El PTS-FITU justifica su apoyo al Pacto Milei CGT

Escribe Marcelo Ramal

Una ‘respuesta’ que refuerza una posición reaccionaria

Tiempo de lectura: 7 minutos

“La Izquierda Diario” ha publicado una respuesta a nuestra denuncia al acompañamiento de los diputados del PTS -FITU al boicot del kirchnerismo, del bloque de Pichetto y por sobre todo de LLA a la sesión que debía tratar el dictamen de “democratización sindical” presentado por el radicalismo en la Comisión de Legislación del Trabajo. La UCR viene intentando, sin éxito, atacar el monopolio de la burocracia sindical y el peronismo sobre los sindicatos desde 1964, cuando el presidente Arturo Illia intentó hacerlo por medio de un proyecto de “pluralidad sindical”, seguido por Raúl Alfonsín, en 1984. La ‘embestida’ radical ha sido una respuesta a la sanción de la Ley de Asociaciones Profesionales impulsada por Arturo Frondizi, en 1958, para cumplir con el pacto arreglado con Perón, a cambio de los votos del peronismo en las elecciones de ese año. El fracaso reiterado de esta tentativa, durante 60 años, es una prueba irrefutable del apoyo de la burguesía nacional al régimen sindical vigente, que consiste en una reglamentación de los sindicatos por el Estado, la integración política de la burocracia sindical, la conversión de los sindicatos en una sucursal del peronismo y un sistema de perpetuación semivitalicia de una casta de dirigentes que se ha convertido en empresarial. En las votaciones de los proyectos de la UCR, los bloques de la derecha liberal acompañaron al peronismo -así pasó, por caso, con Alsogaray y la ley Mucci de 1984 ; lo mismo ocurrió con los sucesivos gobiernos militares. De este régimen derivan los pactos Vandor-Onganía; CGT-Perón, y luego Isabel Perón; los pactos con Menem-Cavallo; y ahora con Santiago Caputo y Javier Milei. Los ‘libertarios’, precisamente, colaboraron la semana pasada con el boicot a la sesión reclamada por un sector (Tetaz) de la UCR.

En lo sustancial, la iniciativa del diputado radical Tetaz planteaba: a) limitar la reelección de los dirigentes sindicales; b) habilitar la presencia de minorías en las comisiones directivas de los gremios. C) abolir el aporte compulsivo sindical. Otros artículos, referidos a las Obras Sociales, ya han sido impuestos por decretos o leyes, pero siguieron en el proyecto porque éste fue presentado en 2023. Este proyecto fue mandado al archivo como parte del pacto estratégico entre Milei y la CGT, que consiste en canjear la aprobación de la parte sustancial de la “reforma laboral”, por parte de la burocracia cegetista, a cambio del reconocimiento del monopolio de esa burocracia sobre los sindicatos, por parte de Milei. El fracaso de la sesión representó una victoria política para el gobierno. El PTS-FITU no solamente se acopló como furgón de cola del kirchnerismo y del pacto CGT-Milei; en los discursos posteriores al fracaso de la sesión atacó el proyecto radical pero no dijo una palabra contra la burocracia, la regimentación de los sindicatos, la subordinación de ellos a los gobiernos y el peronismo, y el pacto con Milei. Concluido todo el episodio, ninguna organización patronal se levantó en repudio a este fracaso, como si lo haría, días después, con el del proyecto de “ficha limpia”, por ejemplo. Otra vez, como ocurre desde 1958/64, dio su apoyo a la integración de los sindicatos al estado, por medio de la burocracia del peronismo. El peronismo es un partido patronal, como lo demostraron sus gobiernos sucesivos. Sobre esta cuestión de fondo, o sea el alineamiento con el kirchnerismo, la burocracia, LLA y el pacto laboral de ésta con la CGT, la ‘respuesta’ del PTS no responde nada.

La articulista, en cambio, le baja el precio al pacto CGT-Milei, al cual presenta como “un toma y daca”(sic), una “negociación que termina como siempre en una tregua”. La torpeza de este planteo se manifiesta en una falacia: el escorpión -la burocracia- siempre se conduce de ese modo, o sea pactar con los gobiernos patronales (en este caso de ultraderecha) y el imperialismo. Es cierto que el PTS y el FITU han ido a la rastra de la burocracia desde el primer día de Milei, pero ahora han dado un salto político, porque justifican el pacto y salen a defenderlo en el Congreso, primero al boicotear la sesión y segundo al no denunciar ese pacto con Milei ni el acompañamiento de la LLA a ese boicot en los discursos posteriores. Retumba el silencio absoluto del PTS-FITU acerca del rol de la burocracia como agente de la patronal en los sindicatos.

La ‘culpa’ de la CGT

En la pretendida respuesta, LID señala que, en la Comisión de Trabajo, los diputados del PTS opusieron su agenda a “la agenda patronal” de los restantes bloques. Eso no se observó en el recinto, donde el bloque del boicot se unificó, sin diferenciaciones, en la denuncia del proyecto radical. En su agenda, el PTS señala que reclamó en la Comisión de Legislación del Trabajo un subsidio intercosecha para los trabajadores zafreros o la reducción de la jornada laboral; nada que ver con el tema. Pero ¿quién es la responsable de que no exista ese subsidio para los cosecheros o que la jornada laboral, por el contrario, se alargue? , La culpa le cabe por entero a la burocracia de los sindicatos agrarios (UATRE) y a la burocracia de la CGT. La burocracia ha reemplazado a la lucha por el salario básico por los incentivos asociados a las horas extras o al trabajo los fines de semana. En cuanto al trabajo rural, la burocracia de UATRE es socia indisimulada de las patronales del surco. El PTS-FITU hace autobombo para encubrir su apoyo político a la burocracia sindical, como se manifestó en el Congreso.

En la fracasada sesión del martes 26, Alejandro Vilca, quien participa en la Comisión de Trabajo, no intervino para atacar el pacto Milei-CGT, Se anotó para denostar el proyecto de “democratización sindical” de Tetaz, como lo hizo el resto, añadiendo que era “demagógico”. Pero no juzgaron del mismo modo al proyecto de regulación de las apuestas online, al que el FITU apoyó, cuando no altera el negociado de los juegos de azar. No planteó la nacionalización del juego. Son numerosas las iniciativas parlamentarias de los partidos del régimen que merecieron el “apoyo crítico” del FITU. Y en otras, ni siquiera crítico, como el “financiamiento universitario” que era solo una declaración de intenciones.

Pero no pasó lo mismo con la “democracia sindical”, que ni siquiera mereció el quórum del FITU. El proyecto de Tetaz es un sobreviviente de una vieja agenda liberal. El PTS-FITU no aprovechó el debate para denunciar a los responsables de todas las derrotas de la clase obrera ni al peronismo, sea el clásico o el ‘nac & pop’. En lugar de esto se acopló a un frente sin principios con los K, Pichetto y la LLA.

Entre vetos y decretos, Milei ha controlado la agenda legislativa. Si la “democratización sindical” no corrió, es porque, pacto laboral mediante, no es del interés ni de la agenda libertaria. Tampoco las cámaras y lobbys patronales, que se desinteresaron en la cuestión. Si el gobierno hubiera querido la “democracia sindical”, la hubiera sancionado por DNU, como hizo con otras iniciativas que juzgó estratégicas. El gobierno antiobrero no quiere minar a los agentes de la patronal en las organizaciones obreras.

La crisis del movimiento obrero

El PTS-FITU oculta todas estas cuestiones y se va por la tangente. Agita el fantasma de la intervención sindical de Capital Humano y Pettovello, cuando en realidad se trata de la Secretaría de Trabajo, que tiene esas facultades desde siempre, y su titular Julio Cordero, el funcionario de Techint siempre reconocido por sus “excelentes vínculos” con la cúpula de la CGT, o sea un defensor del monopolio sindical de la burocracia y de la integración de los sindicatos al Estado. Curiosamente, el PTS -FITU ataca al proyecto de “democracia sindical” en nombre de una oposición a que “el Estado regule a los sindicatos”, como si esa intervención estatal no existiera ahora bajo la “vieja” Ley de Asociaciones Profesionales. Para la articulista, sería legítimo que el Estado regule el resto de las áreas, o sea la sociedad en su conjunto. Pero bajo el estado burgués y el sistema parlamentario, esa regulación es inevitable, y sólo puede ser combatida por la lucha de clases. En cuanto a la legislación laboral y la legislación sindical, la clase obrera debe tener la capacidad para desarrollar su propia agenda, mediante la organización y la lucha. La articulista se insurge contra la legislación burguesa sólo cuando algunos de sus articulados afectan el monopolio de la burocracia; esta sí que es una posición reaccionaria.

El punto es que el PTS-FITU pretende desarrollar la influencia de la izquierda mediante una adaptación al parlamentarismo y a la sombra de sucesivas elecciones. Lo que su intervención en el Congreso demuestra es que no busca hacerlo mediante la construcción de una clase obrera independiente. Es en esto que reside la crisis política de los trabajadores sobre la que se apoya el gobierno de Milei. El enfoque fragmentado de la lucha política conspira contra un planteo estratégico y una política consecuente. Esa crisis, que se expresa en la pérdida de conquistas históricas y confiscación salarial, es el resultado de otra confiscación -la que ha ejercido sobre las organizaciones obreras una burocracia agente del capital. La adscripción de la burocracia a la actual condición de socia de un gobierno liberticida es el punto más alto de esa descomposición. Ese maridaje no desmiente ni por un momento la pertenencia de la burocracia al pejota-kirchnerismo, el cual teje sus propios pactos con Milei.

El PTS-FITU evitó denunciar, en el debate, el carácter vitalicio de las actuales “conducciones”; los estatutos cerrojo contra las minorías y la democracia sindical; la cuestión de los fondos que nutren al aparato sindical, no contra las patronales, sino contra los trabajadores. El FITU ha reaccionado siguiendo el libreto de la burocracia y del kirchnerismo, que colocaron un signo igual entre los sindicatos y la burocracia sindical. Al igual que los voceros de la burocracia, el proyecto Tetaz fue denunciado de “antisindical”, cuando no hay nada más “antisindical” que la propia burocracia. Cerrar filas con ésta no es una delimitación de “la derecha”, sino contra los trabajadores.

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