Las elecciones mendocinas, un capítulo de la crisis política nacional

Escribe Silvia Del Plá

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El 11 de junio tendrán lugar las elecciones provinciales primarias (PASO) en Mendoza, y las generales serán en septiembre. El calendario electoral está separado del nacional, y varias intendencias se separaron del provincial. Es una versión mendocina del “salvemos la ropa mientras podamos”. El gobernador radical Rodolfo Suáres no está habilitado constitucionalmente para ser reelecto y las PASO mendocinas serán un escenario de grandes disputas internas del bloque oficialista provincial, Cambia Mendoza, integrado por el PRO y la UCR.

Es posible incluso que el bloque oficial no llegue unido a las elecciones de junio. Omar De Marchi, del PRO, ha proclamado su propia pre-candidatura y amenaza con presentarse por fuera de la coalición. Sin posibilidad constitucional de reelección del gobernador Suárez, el sector radical de Cambia Mendoza sale al paso de la amenaza rupturista del PRO proclamando la candidatura de Alfredo Cornejo (ex gobernador de la provincia, actual diputado).

De Marchi teme que la inoperancia demostrada por el sector Radical del frente, 'drene' votos hacia Javier Milei, quien ya legalizó personería para su partido en la provincia. De Marchi es hombre de Larreta y se sostiene que “en el interior de Juntos por el Cambio a nivel nacional el caso es leído como una jugada de presión del jefe de Gobierno porteño hacia su contrincante Bullrich” (Infobae). En el cónclave nacional del PRO de la semana pasada, la presidenta del partido, Patricia Bullrich, interesada en sostener la alianza con la UCR en Mendoza, prometió disciplinar a De Marchi.

El temor del candidato larretista a una caída electoral tiene su sustento. A poco de iniciar su mandato, en diciembre de 2019, el gobernador Suárez quiso habilitar la exploración minera, derogando la ley 7722 de protección del agua, y se encontró con una rebelión popular de características históricas. En esta crisis, De Marchi, ex intendente de Luján de Cuyo (departamento básicamente vitivinícola) estuvo en la vereda de enfrente de “diversificación de la matriz productiva” que proponía el gobierno con la derogación de la ley, que perjudicaba también a las patronales vitivinícolas que defiende De Marchi, en favor de las mineras.

Este ha sido un año particularmente desfavorable para los productores de uvas. Las contingencias climáticas, con fuertes tormentas graniceras, se calcula que han hecho a perder del treinta y cinco al cuarenta por ciento de la cosecha. La disputa ha estallado entre las patronales vitivinícolas y los bodegueros, desde que estos últimos amenazaran con importar uvas. Los productores, por su parte, piden incremento de precios acordes a la inflación para comenzar la vendimia. Massa ha ofrecido subsidios a las patronales vitivinícolas (mil millones de pesos) aunque está lejos de cubrir las pérdidas. También ofrece cerrar la posibilidad de importaciones de uvas, hasta se haya colocado la totalidad del stock disponible en el país.

Los medieros, encargados de viña y contratistas están reclamando reajustes en los contratos, porque su salario no cubre ni la canasta alimentaria. Este año, al no haber en muchos casos cosecha, muchos trabajadores que viven de eso pasarán un invierno “a pan y agua”. Mientras las bodegas, es decir, los bodegueros, vienen batiendo récords de ganancias por exportaciones, los trabajadores vitivinícolas se agrupan con el resto de los trabajadores del sector, ya mencionados, y llaman a una protesta en el Carrousel vendimia.

Con una economía que no levanta, cifras de inflación superiores a las nacionales, copiosos subsidios a las patronales mediante 'programas reactivadores' (como Mendoza Activa), Suárez se enorgullece de presentar un superávit fiscal, cuyo origen es el congelamiento salarial de los trabajadores estatales en 2020, en plena pandemia, que nunca se recompuso.

La burocracia de los sindicatos, en especial en el sector de docentes, SUTE, Administración Central, hospitales y ATE, el año pasado se jugaron a desactivar lo que los medios calificaron como “una de las más grandes huelgas de la historia de la provincia”.

En cuanto al FITU el faccionalismo es rampante; antes que un programa está trenzado en disputas, sin princios, por los cargos.

En este marco los militantes de la Provincia estamos lanzados a la construcción de Política Obrera, incluida la obtención de su personería electoral.

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