Escribe Facundo Perales Noya
Rumbo privatizador de las camarillas universitarias.
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Justificándose en la necesidad de subsanar errores reales que implicó la (contra)reforma del plan de estudios del 2017, la gestión del Departamento de Filosofía, desliza por debajo una nueva reforma: la introducción de un título intermedio de “bachiller en filosofía”. Su aprobación se fijó para antes del primero de julio, para que se pueda implementar a partir del próximo ciclo lectivo.
De esta manera, el Departamento de Filosofía pica en punta en la introducción de los títulos intermedios en la Facultad de Filosofía y Letras, reforzando la orientación hacia un sistema de carreras cortas con contenidos mínimos en tiempos mínimos, orientación general que se viene expresando en diversas reformas ocurridas durante los últimos años.
La razón esgrimida para la reforma es “jerarquizar” la carrera, frenar la deserción y fomentar la inserción laboral. Como veremos, nada de esto es así. El propósito real (expresado por la misma directora de la carrera) es amoldarse al régimen de carreras cortas que avanza en el resto de universidades, ya que las que dicta la UBA quedarían relegadas frente a otras casas de estudios.
Para empezar, la política de carreras cortas y títulos intermedios no “jerarquiza”, sino que devalúa la calidad académica de las carreras. Orientar la formación a cumplir con contenidos mínimos en tiempos mínimos tiene como objetivo lanzar al mercado laboral grandes contingentes de estudiantes como mano de obra barata en el menor tiempo posible, estimulando la deserción temprana. Los contenidos se degradan a los mínimos necesarios para el desempeño laboral. El único beneficio en esto lo tiene la patronal, explotando mano de obra de formación rápida y devaluada.
Respecto a la deserción, para la gestión sería resultado de planes de estudios “largos”. Como muestra remiten a la diferencia entre la duración teórica y la duración real de la carrera. No se refieren, en cambio, a la precarización laboral, a la destrucción de los salarios, a los altos precios del alquiler y el transporte. ¿Cabe esperar una explicación diferente de quienes recortaron dos horas de la franja horaria, administran el ahogo presupuestario, reducen comisiones y promueven la virtualidad forzosa? La causa de la deserción y de la diferencia entre la duración teórica y real de las carreras radica en la miseria social en la que desarrollamos nuestros estudios.
Por último, la cuestión de que un certificado intermedio promovería o facilitaría el trabajo es un completo engaño. Es que de hecho los estudiantes avanzados ya se encuentran realizando trabajos de “apoyo a la investigación y a profesionales” que este certificado intermedio vendría a posibilitar. ¿Cobran por ello? No. ¿Este certificado lo permitiría? Tampoco. La titulación intermedia no viene a ser otra cosa que la legalización de un trabajo precario y mal o directamente no pago. La introducción de un título intermedio responde a la política de vaciamiento de las carreras de grado y su arancelamiento por tramos, ampliamente desarrollado en el caso de los posgrados, convertidos en un afluente de “recursos propios” que las camarillas que dirigen la universidad administran discrecionalmente.
En la asamblea de estudiantes de la carrera, aunque reducida en participación, hubo opiniones a favor, expresada por militantes de agrupaciones K y del PO (O), que encontraban atractivo el planteo de un título intermedio que permitiera una supuesta salida laboral. Pero también en contra, dando a entender que se trataba de otra maniobra para devaluar nuestra carrera y amoldarla a requerimientos extra académicos.
Desde Política Obrera señalamos que toda consideración del proyecto debía ubicarse dentro del contexto general de degradación educativa, recorte de oferta horaria, y ahogo presupuestario con vistas a una futura arancelización. Que en ese sentido, el proyecto pretende legalizar una situación ya instalada de precarización laboral dentro del ámbito de investigación. Mocionamos hacernos presentes en la reunión de Junta Departamental, interviniendo en esta línea, elaborar un documento para caracterizar como asamblea el proyecto de reforma y difundirlo entre los estudiantes. Estas mociones fueron aprobadas.
La lucha por la educación pública corre a cuenta de estudiantes y trabajadores; no de los Rectores y autoridades que hoy, mientras las universidades se acercan al cierre por el ahogo presupuestario de este gobierno, avanzan con una nueva contrarreforma del plan de estudios, anunciando la llegada de los títulos intermedios a las carreras de la Facultad.
En esta comprensión es que debemos reforzar la participación en las asambleas, encarar un verdadero plan de lucha del conjunto del movimiento estudiantil y enfrentar resueltamente este nuevo ataque. En esta perspectiva, las clases públicas de la semana pasada, el corte en Puan y Rivadavia y la movilización del 23, deben servir para preparar la toma de la Facultad y una gran huelga general educativa.