Martha Argerich denuncia al gobierno

Escriben Eugenia Cabral y Maxi S. Cortés

Tiempo de lectura: 3 minutos

Martha Argerich, pianista argentina, exponente a nivel internacional, denunció mediante una carta pública el fin del programa nacional de becas bianuales para capacitación intensiva de jóvenes que participan del programa de orquestas infantiles en las villas y barrios carenciados.

Las becas, que llevan su nombre, están destinadas a músicos de entre 18 y 26 años de todo el país que forman parte de las orquestas Andrés Chazarreta y Celia Torrá. Fueron fundadas por Rolando Goldman, ex director nacional de música y ex miembro del sindicato de músicos (SADEM), junto al Ministerio de Cultura de la Nación en el año 2021. Eduardo Hubert, Gustavo “Popi” Spatocco y Lucía Zicos, referentes de la música clásica local, fueron el jurado que evaluó a los 63 aspirantes de las 35 becas.

Sin el nombramiento de un director a cargo, ante la renuncia de Goldman, a la mitad de los profesores del programa no les renovaron el contrato. El nuevo funcionario a cargo de Cultura, Leonardo Cifelli, atribuyó la demora a la “transición administrativa”. (La Nación, 8 de abril).

Pero los contratos laborales “que no renovaron” son despidos encubiertos. El desguace de las estructuras culturales públicas son el resultado de un cuadro terminal de precariedad laboral, avalado por las burocracias sindicales de UPCN, ATE, SUTECBA y sus distintas expresiones provinciales. “Boccato di cardenale” para el ajuste fiscal de Milei.

La banda sinfónica de la Ciudad de Buenos Aires tiene un 30 % de personal fuera de planta permanente cobrando la mitad. La dirección del sindicato SUTECBA defiende la precariedad laboral a cambio de despidos, una extorsión patronal que solo conduce a la inestabilidad laboral y posterior despido. Algo que pasa también en las orquestas infantiles de los barrios “populares” de los programas de Ciudad, que dependen del Ministerio de Educación. Pero los contratos precarizados abundan hasta en el Teatro Colón dependiente del presupuesto nacional, que ha sufrido despidos los últimos años en sus talleres y sostiene el vaciamiento de los elencos estables.

Con 600 despidos en el sector Cultura del ministerio nacional, incluyendo 170 despidos en el Instituto de Cine (INCAA), amenazan con su cierre. Sus salas de cine como el Gaumont, la escuela nacional de cine (ENERC), las bibliotecas populares, son un blanco contra el acceso a la cultura de todas y todos. En los estatales de Nación, donde los despidos se cuentan en más de 15.000, la burocracia de UPCN armó las listas con el gobierno y la de ATE desorganiza la lucha colectiva.

En enero las autoridades de la Subsecretaría de Cultura de Pilar, provincia de Buenos Aires, desarmaron la Orquesta Sinfónica Municipal mediante el despido de los 31 músicos y músicas que integran el organismo. Fue el punto final, según expresan en un comunicado, de un año de violar acuerdos salariales, pago de aguinaldo, bonos y cancelaciones de conciertos.

Mientras los sindicatos estatales se acomodan a los tiempos que corren es necesario organizar de forma autoconvocada en los lugares de trabajo. Tomar en nuestras manos la organización colectiva y trabajar por la unidad de todos los sectores de la cultura junto al resto de la clase obrera en un único plan de lucha y huelga general.

Con un programa de base: pase a planta y defensa del salario mínimo igual al costo de la canasta familiar, podemos enfrentar los despidos, la precarización de contratos de planta transitorios, interinatos, monotributo y salarios de miseria que condenan al obrero a correr de un trabajo a otro para sobrevivir.

Marta Argerich fue becada a muy temprana edad por el Estado bajo el segundo mandato de Perón. Pudo viajar con su familia que también recibió ayuda y logró formarse en Europa, donde vive desde entonces. Todos los años brinda un programa de conciertos. Cerró su denuncia afirmando: “Si el Estado no apoya y contribuye a la cultura, el futuro es muy peligroso”.

Suscribite a Política Obrera