120 despidos en la Biblioteca Nacional

Escribe Eugenia Cabral

La “motosierra” para asesinar a la cultura.

Tiempo de lectura: 3 minutos

A los despidos y desfinanciamientos en Fondo Nacional de las Artes, Instituto Nacional del Teatro, Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, Comisión de Bibliotecas Populares, Instituto Nacional de la Música y espacios como el Cine Gaumont de Buenos Aires, el Centro de Documentación de Cultura de Izquierdas (CeDInCI), el Centro de Estudios e Investigaciones en Ciencias Sociales, el Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas, el Centro de Investigaciones Filosóficas, la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico, el Centro de Estudios Históricos Prof. Carlos S.A. Segreti, la Fundación Instituto Leloir, la Asociación Ornitológica del Plata-Aves Argentinas y el Centro de Estudios de Estado y Sociedad, entre otras, además del CONICET, la TV Pública y Télam, se suman ahora los 120 despidos en la Biblioteca Nacional “Mariano Moreno”, llamada así por el nombre del ilustre prócer que la fundó. En total, 900 despidos en el área de cultura. Sencillamente, el “plan motosierra” de Milei y sus secuaces liberticidas, en nombre de la privatización está asesinando sistemáticamente a la cultura nacional. El arma que invocan, la motosierra, es nada menos que la que usaban en los años 90 en Colombia las bandas paramilitares para asesinar campesinos. No es un chiste.

La importancia política de una biblioteca

Cuando nuestra máxima figura literaria nacional, Jorge Luis Borges, comenzó a perder la vista, escribe su magnífico “Poema de los dones”, uno de cuyos versos dice “yo, que me figuraba el Paraíso/ bajo la especie de una biblioteca”. Es sabido que Borges fue durante 18 años el director de la BNMM, cargo que no le había sido precisamente otorgado por ningún “populismo” ni “socialismo”, sino todo lo contrario: le fue quitado por el peronismo y restituido por el golpe de Estado de 1955, hasta su renuncia en 1973. No obstante, a comienzos de 1973, Borges debió dirigirle una nota a la “directora de Clarín” para defenderse de las acusaciones de Jorge Ballester, quien acusaba más o menos que en la BNMM los empleados eran “ñoquis” que no querían entregar libros desde media hora antes del cierre, a lo que Borges responde que es el tiempo que los empleados utilizan en guardar los ejemplares antes de retirarse y expone el proceso de cuidado que eso implica para el patrimonio bibliográfico: “Se debe entender que la Biblioteca Nacional constituye un amplio complejo cuyo mecanismo funciona por el sistema de relojería, la única forma de hacerlo eficiente como es”. A seguido, esgrime las mejoras que se han establecido durante su gestión: “Extendió su horario que era de 14 a 22 horas al actual de 8 a 24 horas desde mediados de 1967” (…) “…implantando el servicio de fotoduplicación en el acto desde hace más de dos años” (…) “En el año 1972 incrementó en forma superlativa su programa de extensión cultural con exposiciones y conferencias…”. Sin embargo, lo más importante de todo es la fundamentación institucional que ofrece: “Con estas menciones muy sintéticas quiero expresar a usted la envergadura cultural y de servicio público que presta la Biblioteca Nacional, posible solamente merced al espíritu de sacrificio de su personal, muy escaso en número y con escasa remuneración, pero que se halla consustanciado con la misión docente que de ella emana”.

Como es habitual, no hace falta agregar ni una palabra a las de Borges.

¡A organizarse unitariamente contra los despidos en cultura!

El ataque de la “motosierra cultural” solo puede frenarse con acciones colectivas y coordinadas de manera autoconvocada; las asociaciones de escritores existentes (SEA, UEE y SADE) no han hecho más que declaraciones, a pesar del petitorio que más de 10.000 personalidades del arte, intelectuales y periodistas han firmado en rechazo de los despidos. Y debemos convocar a otros sectores de la cultura, porque los libros son necesarios para aprender música, pintura, cine, teatro, danza, etc. En principio, tendríamos que convocar una asamblea en el propio predio de la Biblioteca Nacional y organizar un abrazo a la BNMM.

Los despidos de empleados significan para las familias trabajadoras el "quedar en la calle", pero también el descuido del patrimonio literario nacional, porque no habrá personas suficientes para cuidar de los libros y quedarían expuestos más que antes al robo y el deterioro. El ataque a la BNMM es un acto de colonialismo cultural, pues los Estados Unidos seguirán llenando los estantes de sus bibliotecas públicas con títulos editados en su “patio trasero”: Latinoamérica.

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