Escribe Jacyn
Se repite la interna en las PASO nacionales.
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El aparato del PO ha publicado un “primer balance” de las PASO, que será probablemente el último.
Perdió tres a uno con el frente PTS-MST. Un revés, porque había previsto un “desplazamiento político dentro del FITU” luego de la elección interna anticipada del municipio de Maipú, en la que se impuso el PO oficial. Este aparato ignoró que esa fue la única localidad de siete donde el FITU superó el piso del 3%. O sea que el balance previo al que presenta como “primero” sólo se fijó en su propio ombligo, no en el retroceso de conjunto del FITU, que se viene dando desde 2013, cuando el FIT, sin el MST, obtuvo el 14%.
Ante el 3,95% de los votos del FITU en las PASO recientes, la prensa del aparato sostiene que se trata de “un leve retroceso en relación al 4,3% que sumaron el FIT y el MST en las elecciones de gobernador del 2019”. Un recuento de monedas. En el contexto de la crisis política nacional, quienes se autoproclamaron “tercera fuerza” en todo el país, celebran un retroceso menor. En cuanto “al desplazamiento político dentro del FITU” el fiasco no ha podido ser mayor, aunque menos que en 2015, cuando el PO, en Mendoza, perdió 91 a 9 frente al PTS.
En este ´primer balance´ se afirma que en el “resultado general influyó un reflujo de las luchas populares, luego de que el gobierno logró levantar la huelga docente y en un marco de aislamiento del movimiento piquetero”.
Este pretexto, sin embargo, no fue esgrimido hace pocas semanas, en las municipales de Luján. Esta curiosa caracterización de la coyuntura implicaría que si un movimiento de huelga se frena antes de una elección, la ‘izquierda’ está condenada al fiasco electoral. Presupone también que ella fue un motor político de esas huelgas, típico del autobombo. Pero la razón por las que el PO oficial eligió ir a las PASO contra el bloque MST-PTS es que descontaba un apoyo aluvional del movimiento piquetero.
Los artesanos del ‘primer’ balance deberían hacer un segundo balance, considerablemente más sustancial –que no han desarrollado una conciencia de clase en las organizaciones sociales que movilizan en defensa del Potenciar Trabajo, que es una variante de autoexplotación de la fuerza de trabajo. O que han retrocedido en el sindicato docente. Lejos de este examen, insisten en la obstinación: allí “donde progresó fuertemente la organización de los trabajadores rurales como Luján o Rivadavia la relación es de 60 a 40” y se apunta una mayor votación en los “barrrios humildes”, aunque sin ofrecer cifras. El ´reflujo´ se reparte a discreción: el 40% del 3,95%, deja sólo el 1,6%. ¡Qué se puede esperar de quienes presentaron como un triunfo un retroceso espectacular en Córdoba en 2019, y “repudiaron” la observación de Altamira de que habían caído más de un 50 por ciento!
El “primer” balance atribuye a sus adversarios en el FITU de Mendoza haber obtenido, en cambio, su mejor votación “en las zonas acomodadas y medias”. El FITU sería entonces policlasista, aunque el MST es aliado del oficialismo del PO en el resto del país. El aparato del PO les enrostra al PTS-MST haber “[explotado, sic] el ángulo de presentar candidatos docentes y un programa de reivindicaciones de la educación. Esta política sumada a un conocimiento previo alcanzó para marcar el paso imponiéndose en la interna (sic sic)”. Esto es un verdadero delirio, poner a la fuerza de trabajo docente en la vereda de enfrente a la fuerza de trabajo intermitente o changa. Claro, con candidatos docentes y un programa de reivindicaciones, ¡cualquiera puede ganar una interna!
El dislate es inmenso cuando se tiene en cuenta que estas afirmaciones son de Víctor da Vila, que protagonizó una campaña “para resolver los problemas de la gente” por medio del apoyo a los pequeños productores, que explotan, en la temporada, a un diverso número de obreros. Si fuese consecuente, da Vila debería concluir que el PTS y el MST captaron el voto de los docentes que hicieron huelgas, mientras que al PO hizo propaganda por las pymes, en el marco de una sociedad capitalista.
El articulista ni siquiera se da cuenta de que escupe para arriba. El alto ausentismo electoral registrado el domingo pasado en Mendoza abre un interrogante sobre la capacidad del FITU para transformarse en “un canal obrero y socialista al descontento creciente del pueblo trabajador”. Ello requeriría, en primer lugar, una campaña obrera y socialista, en lugar de una dirigida al pequeño empresario viñatero.
Pero más agraviante es la referencia al ´aislamiento´ del movimiento piquetero. El aparato del PO se jacta de que el Polo Obrero protagoniza movilizaciones masivas en Mendoza y de haber aportado 700 fiscales el día de la elección. Lo que da Vila no dice que el PO no logró canalizar políticamente a su propio movimiento de desocupados. Los piqueteros, dice, están ´aislados´, pero da Vila les atribuye a ellos la implantación del PO en los ´barrios humildes´. El partido que “se planta”, no se implanta.
En medio de la campaña, el aparato llevó a sus dirigentes nacionales a Mendoza a promover un pseudoplenario que realizará el 17 de junio próximo para consagrar su alianza con el MST, es decir su adversario en Mendoza. Esta incoherencia es ignorada el balance “primero”. Veremos si hay un segundo. El PO no ha llevado adelante un política socialista en el Polo, porque tampoco lo ha hecho fuera de él. Hace un par de meses anunció una formación política para las elecciones, sobre la base del “fracaso de la democracia”, a 40 años de la partida de la dictadura, donde se ignora el antagonismo irreconcliable entre el capital y el trabajo, la lucha de clases y la dictadura del proletariado.
El aparato considera al Polo una masa crítica que puede manejar en cualquier dirección, y el Polo le dio la espalda, porque, a pesar del PO, los piqueteros piensan con sus propias cabezas y tienen otra caracterización de la situación política. Da Vila, por el contrario, cree que los puede llevar de las narices de aquí para allá, una concepción que comparte con el MST, un piquetero ´tardío´ que supo encolumnarse detrás de la Sociaedad Rural, Coninagro y Luis Juez. El aparato del PO ya había mordido el polvo en Córdoba, recientemente, cuando fue a una interna provincial en la que obtuvo menos votos que la cantidad de personas que aseguraba movilizar con el Polo Obrero –el asunto fue encarado, por la dirección del PO, con nuevas purgas y aprietes. En el paroxismo de la autoproclamación, da Vila sostiene que el “peso [del PO] en la lucha de clases” no se plasmó “en un apoyo electoral, en una elección marcada por un fuerte peso (SIC) de la derecha”. Es impropio hablar así, cuando se pasó de un “apoyo electoral” del 14% (2013) al 3,95%, con el agregado del MST.
El “primer balance” del aparato es una radiografía de su propio impasse.
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