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El autogolpe de las fuerzas del rectorado contra los centros de estudiantes que suspende las elecciones hasta 2024 pretende ser la última puntada de todo un proceso de asimilación institucional de los centros y de integración política al gobierno de las camarillas universitarias. El precedente inmediato lo encontramos en el transcurso de la pandemia, cuando, en otro acuerdo “por arriba”, sin ningún mandato estudiantil y sin reunir a los propios centros, los presidentes de los 13 centros de estudiantes de la UBA le dieron potestad a la FUBA para suspender por dos años las elecciones. La patota en Derecho, que trascendió en las redes sociales golpeando a estudiantes para impedirles su participación en una asamblea, dio visibilidad a un proceso de acuerdos y componendas que lleva ya varios años. El Congreso de la FUBA que habilitó a fines de 2022 este atropello fue apoyado por la totalidad de las conducciones, incluida la “oposición” de La Cámpora y del Partido Obrero (oficial). En el caso de este último, el acuerdo luego se extendería al Congreso de la FUA (Federación Argentina), donde el quórum dependía exclusivamente de la UJS (o) y su presencia fue retribuida con una sobrerrepresentación de delegados y una secretaría.
La integración del movimiento estudiantil ha sido una política de Estado que ha tomado fuerza a partir del retroceso de la izquierda revolucionaria y del interludio que significó la pandemia. La victoria de la Franja Morada y sus aliados en la FUBA y los centros pretende ser cristalizada “para siempre”, como ha escrito la conducción del Centro de Psicología sobre la reforma de su estatuto. El gobierno de “unidad nacional” entre radicales y peronistas que encabeza la UBA tiene en su mira una gigantesca reconversión de la Universidad y que sus carreras se conviertan a los planes de estudio en “low cost”, carreras cortas devaluadas para el mercado laboral, para favorecer el desarrollo de los posgrados arancelados. En la UBA se prepara la acreditación en numerosas carreras de importancia, como Medicina y Psicología. En el pasado la piedra del zapato de estas reformas ha sido, una y otra vez, el movimiento estudiantil. Con estas reformas, se pretende despojarlo de sus centros de estudiantes para convertirlos en sucursales del Rectorado y los decanos.
Nuestra campaña
Política Obrera ha planteado enfrentar esta reforma mediante la lucha y la organización estudiantil. Hemos propuesto en todas las facultades la organización de comités por las elecciones que difundan más ampliamente esta situación y que, llegado el momento, sean ellos los que convoquen a las elecciones, desafiando la legitimidad de las actuales conducciones. En ese sentido, juntamos cientos de firmas en los cursos y convocamos al primer comité para el próximo jueves 4 de mayo, a las 19hs, en la Facultad de Filosofía y Letras. Hicimos extensiva la propuesta de convocar en común a los comités a toda la oposición que ha votado en contra de estas reformas, sin recibir respuesta por el momento.
Los límites de las agrupaciones “independientes” y de la izquierda para enfrentar este golpe se vinculan con problemas políticos de fondo. El Partido Obrero (o) directamente se ha acoplado a la suerte de la Franja con la expectativa de sostener “sus” centros, Farmacia y Veterinaria, donde ha anunciado no convocar elecciones hasta que “no se realicen en toda la UBA”, como es natural luego de haber vehiculizado la reforma en cuestión. Por su parte el PTS se sirve de estas contradicciones para impulsar la interna del FITU, siempre de cara a las PASO nacionales. Ha mocionado en otros centros de estudiantes que “Veterinaria y Farmacia convoquen a las elecciones”, como si estudiantes de otras facultades pudieran decidir sobre este punto y sin considerar el escenario desigual que significa convocar solamente en una facultad aislada. En Filosofía y Letras han colgado un cartel que reclama que “El Colectivo (La Cámpora) se pronuncie”, como si cualquier “pronunciamiento” de esta corriente estatal no estuviera destinado al engaño y la manipulación, ya que son parte del gobierno privatizador de la UBA. Todavía más grotesco fue el PO (o), que sencillamente reclama que “las comisiones directivas revean lo votado” (deberían empezar por casa). El Nuevo Mas, por su parte, rechaza cualquier campaña en común por las elecciones.
Escenario abierto
El fiel de la balanza de toda esta situación corresponde a la lucha que emprenda el movimiento estudiantil. El golpe contra los centros ha causado un rechazo que debe ser canalizado en acciones de lucha y una discusión política. En las facultades donde dirige el kirchnerismo las comisiones directivas no se han reunido aún para votar la cancelación de las elecciones. Es una oportunidad para convocar a los estudiantes masivamente a impedir este atropello.
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