La burocracia sindical organizó la derrota ante la ley antilaboral. Nota de tapa de Política Obrera N° 97 edición impresa.
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El Gobierno antiobrero y liberticida consiguió que el Senado aprobara la ley antilaboral y usuraria gracias a la complicidad de la burocracia de la CGT y del conjunto del arco político.
Es cierto que fue rechazada la eliminación de la cuarta categoría del impuesto al salario, que fuera votada en Diputados, y se mantiene temporalmente la moratoria jubilatoria. Pero Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, ha obtenido garantías de que Diputados insistirá con la versión original. Milei recurrirá a vetos parciales del articulado que no lo conforme.
Lo que queda en pie es brutal: eliminación de las indemnizaciones por despido; el contrato individual, el facturerismo, la contratación de trabajo en negro; la limitación decisiva del derecho de huelga; la validación del despido discriminatorio contra el activismo. Hoy mismo las patronales se niegan a compensar los salarios por inflación, como ocurre en las paritarias de numerosos sindicatos, en especial en la UOM.
La burocracia sindical y el peronismo no organizaron la lucha contra este paquete legislativo -que reúne decenas de leyes-, algo que no puede sustituirse por maniobras de pasillo en el Congreso.
Esta complicidad ha venido ocurriendo desde el primer día del gobierno antiobrero. Es así como Caputo y Milei impusieron la confiscación de salarios y jubilaciones; el parate de la obra pública; centenares de miles de despidos; y la recesión económica más grave desde el 2021/2022.
La clase obrera está pagando el precio de la caducidad de los sindicatos dirigidos por burocracias inamovibles y millonarias, al servicio político del Estado y de las patronales.
Es necesario sacar conclusiones, como lo hicieron las generaciones de las grandes huelgas de fines de los años 50 del siglo pasado; del Cordobazo; de las huelgas contra Isabel Perón y la Triple A; del levantamiento obrero contra Galtieri; y del Argentinazo.
Impulsemos que las paritarias impongan la recuperación del salario real perdido en la última década y el ajuste mensual por inflación; que cesen los despidos y se reincorporen a los cesanteados, mediante el reparto de las horas de trabajo sin afectar los salarios. Impulsemos las huelgas generales y las ocupaciones generales de empresas para imponer estas reivindicaciones. Todo esto, sin olvidar la lucha por un presupuesto de Salud y Educación a expensas de las ganancias patronales y por medio de impuestos a las ganancias y patrimonios empresarios.
Impulsemos una campaña de deliberación política en el activismo, con el propósito de sacar conclusiones de conjunto de esta derrota parcial, que debemos convertir en transitoria.
Así, daremos dos pasos al frente, ante el paso atrás que nos han impuesto el gobierno fascistoide y los partidos patronales.