados. La Obra Social debe ser elegida en forma directa por el voto de los afiliados.
Convocatoria de las elecciones de delegados en cada edificio, hoy negadas. Funcionamiento regular del plenario de delegados. Soberanía resolutiva de las asambleas.
Por una campaña para organizar una huelga general de toda la clase obrera, hasta la conquista de nuestros reclamos.
El mundo vive una crisis de la humanidad. Es la manifestación bárbara (guerras, crecimiento de la pobreza, pandemias y enfermedades, crisis climática) de la descomposición del modo de producción capitalista. El desarrollo de una clase obrera consciente y organizada es una necesidad histórica