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La burocracia de la UTA salteña se ha visto obligada a llamar a un paro de choferes en el norte provincial. Las empresas han pasado de incumplir con casi todas las normativas laborales, el convenio vigente y las paritarias, a directamente birlar el pago de los salarios de sus trabajadores, que no han sido abonados en el último mes.
El paro convocado por la UTA busca evitar la autoconvocatoria de los trabajadores afectados y hasta fingió una crítica a las patronales: "se han acostumbrado a los subsidios", cuando la consecución de esos subsidios ha sido la orientación permanente de la propia UTA para obtener aumentos salariales y evitar despidos masivos, por lo menos en la última década. De hecho, la burocracia no descarta una nueva intervención estatal (más subsidios) para asegurar que la sangre no llegue al río o tratar de evitar una derrota de la lucha emprendida. Lo que está claro es que el paro no va a ser utilizado por los burócratas para darle una mayor consistencia e impulso a una fuerza obrera de base, mediante asambleas y la elección de delegados, que hoy no existen. La profundización de esta acción sólo puede ser impulsada por los trabajadores en una acción independiente.
La situación en el norte:
La empresa Virgen de Urkupiña, del departamento de San Martín, contiene a 70 trabajadores entre talleres, mantenimiento y choferes con un sueldo básico promedio de 120 mil pesos. En el caso de Orán, la empresa Gauchito Gil tiene el monopolio del transporte sobre ocho ramales de los 10 en funcionamiento. Son 40 trabajadores en total en las áreas, en donde, los de mayor antigüedad cobran 180 mil pesos, mientras que el resto, tiene un básico de 120 mil pesos.
Los trabajadores además denuncian jornadas laborales de hasta 12 horas, el deterioro de los vehículos con el riesgo al que están expuestos los choferes y todos los trabajadores que utilizan el transporte público, abusos, persecución laboral y arbitrariedades tales como la prohibición de cualquier tipo de organización sindical.
El paro del interior y las medidas de lucha que impulsen los trabajadores del transporte deben ser apoyadas por los choferes de SAETA en la Capital, porque su situación solo difiere en grados. El CCT no es respetado en muchos aspectos y hay una tensión permanente al burlar el pago de lo que corresponde a las últimas actas paritarias.
Una derrota de la huelga en el norte bien puede animar a las patronales que concesionan los corredores de SAETA para profundizar una avanzada contra sus choferes.
La bancarrota del Estado y la política de pago privilegiado al FMI y los acreedores del Tesoro por parte de todos los bloques políticos, refuerza la estrategia de la burocracia de la UTA de subordinar los reclamos obreros a un bloque con las patronales en nombre de los subsidios. Esta crisis ha estado en la base de todos los conflictos del último período. Por esto es necesario desenvolver medidas de solidaridad en vista de darle un alcance provincial y la fuerza necesaria a esta lucha para triunfar.
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