Por un Congreso de Delegados para lanzar el nuestro contra despidos, suspensiones y un aumento de salarios y jubilaciones. Nota de tapa de Política Obrera N° 99 edición impresa.
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El martes pasado a la medianoche Milei declaró que los empresarios están por encima de los trabajadores y que debíamos agradecerles por crear empleo.
Además del embuste y de la glorificación de la explotación, el destructor de derechos sociales y de las libertades políticas no tuvo pelos en la lengua a la hora de definir el Pacto que firmaron gobernadores y patronales contra la clase obrera.
Con la complicidad del Congreso nacional han validado el DNU/70, un monstruo de 600 leyes no votadas, que liquida derechos a diestra y siniestra de todo el mundo del trabajo. Debemos responder a la provocación de ese pacto con nuestro propio pacto: para recuperar, por medio de la lucha, las manifestaciones y la huelga general, el arrebato a nuestros derechos y poner fin a la ola de despidos y suspensiones que han desatado nuestros “benefactores”.
Esa ola abarca a casi toda la industria. Techint ha despedido a 140 compañeros en Avellaneda, San Nicolás y Campana. En Villa Constitución, Acindar ha suspendido a todo el personal y ha comenzado una campaña por despidos.
Toyota y Renault anunciaron suspensiones, retiros y despidos de contratados. Aducen la falta de venta de vehículos, pero Scania, que trabaja para la exportación, al igual que Toyota y Renault, también ha despedido compañeros en Tucumán.
A la cabeza de esta escalada hay una patronal “nacional”, Fate, que ha presentado un recurso preventivo de crisis, para proceder a un despido masivo por la mitad de las indemnizaciones. Ya ha cesanteado a 90 compañeros y quiere hacerlo con otros 270 —el 20 % de la fábrica-.
En otras plantas, se adelantan vacaciones, lo cual significa un preaviso de despido: los capitalistas no pierden un segundo a la hora de desembarazarse de los planteles, incluso en las plantas que no han sido afectadas por la recesión, para seguir con los regímenes de salarios por productividad.
La desocupación supera el 10 % de la población activa y mucho más el trabajo informal. La ofensiva de despidos se produce para hundir el salario, en medio de un derrumbe de los salarios. Encima de todo esto, Milei y el Congreso han repuesto el impuesto a la cuarta categoría. En contraste, los bancos han batido récords de ganancias, junto a las grandes empresas, gracias al feroz crecimiento de la deuda pública. Las tasas de utilidades sobre ventas son las más altas de la historia.
Esta ofensiva de despidos es la salida capitalista a la crisis, provocada por su propio gobierno.
Pero existe otra salida: repartir las horas de trabajo, sin afectar el salario.
Ante la negativa patronal a este reclamo elemental alegando “crisis” es preciso abrir los libros de las empresas a comisiones electas de trabajadores; por un impulso a obras públicas en la Nación, provincias y municipios.
Ningún impuesto al salario, por impuestos progresivos crecientes a las ganancias y a las grandes fortunas.
Ellos han firmado su pacto. Nosotros, repetimos, necesitamos el nuestro. Las reivindicaciones de nuestro pacto deben ser impulsadas por medio de la coordinación de la lucha, entre empresas y entre sindicatos afectados; en definitiva, por medio de la huelga general.
Para esta política no contamos con la burocracia sindical aliada al gobierno. La iniciativa debe partir desde abajo. Por un frente de lucha del SUTNA-Fate, con los metalúrgicos de Villa Constitución, de Scania y de todos los sindicatos que enfrentan los despidos y el impuesto al salario. Que el sindicato de aceiteros, el SOEIA, y el SUTNA convoquen a un frente obrero por la huelga general.