Escribe Cristian Vargas
"Activa" colaboración del SMATA.
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La automotriz alemana avanza en el plan de liquidación laboral que comenzó en junio, pero que viene preparando desde comienzos de año. Esta semana distintos medios informaron que Volkswagen argentina ejecuta una reducción de 300 trabajadores. Volkswagen tiene dos plantas de producción en la Argentina, una en General Pacheco, donde se fabrican los vehículos Volkswagen Amarok y Taos, y un centro industrial en Córdoba, donde se producen cajas, motores, camiones, buses, y las motos Ducati de ensamble nacional.
En junio la patronal justificaba los despidos como consecuencia de la caída de ventas y la recesión impulsada por el gobierno de Milei, hoy ese discurso tuvo que ser actualizado porque la producción en VW y la porción de mercado que abarca desmienten que los despidos sean a causa de las “bajas ventas”.
En un comunicado publicado por la empresa sostienen que "Dada la baja de los mercados, durante 2024 en VW Argentina debimos adecuar la estructura de nuestras plantas a la nueva situación del mercado local y exportación para garantizar la sostenibilidad de la compañía y las personas que trabajan en ella. Cabe destacar que la compañía mantiene un diálogo fluido con los representantes de los trabajadores para desarrollar e implementar en conjunto las herramientas necesarias que permitan sobrellevar la situación que atraviesa la industria, siempre cuidando el bienestar de los trabajadores". La readecuación se está dando con inversiones en infraestructura, despidos de trabajadores -principalmente de producción- y aumento de la productividad en base al terrorismo que genera en los trabajadores el método de despidos impuesto por la patronal. Los despidos se dan bajo la forma de ofrecimientos obligatorios de retiros “voluntarios” que están compuestos por la indemnización equivalente a un despido sin causa más una “gratificación”. Si el trabajador no acepta, se le informa que puede ser que al día siguiente no entre y pierde el derecho a la gratificación. La “readecuación” de Volkswagen incorpora el delito de extorsión.
Lo que no dicen los comunicados oficiales o los medios es que el objetivo de la readecuación de VW en particular, pero de toda la industria automotriz en la Argentina en general, es llevar la productividad obrera a niveles de los países donde se ha liquidado el derecho laboral. El contexto político propiciado por el régimen liberticida es el “ahora es cuando” de las patronales; VW argentina hace años se viene mirando en el espejo de sus terminales mexicanas, donde la flexibilidad laboral es absoluta, tanto en términos contractuales como de condiciones de trabajo. En este sentido sus plantas de Brasil también son una perspectiva para la “readecuación” local.
En un artículo de junio señalábamos en Política Obrera “...los despidos, impuestos mediante un ultimátum, a una selección de trabajadores armada por la patronal en función de la productividad y ausentismo de los últimos años, sin importar condición ni justificaciones médicas ni de ningún tipo. Entraron en esta lista desde enfermos crónicos, operarios que se habían accidentado en la propia planta, mujeres que habían tenido licencia por maternidad en los últimos 4 años, y hasta los militantes ultraverdes del SMATA e incluso parte del personal jerárquico”. Entre los despedidos que se ejecutaron en el transcurso de agosto hay exdelegados y activistas antiburocráticos que no tuvieron el beneficio del ofrecimiento del “retiro voluntario”.
La caracterización del papel pasivo que tiene la burocracia del SMATA en los despidos en la industria automotriz es ingenua y hasta exculpatoria. En los últimos 40 años la dirección de la lista Verde del SMATA no ha sido más que un elemento reaccionario y antiobrero. Por lo menos desde su papel en la lucha de los trabajadores de Ford en los años 80 ha jugado abiertamente en el campo patronal; prácticamente no hay registro de querellas con las grandes automotrices. En Toyota, última terminal instalada en el país en la década de los 90, han firmado un convenio a medida de la empresa nipona, donde la rotación de trabajadores por lesiones laborales, físicas y psiquiátricas es la norma. Esa entrega ha sido un hito en la flexibilidad laboral y les ha otorgado a las demás terminales una bandera para tratar de arrimar las condiciones de trabajo de sus plantas a las impuestas en Toyota. En Lear, durante el gobierno de CFK liquidaron la organización sindical que había intentado una resistencia ante despidos que adelantaban un avance en la flexibilización laboral. Este repaso es solo una pequeña muestra de la trayectoria inmediata de la burocracia del SMATA.
En estos días el secretario general adjunto y principal vocero del sindicato, el diputado de UxP Paco Manrique, no tuvo vergüenza al declarar que “La CGT -de la cual es parte-está en estado pasivo". No hace falta aclarar que no tiene ninguna intención de que la central esté activa, es una declaración que intenta correr el arco de los despidos que propician junto a las patronales de la industria metal-mecánica. Manrique acusa a una CGT que no tiene ningún tipo de prestigio ni es vista por los trabajadores más que como un pesado lastre, incluso a costa de hacer el ridículo para intentar tapar el papel que tiene el SMATA en la estrategia de las patronales. Es necesario recordar que en la propia planta de VW Pacheco el propio Manrique no ha tenido problemas en desarmar la primera línea de su aparato sindical, la comisión interna y cuerpo de delegados de VW, junto a su militancia ultra verde, que formó parte de la lista de despidos.
La única medida que se le conoció a la burocracia en el marco de la sangría laboral en curso es que el propio Manrique viajara a Alemania a “pedir que no se lleven la Taos de la Argentina”, uno de los dos productos que fabrican en Pacheco. Este es un viejo artilugio de la burocracia y las patronales en la Argentina: aceptar despidos y flexibilización a cambio de “sostener el trabajo”.
Cualquier lucha contra los despidos y la liquidación del derecho laboral se tendrá que llevar puesta a la burocracia.