Escribe Pablo Busch
Luchemos por el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario.
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Los números publicados por el Central de Estudios de la UIA solamente confirman una realidad industrial que ya es conocida por quienes siguen la actividad: la regla general son las suspensiones a mansalva, los adelantos de vacaciones, el uso cada vez menor de la capacidad instalada y los despidos -masivos, por goteo, encubiertos como retiros voluntarios-. Según este informe, la industria cayó 14,2% en abril respecto del mismo mes de 2023. Aunque el número de la caída es algo menor que en el mes de marzo, se trató del onceavo mes de caída interanual consecutiva y el primer cuatrimestre de 2024 acumuló una baja de 12,4% interanual. La caída del empleo registrado se aceleró: se perdieron más de 15.357 puestos de trabajo desde agosto del 2023.
La configuración del escenario industrial no podría ser peor: al párate de la obra pública le siguió el encarecimiento en dólares del metro cuadrado construido -que ha llevado a la parálisis a casi toda la obra privada-. El derrumbe en la construcción explica la crisis en las siderúrgicas, con suspensiones y despidos en Acindar y en el Grupo Techint. El derrumbe en las ventas de vehículos preanuncia que el frenazo en la industria automotriz se prolongará, con suspensiones, retiros voluntarios y despidos masivos, como ya anunciaron Fiat, General Motors, Toyota y Volkswagen. Ni hablar de la cadena de fábricas autopartistas que les son proveedoras. En la industria blanca, de electrodomésticos, los despidos y las suspensiones se dan al calor del derrumbe en las ventas. Según el informe de la Unión Industrial, el 53% de las empresas tuvo caídas de la producción, el 60% en las ventas, el 37% en las exportaciones y el 24% caídas en el empleo en comparación con el año pasado.
El informe de la UIA desmiente por completo los augurios del gobierno de un inicio de la recuperación, del mentado y mentido rebote en V y de la mejora del segundo semestre. Un dato del informe tiene una enorme relevancia, porque anticipa lo que se viene, que es la quiebra de la cadena de pagos: según la UIA, en abril aumentaron las empresas con dificultades para hacer frente a sus pagos: “El 12% de las empresas encuestadas presentó problemas para afrontar integralmente todas sus obligaciones (salarios, proveedores, compromisos financieros, tarifas de servicios públicos e impuestos), el valor más alto de la serie”.
Este derrumbe industrial es descargado íntegramente sobre las espaldas de la clase obrera, con el concurso de la CGT y de cada uno de los sindicatos involucrados -incluidos los que son parte del ala combativa de Pablo Moyano, como la UOM, el SMATA y Camioneros-. La posición de la burocracia sindical es que las empresas son víctimas de las medidas del Gobierno de Milei, por lo que a los trabajadores les correspondería acompañarlas en el mal momento. El paquete de medidas del gobierno de Milei fue largamente reclamado por el capital: la reforma laboral, jubilatoria e impositiva fueron diseñadas en las oficinas de recursos humanos de las principales empresas del país, con Techint a la cabeza. Estamos ante una recesión autoinducida.
La CGT viene de acompañar sin disimulo la aprobación de la Ley Bases, una vez garantizado que no se alteraba la recaudación de su caja. La movilización del sector de Pablo Moyano, secundado por los restos del Plenario del Sindicalismo Combativo, duró sólo hasta la hora de las provocaciones de los servicios de inteligencia. Mientras tanto, el otro sector de la central sindical brindaba con Julio Cordero. El único roce con el gobierno presentado por la burocracia fue en reclamo de que las patronales ya instaladas en la Argentina puedan también ingresar en el RIGI.
El acompañamiento de la burocracia a las suspensiones se da aún en el marco de que las pérdidas salariales de los suspendidos van a ir “un crescendo”: los acuerdos marcos como el de Acindar implica una suspensión inicial al 85% del salario básico, luego el 80% y menos hacia fin de año. El reparto de las horas de trabajo que los sindicatos de la CGT se niegan a plantear, lo está haciendo el capital, en detrimento de los salarios y de los puestos de trabajo -allí dónde hay despidos masivos, quienes quedan trabajando lo hacen con jornadas semanales extensísimas, con turno rotativos, y hasta con horas extras.
Una lucha a fondo por los puestos de trabajo, en defensa de los salarios y de las condiciones de trabajo de la clase obrera, debe partir del reclamo del reparto de las horas de trabajo entre todos los trabajadores sin afectar los salarios. Por la ocupación de toda fábrica que cierre o despida. Por una salida obrera y socialista al derrumbe del capital y su gobierno antiobrero.
Suspensiones y despidos: por el reparto de las horas de trabajo Por Pablo Busch, 27/05/2024.
Los despidos masivos, las suspensiones y la “resistencia” de la CGT Por Pablo Busch, 18/05/2024.