Escribe Pablo Busch
Cómo intervenimos.
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El paro anunciado por la UOM para la rama siderúrgica se extenderá finalmente a todas las ramas y convenios metalúrgicos. La medida consiste en paros semanales escalonados: 24 horas el 6 de marzo: 48 horas el 13 y 14 de marzo y 72 horas a partir del 19. Las paritarias de la rama siderúrgica están empantanadas hace tres meses y las de las demás ramas se encaminan hacia el mismo lado, con el agregado de que Milei-Caputo no están homologando acuerdos que no se alineen con su pronóstico de inflación a la baja. Los paros escalonados de la UOM abren una oportunidad para que emerja un extenso activismo subterráneo que recorre las fábricas metalúrgicas.
Es notorio que la Comisión Directiva de la UOM, encabezada por el kirchnerista Abel Furlán, no tiene ninguna intención de ir a fondo en la lucha por los salarios. En otras situaciones los dirigentes sindicales buscaban con estos anuncios de paros ocupar los medios posando de luchadores para conseguir que el Ministerio de Trabajo dicte una conciliación obligatoria. No parece que esta vez sea el caso: el gobierno de Milei ha esquivado dictar conciliaciones en los paros docentes, en el paro de La Fraternidad, en el paro de Sanidad, en el de Aeroportuarios y se encamina a dejar que paren los choferes de colectivos del interior. Si esto mismo ocurre con el paro de la UOM, tendremos una escalada huelguistica en el sindicato industrial más importante del país, a pesar de la voluntad de su conducción.
El día de ayer, lunes 4, se realizó la audiencia para la revisión de la paritaria de la rama 17, con las Cámaras Empresarias (AFARTE, ADIMRA, AFAC, CAMIMA, etc). La oferta de la patronal fue adelantar un 15% retroactivo sobre los salarios de febrero, a cuenta del acuerdo que se firme a futuro. Los representantes de la UOM rechazaron la propuesta, reclamaron un aumento del 35% para febrero y pusieron de manifiesto que existía un acuerdo de palabra de compensar al menos la inflación, algo que las empresas desconocieron. El Ministerio citó a una nueva audiencia para el 11 de marzo. Un dato de color es que Furlán se retiró antes de la audiencia que discutía los salarios de miles de trabajadores para asistir, en carácter de aplaudidor, a la apertura de sesiones del gobernador Kicilof.
El acuerdo vigente para la paritaria de la rama 17 incorporaba la compensación por inflación hasta diciembre; algo que fue presentado por Furlán y la directiva de la UOM como un gran triunfo. La realidad es que el acuerdo le convino a las patronales: a través de estas actualizaciones, se llegó a un Ingreso Mínimo Global de Referencia (IMGR) de sólo 400 mil pesos de básico, en enero -salario que se cobra hasta hoy. Los trabajadores ingresantes, es decir de la categoría uno, no tienen derecho al IGMR, por lo que perciben todavía menos. Un salario de miseria, aún ajustado por inflación, sigue siendo una miseria. Estos básicos, como explicamos siempre, abren la puerta a que las empresas apliquen múltiples cláusulas de flexibilidad laboral en todas las fábricas metalúrgicas.
La paritaria siderúrgica está todavía más trabada que la de la rama 17: las patronales rechazaron suscribir la actualización mensual por inflación como en las otras ramas de la UOM. Las negociaciones se extendieron desde hace tres meses, sin que se llegue a medidas de fuerza. Los trabajadores están percibiendo los mismos salarios desde noviembre, cuando los meses de diciembre y enero arrojaron los índices de inflación más altos en décadas. El paro escalonado, recontra tardíamente, estaba dirigido a destrabar la paritaria siderúrgica.
El paro de la UOM se da en un marco muy complejo de la industria metalúrgica. Al lockout de la patronal de Acindar, con cierre incluído, se le suman suspensiones y despidos en las metalurgicas de Córdoba, de Zona Norte, de Tierra del Fuego, Rosario y Santa Fe. La industria siderúrgica se encuentra en medio de una recesión, autoinducida por el conjunto de las patronales -el frenazo de la industria automotriz y de la obra pública son un claro ejemplo- con el objetivo de provocar una desocupación que habilite las condiciones sociales y políticas para imponer la destrucción del derecho laboral.
La burocracia del sindicato buscará valerse de este escenario para recurrir a la remanida maniobra de resignar salarios para proteger los puestos de trabajo. Diego Espeche, secretario de Organización de la UOM Nacional declaro frente a los medios que en el gran Buenos Aires ya hay empresas que anticiparon que se producirán despidos y suspensiones "marcando un panorama oscuro, diferente al que veníamos viviendo". El dirigente señaló que con esta realidad "se cambió el eje" pasando de "ganarle a la inflación e incrementar el salario de los compañeros", a "tratar de mantener los puestos de trabajo". El reparto de las horas de trabajo, sin afectar el salario, consigna imprescindible para enfrentar la política recesiva del gobierno y de la clase capitalista, no está en el horizonte de la política de la UOM, que acompaña los planes de ajuste de las patronales.
La inclusión del conjunto de la UOM en las huelgas escalonadas es un hecho político extraordinario, que puede desembocar, dependiendo de la intervención de los trabajadores, en una huelga general. El punto de partida lo expresaron los delegados de fábricas en los distintos plenarios que llevaron adelante las seccionales. Algunos delegados dijeron que va a ser muy difícil que la gente haga los tres paros de 24, 48 y 72 horas. Algunos delegados dijeron en los plenarios que sus compañeros van a acompañar el paro de 24 horas, pero no ya el de 48, porque encima que están suspendiendo y la gente tiene miedo que la echen, porque están despidiendo en la mayoría. Hubo delegados de otras empresas que dijeron directamente que no van a parar, que los trabajadores de sus empresas no van a acompañar porque no quieren perder plata y no van a parar. Esta dificultad de llevar adelante el paro convocado ya se expresó en las fábricas de la UOM en el “semi” paro de la CGT del 24/1.
Del mismo modo que en los paros de Sanidad, La Fraternidad, CTERA y Aeroportuarios, los trabajadores enfrentan una encrucijada compleja: quieren enfrentar al gobierno de Milei pero son convocados a luchar por una dirección desprestigiada en la cual no confían en lo más mínimo. Esto presenta dos políticas posibles: una, no adherir al paro y desplantar a Furlán, favorece la política de Milei y de las patronales de reventar los salarios. Además favorece la política conciliadora de la UOM, que se monta sobre la falta de adhesión al paro para justificar un arreglo a la baja. La otra politica, una política obrera, es explotar el paro convocado por Furlán para poner a los trabajadores de pie en cada fábrica, formando comités de huelga y coordinadoras zonales que tomen en sus manos las reivindicaciones y las medidas de acción, luchando por convertir los paros escalonados en una huelga general.