El aparato del PO se autoabsuelve de la crisis política que ha creado en el Neumático

Escribe Comisión sindical

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El aparato del Partido Obrero ha presentado su versión de la reciente asamblea general de la fábrica FATE, donde los trabajadores -por segunda vez- rechazaron el preacuerdo firmado entre la dirección de SUTNA y la patronal en torno de un nuevo régimen de trabajo. En lo sustancial, el artículo es un autoencubrimiento del papel de ese aparato en la crisis política causada por el “preacuerdo” impugnado en asamblea. Los dirigentes del PO se absuelven a sí mismos y culpan a las agrupaciones de oposición y a los propios trabajadores de este desenlace. Según ellos, el “preacuerdo” sería el resultado “positivo” de anteriores tratativas con la patronal, donde ésta habría presentado variantes de régimen laboral todavía más negativas. En cualquier caso, esas tratativas jamás fueron informadas o evaluadas con los trabajadores.

Los dirigentes del PO se deschavan a sí mismos cuando señalan que la nueva asamblea iba a considerar “un nuevo sistema de trabajo con nuevos elementos” que no estaban presentes en la propuesta ´original´. ¿Cuál sería el “nuevo elemento”? Nada menos que “la amenaza de la patronal de proceder a la quita del premio de producción”, cuya base representa el 20% del salario. Naturalmente, esto no constituye ningún “nuevo elemento”, sino la extorsión de la patronal para que la fábrica termine aprobando el nuevo régimen. Al presentar al chantaje como “parte del nuevo sistema”, y no denunciarlo, Giachello-Rodríguez, los autores del balance del PO, se hacen eco de esa extorsión patronal. Precisamente, esa tentativa fue desbaratada en la asamblea del viernes pasado: cuando la directiva pretendió tratar las cuestiones “en paquete” -nuevo régimen, reducción del premio y suspensiones- un compañero advirtió la maniobra y mocionó que se abordaran por cuerda separada, lo que fue masivamente aprobado.

Malversación

El “balance” del aparato tergiversa las verdaderas consecuencias del “nuevo régimen” rechazado, y lo defiende sinuosamente. Para reconocer la sobrecarga horaria semanal, ´relata´ que “la cuenta (sic) de horas daba (sic) dos más por semana”. La suma anual de esas horas es el equivalente a catorce francos por año, O sea, más horas de trabajo al año por la misma paga. Reivindica luego una garantía salarial que se alcanza con el pago del 200% las horas posteriores al sábado al mediodía. Tampoco se advierte sobre el poder que otorgaba el preacuerdo a la patronal para retornar al viejo sistema a partir de febrero de 2026, tirando por la borda el slogan de “los domingos en casa”; por último, el preacuerdo era pasible de ser aplicado porque previamente FATE despidió a 300 trabajadores.

“Democracia sindical”

Para los articulistas del aparato, la decisión del sindicato de “acatar a la asamblea” ha sido “una lección de democracia obrera que no encuentra parangón en ningún otro sindicato industrial argentino”. Pero la directiva del SUTNA “desacató”, precisamente, a la asamblea que hace un mes atrás había rechazado al nuevo régimen de trabajo. En vez de comunicar a la patronal que ese régimen no corría, la dirección del SUTNA emprendió una furiosa campaña en todas las secciones de la fábrica, intentando convencer a los trabajadores de las supuestas bondades del nuevo régimen. Esta campaña, en abierto desconocimiento de la asamblea realizada a mediados de octubre, fue antagónica a la democracia sindical.

Si los redactores del aparato del PO lo desconocen, es porque han llevado al SUTNA su propia metodología de aparato: quienes pisotearon la democracia en su propio partido son incapaces de promoverla -o siquiera reconocerla- en cualquier otra organización obrera en la que se involucren.

Al desconocer aquel mandato de asamblea, y fracasar por segunda vez en la tentativa de imponer el “preacuerdo”, la dirección del SUTNA -“inspirada” por el aparato del PO- ha convertido una divergencia reivindicativa en una crisis política al interior del sindicato. Con su nuevo rechazo, los trabajadores han expresado un “voto de desconfianza” hacia la directiva, cuyo alcance excede a la discusión por el régimen de trabajo. El ninguneo de la directiva a la decisión de asamblea le permitió a la patronal redoblar sus presiones y amenazas (la quita del premio). Para esas extorsiones, Madanes tomó cuenta de las vacilaciones, no de la fábrica, sino de la dirección sindical. En lo inmediato, el rechazo al “preacuerdo” plantea preparar una lucha contra las represalias patronales –en relación al premio o a las suspensiones. Esa lucha exige un balance sin concesiones de todo este proceso, y la delimitación implacable del aparato responsable de esta crisis.

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